La historia del perro que no podía ladrar

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Diputación reedita un libro de la psicóloga Carmen de Manuel dedicado a todos los niños que, a pesar de su discapacidad, luchan por salir adelante y a los adultos que lo hacen posible.

La historia de Kiko tenía que ser contada. De eso ya se encargó la psicóloga Carmen de Manuel. Pero, además, merecía tener la máxima difusión, y ese es el compromiso de la Diputación de Cádiz. Por eso, el Área de Igualdad y Bienestar Social de la institución provincial ha reeditado el cuento Kiko, el perro que no podía ladrar, una historia de imperfecciones, de carencias, de las discapacidades inherentes a todo ser humano, porque como dice Carmen de Manuel, “en algún sentido o en otro todos somos discapacitados”. La clave, o en este caso la moraleja, está en entender que, en el entorno adecuado, tener capacidades diferentes se puede convertir en una ventaja.

Kiko, el perro que no podía ladrar recibió una mención especial en la primera edición de los premios Avance, en 2016, en una iniciativa de la Diputación que busca reconocer el trabajo de personas y colectivos que trabajan por mejorar la vida de las personas con discapacidad. Carmen de Manuel es psicóloga infantil del Servicio Andaluz de Salud y explica que su historia está dedicada a “todos los niños y niñas que, a pesar de su discapacidad, luchan por salir adelante. Y también es un reconocimiento a todos los adultos que, gracias a su empatía y altruismo, lo hacen posible”. Además, con su relato, la autora invita a crear un ambiente que promueva el desarrollo y bienestar de las personas con diferentes capacidades.

De Manuel cuenta la historia de Kiko, un perro que carece de ladrido, “algo que en el mundo de los perros le crea muchas dificultades, por lo que siempre está triste y acomplejado. Es una historia de dolor”. No obstante, la vida de Kiko cambia radicalmente cuando es adoptado por Marta, junto a la que descubre cualidades que desconocía poseer logrando el aprecio de las personas de su alrededor.

Se trata de una historia de aceptación y superación extrapolable a cualquier ser humano, porque, como recuerda, “nadie es perfecto”. “Todos necesitamos ser reconocidos como personas valiosas y merecedoras de afecto para sentirnos bien y enfrentar con éxito las adversidades. Sin embargo, en una sociedad competitiva como la nuestra, la discapacidad tiene un valor peyorativo, invalidante y de exclusión, a veces incluso más discapacitante que la propia discapacidad”, comenta De Manuel.

La historia de Kiko es por tanto “un cuento de esperanza, que nos dice que cada persona puede encontrar un entorno que amortigüe su discapacidad y que trata de cambiar la percepción de la discapacidad y las expectativas sobre lo que cada persona es capaz de lograr”. Carmen de Manuel explica que escogió el cuento como género por ser un “vehículo excelente para llegar a los niños, ya que cumple funciones de tipo psicopedagógico, generando emociones y trasladando al lector a un mundo mágico donde va a vivir las aventuras de los personajes”. Además, ha recordado la autora, “desarrolla en los niños y niñas la imaginación, la creatividad, la inteligencia y a la vez les da riqueza de vocabulario y una correcta ortografía”.

El cuento, como dice la autora, sirve para trabajar la educación en valores, para luchar contra el sexismo, la exclusión o, como ha hecho en su nueva novela, ‘Los malqueridos’, tratar el tema de la violencia de género poniendo en primer plano la experiencia de sufrimiento de los hijos e hijas de las mujeres maltratadas.

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Luismi

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