La ciudad de Jerez es hija de Sevilla, y su río hijo del de ésta. ¡Cómo se parece a Sa‛dà en Arabia! Es una ciudad importante, con muchos zocos para su gente emprendedora, que es elegante en el vestir, lo que manifiesta lujo y evidencia buenas maneras, no siendo raro ver en ella a amantes y enamorados. Entre sus dulces se encuentran los más populares, que son excelentes, y se le atribuye una de las mejores producciones de almojábanas (al-muŷabbanāt), en las que destaca la calidad de su queso. De ahí que la gente de al-Andalus diga: “Desgraciado aquél que entre en Jerez y no pruebe la almojábana”.(La almojábana es un tipo de pastel al que se añade queso en su masa y se fríe con buen aceite). AL-MAQQARĪ: Nafh al-Tīb, I, p. 184
Tres famosas recetas del Jerez andalusí para chuparse los dedos
El Museo Arqueológico rescata varios platos de la gastronomía popular como la alboronía, las albóndigas de Sefarad o al-muyabbanat: "Quien pasa por Sharish y no come almojábanas será puesto en el índice"

Decía al-Hiyari en el siglo XII que Jerez era famosa por sus almojábanas (al-muyabbanat), un pastel o torta con miel y queso de cabra frito en aceite de oliva. Así, se hacía eco de un refrán popular entre los andalusíes de su época: "Desgraciado aquel que entre en Jerez y no pruebe la almojábana", según recoge el arabista jerezano Miguel Ángel Borrego Soto. Las famosas almojábanas de Sharish, el Jerez andalusí, es una de las recetas que el Museo Arqueológico y la delegación de Dinamización Cultural y del Patrimonio Histórico del Ayuntamiento ha rescatado en unas fichas didácticas. Un detallado recetario que puede ser consultado a través de los medios telemáticos del Museo. lavozdelsur.es rescata a modo de menú las de origen medieval: la alboronía, las albóndigas de Sefarad y las almojábanas. Un plato de alboronía, en una fotografía de Pronto.es.Tras cubrir con aceite la sartén o la cazuela, salteamos el pimiento y la cebolla, luego el tomate y la calabaza y más tarde, la berenjena y el tapín. Acto seguido, salpimentamos. El objetivo es que queden enteras y no se desmenucen. Vamos salteando cada cierto tiempo para que se cuezan en su jugo. Más tarde, añadimos el pimentón y salpimentamos de nuevo al gusto. De forma opcional podríamos añadir piñones o almendras. En el caso de que queramos pegarnos un homenaje, podemos cuajar un huevo en la propia alboronía. Riquísimo. Albóndigas sefardíes con manzanilla de Sanlúcar en una receta de Invitadonvierno.comEn primer lugar, tenemos que majar bien los ajos y los añadimos al huevo, ya batido. Luego introducimos la carne picada y mezclamos con las manos o con un tenedor. Por otro lado, hacemos la salsa. Sofreimos la cebolla y cuando esté pochada añadimos las ñoras y el comino molido con cuidado durante unos segundos. Luego añadimos el caldo y el vino. Para hacer las albóndigas, intentamos que sean ovaladas, se rebozan en pan rallado y se fríen. Así, y tras quitar el aceite y el pan rallado de la sartén donde previamente cocinamos, introducimos las albódnigas con la salsa. Se salpimenta y dejamos cocer a fuego lento durante 15 minutos. Espectacular. Las almojábanas se pueden elaborar con un queso de cabra payoya, como este de El Gazul. Foto: Sebastián Chilla.En otro lado, ponemos la harina, la levadura y la sal, y una vez llevada a ebullición añadimos el agua con el aceite, que batiremos con varillas y luego amasaremos con las manos. Más tarde se añade el queso, que en este caso recomendamos que sea un queso de cabra de la tierra —se me ocurre un buen trozo del torrecereño Montealva, payoyo o de El Gazul—, para luego seguir amasando en una superficie con un poco de harina para que no se nos pegue. Mientras tanto, en otro recipiente, separamos las yemas de las claras, las montamos y añadimos las yemas. Una vez enfriada la masa, añadimos el huevo batido y volvemos a amasar para mezclar bien. El secreto está en las bolas. No hay que hacerlas ni muy grandes ni muy pequeñas. Luego se hornean a 170 grados durante 20 minutos sobre la rejilla, preferiblemente con papel de horno. Al terminar, les añadimos miel y las espolvoreamos con canela. Estamos seguros de que el mismísimo al-Hiyari se hubiera chupado los dedos.