La esquina de la calle Feria donde Jueves Santo y Madrugá se dan la mano

La Tostaíta Veloz cumple su décima Semana Santa y el Jueves Santo comienza el día más intenso del año para un bar que ya se ha convertido en el punto de quedada de muchos cofrades sevillanos

José Manuel y su hijo frente al bar de la calle Feria.
José Manuel y su hijo frente al bar de la calle Feria. MANU GARCÍA

Es el jueves previo a la Semana Santa. Estamos en la calle Feria, en Sevilla. En su esquina con Correduría. Elegimos este día porque dentro de una semana será imposible encontrar una hora tranquila en la que analizar el entorno. Suenan los cafés y cae algún que otro montadito al llegar el medio día. En una semana lo que sonarán serán los tambores de la Centuria Macarena detrás la Sentencia.

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Los cafés no faltan.   MANU GARCÍA

Hablamos de La Tostaíta Veloz, un bar que funciona todo el año, pero que entre el Jueves y el Viernes Santo tiene su final de Champions particular. Es el día con más trabajo del año, según cuenta José Manuel, el dueño de este negocio familiar que va a vivir su décima Semana Santa. Aunque lleva abierto desde 2010, la pandemia ha quitado dos años de la semana grande de Sevilla. A pesar de ello, ya es un punto de encuentro para muchos cofrades porque a su vez es un punto clave en el recorrido de muchas hermandades de la capital hispalense. Durante el año está especializado en desayunos, su propio nombre lo indica, pero en esta jornada tiene que reinventarse.

La primera en pasar es la Hiniesta, el Domingo de Ramos, pero aquello, aunque concentra a mucha gente, no tiene nada que ver con lo que espera a La Tostaíta Veloz unos días más tarde, eso sí, "siempre hay gente cuando pasa un paso". El Jueves Santo a las ocho de la mañana comienza el verdadero maratón. En primer lugar, por los desayunos de un día normal. Hasta ahí nada cambia. Pero hay que tener en cuenta que en aquella esquina de la calle Feria, el Jueves Santo y la Madrugá se dan la mano.

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Por delante de este toldo pasarán seis pasos en apenas 18 horas.   MANU GARCÍA
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El ambiente de un día cualquiera se multiplica Jueves Santo y Madrugá.   MANU GARCÍA

Y es que, al poco de empezar la tarde todo el barrio – y lo que no es el barrio – se vuelca para ver allí la Hermandad de Monte-Sion. Aquello sólo es el inicio. Su paso concluye entre las 18:30 y las 19:00 horas. Pero el goteo de personas no va a cesar. Hasta que a las diez de la noche de nuevo se estabiliza, "es una noche muy peculiar, al estar abierto toda la noche, ves de todo", señala el hostelero.

A la Macarena le quedan tres horas para comenzar a pasar por esta calle, sin embargo, la gente ya comienza a coger sitio, "muchas caras son las mismas porque se juntan todos los años", cuenta José Manuel. Entre cervezas y montaditos pasan las horas sin que nadie se de cuenta. A las tres de la madrugada la Esperanza Macarena gira la esquina en busca de la Campana.

El paso de la Macarena no es el final, porque la Macarena siempre vuelve. Horas más tarde su cruz de guía vuelve a aparecer frente a La Tostaíta Veloz, esta vez desde San Juan de la Palma. Las cervezas ya no son cervezas, ahora son cafés y tostadas para los que buscan espabilarse por la mañana. Es el momento con más movimiento de las 24 horas que lleva el bar abierto. A José Manuel apenas le da para echar una cabezada de una hora u hora y media entre que termina de pasar la Macarena de madrugada y comienza a preparar el bar para abrir de nuevo sus puertas y dar el desayuno. El secreto para aguantarlo no existe, "el truco es que no hay más remedio, te mentalizas", confiesa. "La mente lo sabe, pero al cuerpo le cuesta. Hay que concienciarse, es una vez al año", y añade algo claro, "yo he trabajado la Feria y es peor".

Una vez que el palio ya se ve de espaldas por segunda ocasión en menos de diez horas, tampoco es el final. Toca prepararlo todo para el día siguiente después de más de 24 horas abiertos. Al medio día del Viernes Santo, ahora sí, se acaba la jornada.

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Este bar de la calle Feria abrió sus puertas en 2010.   MANU GARCÍA
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Las mesas tienen que estar recogidas una hora antes del paso de las hermandades.   MANU GARCÍA

Este año el bar se enfrenta a la incertidumbre de la Ley Seca aprobada por el Ayuntamiento. Otros establecimientos de la ciudad deben cerrar a la una de la madrugada en la noche de la Madrugá. La Tostaíta no aparece entre las calles afectadas, aunque José Manuel preguntará para asegurarse. Aunque no es una noche de exceso, la mayoría de los clientes pide cerveza. Si no se pueden servir, el dueño de este bar lo tiene claro, "si a las diez no puedo poner bebidas, cierro y a descansar. No merece la pena la paliza". No ya por el perjuicio económico sino por las peleas que se pueden ocasionar, "¿cómo explico que no puedo poner una cerveza con un montadito? No sé con qué sentido está hecho". En una noche como esta calculan que venden entre tres y cuatro barriles. Cada uno contiene 50 litros.

Hay otras medidas, como la de servir las bebidas fuera del propio local en vasos de plástico, que las ve bien porque es un peligro para nazarenos y costaleros, entre otros. Otra de los condicionantes es el de quitar las mesas de la terraza desde una hora antes del paso de las procesiones, tampoco causa mayor problema. El Domingo de Ramos, con el paso de la Hiniesta, a las cuatro de la tarde ya está todo preparado. Entre Jueves Santo y Madrugá apenas da tiempo de montar y desmontar porque Jueves Santo y Madrugá, en la esquina de Feria con Correduría, se funden en uno solo.

 

Sobre el autor:

Emilio Cabrera.

Emilio Cabrera

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