La cocina oriental, rica en ingredientes sanos y frescos, se ha ganado un hueco en el panorama gastronómico de muchas ciudades andaluzas. Hoy en día, la cultura japonesa está más que asentada. Todos saben qué es “yakisoba” o “gyozas” y no resulta extraño ver a un jerezano dominando los palillos. Pero esta escena no era tan frecuente hace siete años, cuando arrancó Kampai Sushi, uno de los primeros restaurantes de Jerez especializados en comida asiática.
Corría el año 2016 cuando un matrimonio japonés se instaló en un lugar donde predominan las berzas, el puchero, el ajo caliente y los garbanzos con acelgas. Haiu y su mujer llegaron tras una temporada trabajando en Málaga, primera ciudad española que pisaron hace 15 años, cuando decidieron coger un avión en busca de nuevas oportunidades.
“Al principio el sushi era complicado, y más en esta zona donde todo el mundo está acostumbrado a lo mismo. Hay veces que, como tenemos una comida tan buena, no nos gusta cambiar”, expresa Rafael Amaya Cortés. El joven jerezano, de 26 años, con estudios de grado superior en servicios de restauración, empezó junto a los dueños “con muchísima ilusión” y continúa coordinando el local.
Con un hilo musical de fondo que hace viajar a la mente al país del sol naciente, Rafael cuenta a lavozdelsur.es los inicios de este establecimiento. “Solo teníamos sushi, pero después empezamos a fusionarlo con platos de cocina oriental, tailandesa, coreana, de todo un poco”.
La familia japonesa, con la ayuda de su amigo Haui, se centró en la cocina donde, poco a poco, enseñaron las técnicas a profesionales de la zona. Además, incorporó a otros hosteleros que se encargaban de atender a las mesas. “A ellos se les hacía más complicado por el idioma”, comenta el jerezano, que reconoce que elaborar este tipo de platos no es coser y cantar.
“Nosotros llevamos una tortilla de papas a Japón y seguramente los japoneses lo hacen igual que nosotros o mejor, pero esto es dificilísimo”, dice poniendo en valor el arte de los compañeros japoneses en los fogones.
Esa maestría fue la que atrajo a los clientes de Kampai Sushi, que hace alusión a la expresión que se utiliza cuando se hace un brindis: “salud en japonés”. A los pocos que, por entonces, se atrevían a regalar una experiencia nueva a sus paladares se sumó un séquito de comensales y, actualmente, “hay gente que viene diariamente”.
El negoció fluyó y muchos quieren repetir. No solo los jerezanos, también curiosos de Málaga Madrid, Granada y hasta un director de banco de Puerto Banús. “Un día vinieron finlandeses pidiendo que les vendiésemos un litro de soja”, dice Rafael desde un salón acogedor, impoluto, decorado con elementos orientales.
Su soja es casera, un toque con el que impregnan toda su oferta gastronómica. La carta se divide en cuatro apartados que acogen entrantes como las ensaladas, el sushi, arroces, fideos y otras especialidades de la casa. Desde gyozas de pollo y verdura y ensalada tokosu de wakame con pepino y pulpo cocido hasta un surtido de sushi al que llaman Moriwase Kioto.
El tartar de atún rojo de Almadraba es otra opción que triunfa con este producto de la tierra. “Gracias a Dios estamos en la zona para tener el mejor, el de Barbate”, expresa Rafael que también menciona al takoyaki -bolitas de pulpo.
Al otro lado del restaurante, en la cocina, el centro de operaciones, Haui prepara un wok en un santiamén mientras que Miguel enrolla sushi. “No solo trabajamos para los amantes del sushi, también para que las personas a las que no les gusta se puedan sentir a gusto”, añade Rafael.
En el amplio salón las familias, parejas y amigos pueden degustar pato crujiente pekinés –“que, aunque no te guste, lo pruebas y te acaba gustando”. El jerezano comenta los entresijos del local mientras el resto de los compañeros están concentrados en las propuestas.
Su objetivo no es otro que los clientes “se sientan como en casa”, por eso, cuidan hasta el más mínimo detalle. Por ejemplo, conscientes de que no todos manejan los palillos con soltura, en cada mesa colocan cubiertos. También disponen de servicio a domicilio. Para ellos, la atención es fundamental para que llenar los estómagos sea un momento agradable del día. Y, por qué no, acabar con un brindis de sake japonés: -“¡Kampai!”.
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