10 años de los gigantescos ‘batigordos’ de La palapa en Jerez: “Los hicimos a lo bestia”

La jerezana Silvia Pérez cumple una década al cargo de este negocio especializado en batidos y cócteles que introdujo la moda de los ‘freakshakes’ en la ciudad desde un local de estética africana

Silvia Pérez con un 'batigordo' en la terraza de La palapa en Jerez.
Silvia Pérez con un 'batigordo' en la terraza de La palapa en Jerez. MANU GARCÍA

Un chorreón de chocolate blanco cae lentamente sobre un montón de nata que sirve de colchón para un donut y un gofre. Bajo una montaña de Lacasitos, Filipinos, Chips Ahoy y barquillos aparece un batido helado fresquito dispuesto a endulzar la tarde a los más golosos. En La palapa, ubicado en la avenida Lola Flores de Jerez, se practica el arte de las meriendas gigantescas que aterrizaron en la provincia para revolucionar paladares.  “Están muy de moda, pero llevamos ya 10 años”, dice Silvia Pérez, de 37 años, desde la terraza. La jerezana, que abrió este negocio en 2011, está de aniversario. Ha cumplido una década al frente de este local que ha resistido a dos crisis y sigue navegando en tiempos de pandemia. “Yo estoy muy contenta, la verdad”, expresa la hostelera con desparpajo.

Silvia echa la vista atrás recordando los inicios de un proyecto emprendedor al que le echó coraje con apenas 27 años. “Muy valiente yo”, comenta la hostelera que apostó por sacar adelante su propio local tras haber trabajado en varios bares de la ciudad donde “los jefes eran regulares”. Se armó de fuerza y se lanzó con ganas. “Me lie la manta a la cabeza, por qué me iba a ir mal, yo decía: -Si tengo valor para trabajar para alguien y trabajo como si fuera para mí, por qué no voy a hacerlo para mí”, comenta.

Silvia durante la entrevista en el local jerezano.
Silvia durante la entrevista en el local jerezano.  MANU GARCÍA

La joven “no tenía nada que perder” y, en cuanto se enteró de que este local donde había un bar de copas en el que ella había trabajado se quedó vacío, no se lo pensó. “Me fui a casa de los dueños y hablé con ellos”, recuerda. Por entonces, la oferta de bebidas decayó tras un tiempo de auge en el que “la calle siempre estaba llena”, de modo que decidió darle un giro al negocio. En su carta, las estrellas serían los batidos helados y los cócteles.

“Cogí la jarra más grande que tenía y empecé a echarle cosas”

Ya tenía su especialidad, pero aún no sabía cómo llamar al que sería su medio de vida. “Ponerle el nombre a un bar es super complicado, nada más que se me ocurrían tonterías”, confiesa la jerezana que finalmente se decantó por La palapa en honor a la decoración. Silvia rescató los adornos de estilo africano que tenía por su casa y los integró en el bar dándole un toque rústico a base de máscaras antiguas y mucha artesanía. Se inspiró en una palapa, según explica, “una casa de madera hecha con brezo y palos”, y echó a volar. Muchas horas de trabajo que dieron sus frutos.

Preparación de un 'batigordo'.
Preparación de un 'batigordo'.  MANU GARCÍA

Pronto, llegó el boom de las jarras y los milshakes inmensos y se puso de moda merendar a lo grande. Un chute de azúcar que despegó en La palapa gracias a sus clientes. El invento ya se estaba haciendo en todos los rincones de la provincia y la animaron a sumarse al carro, pero a su manera. “Me decía que esto se iba a llevar, que iba a ser el futuro y yo decía: -Anda que eso es una liada”, cuenta a lavozdelsur.es. Al final, Silvia optó por probar y la jugada le salió de lujo. A los batidos los denominó “batigordos”, patentó el nombre, y creó tendencia en Jerez. Su local fue pionero en ofertar batidos de este estilo que causaron sensación aquel verano de 2018. “Cogí la jarra más grande que tenía y empecé a echarle cosas”, comenta.

Los batigordos triunfaron y se alzaron como emblema de La palapa. “Las jarritas eran más pequeñas, pero nosotros lo hicimos a lo bestia”. El recipiente con medio litro de helado acompañado de dulces “fue una locura”. Silvia recuerda una gran acogida, personas de cualquier edad y condición se acercaban para probar los múltiples sabores que empezó a incorporar. Oreo, fresa, plátano, chocolate menta y otras opciones con nata encima y un número de dulces a elegir.

“Aquí hacemos batigordos, batidobles, batitriples y ahora tenemos el batiflipa, una jarra de un litro con cuatro dulces para compartir”, explica Silvia que asegura que algunos clientes atrevidos le han pedido este último para degustarlo en solitario. “Más de dos se lo han comido solos, el sobre de Almax va pegado a la nutella”, bromea la jerezana.

Detalle del 'batigordo'.
Detalle del 'batigordo'.  MANU GARCÍA
Especialidades de La Palapa.
Especialidades de La palapa.  MANU GARCÍA

Al éxito de las meriendas se unió la coctelería para las noches. Silvia elabora mojitos de sabores, de fresa, piña, mango, los más conocidos y el cóctel Palapa, de la casa, preparado con maracuyá. “En tantos años nos ha dado tiempo a probar muchas cosas”, comenta. Una de ellas ha sido los gin tonics infusionados con fruta natural. Según mantiene, “el de melón está buenísimo, llevamos haciéndolo seis años y luego salieron las ginebras de sabores”.

'Batigordo' y cóctel Palapa.
'Batigordo' y cóctel Palapa.  MANU GARCÍA
La jerezana Silvia Pérez con uno de los batidos gigantes.
La jerezana Silvia Pérez con uno de los batidos gigantes. MANU GARCÍA

La terraza de La palapa es un punto de encuentro para “gente de todo tipo” y también para mascotas. A la dueña le encanta que sus clientes se sienten con ellas. Además, por las mesas han pasado generaciones de familias, parejas, colegas y una larga lista de curiosos –“los que se han divorciado, los que vienen con nuevas parejas”- que no han querido perderse esta propuesta con sabor dulce. “10 años son 10 años”, sonríe la jerezana satisfecha. Por los llamados freakshakes no pasan los años, a los batidos extremos tamaño XXL le quedan aun muchas penas que alegrar.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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