La costa de Cádiz en otoño-invierno: 10 lugares mágicos donde desconectar

Playas inigualables más desiertas que nunca en el año, espacios naturales protegidos y pueblos pesqueros donde disfrutar de la mejor gastronomía

La costa de Cádiz en otoño-invierno: 10 lugares mágicos donde desconectar
La costa de Cádiz en otoño-invierno: 10 lugares mágicos donde desconectar Marta Sánchez Gento

Muchos ven en las playas de Cádiz el destino ideal para pasar las ansiadas vacaciones de verano. Sin embargo, a finales de otoño y a lo largo del invierno, las costas gaditanas se convierten en un lugar perfecto para desconectar. Después del ajetreo estival, espacios emblemáticos como el Faro de Trafalgar, los Caños de Meca o la Playa de los Lances se transforman en paisajes de ensueño donde conectar con la naturaleza y renovar energías. Pequeños pueblos pesqueros, como Conil o Barbate, también se suman a esta lista de lugares gaditanos que ofrecen en invierno una cara distinta, pero más que apetecible, a todo aquel que se atreve a visitarlos. 

Caminar por la arena al compás del mar

Las calas de Caños de Meca, ubicadas entre Conil y Barbate, son, desde los años sesenta, uno de los lugares predilectos de hippies y bohemios. Es natural: en sus hermosas playas y acantilados es posible encontrar la paz y la inspiración que todos anhelamos. Bajo el histórico Faro de Trafalgar, de 34 metros de altura, se extiende su playa más conocida. Como está relativamente alejada de los núcleos urbanos, en otoño y en invierno suele convertirse en un enclave bastante solitario. Desde la arena, es posible contemplar las corrientes del mar y los hermosos destellos del sol sobre el atractivo color de sus aguas. Este lugar es ideal si se busca descansar del ajetreo diario. Además, en él es posible practicar el nudismo.

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Zahora, con el Faro de Trafalgar al fondo.   LAVOZDELSUR.ES

La playa de Bolonia, en Tarifa, se extiende a lo largo de cuatro kilómetros, bajo una hermosa duna de 30 metros. Más allá de la duna, sobre la que se puede caminar como si se estuviera en un desierto de arena, se encuentra un bosque de pinos piñoneros enclavado dentro del Parque Natural del Estrecho. La escasa ocupación humana del área circundante ha propiciado la conservación de Bolonia, considerada una de las pocas playas vírgenes de la zona. Caminando por ella, se llega hasta los restos arqueológicos de una antigua ciudad romana llamada Baelo Claudia, que fue construida en el siglo II a. C. con fines comerciales. 

Amanece en la duna de Bolonia.   MARK WHITES
Amanece en la duna de Bolonia.   MARKS WHITE
Duna de Bolonia. Marta Sánchez Gento
Duna de Bolonia. Marta Sánchez Gento

La playa de Los Lances se extiende a lo largo de siete kilómetros, entre la Punta de la Peña y la Punta de Tarifa. Resulta especialmente agradable recorrerla por las mañanas, cuando apenas hay gente en ella, y disfrutar de la deliciosa brisa que suele traer el mar hasta este punto. Un buen plan, después de pasear por Los Lances, es alojarse en el camping de Torre la Peña (ofrece alquiler de bungalows, ideales para el tiempo más frío) y cenar en el restaurante El Chozo, que posee unas vistas insuperables. Construido en madera y situado dentro del camping, casi sobre el agua, El Chozo es un excelente lugar desde donde contemplar los mágicos atardeceres del Estrecho de Gibraltar.

Un extremo de la Playa de Los Lances, junto a la Punta de Tarifa.
Un extremo de la Playa de Los Lances, junto a la Punta de Tarifa. Marta Sánchez Gento

Perderse en la naturaleza

El Parque Natural del Estrecho es el espacio protegido más meridional del continente europeo. Su importancia reside en que reúne valores ecológicos, paisajísticos, históricos y culturales de características singulares. Aunque, sin duda, las grandes protagonistas de este parque son las aves. En él podemos encontrar cigüeñas blancas, halcones abejeros, milanos negros, buitres leonados y hasta águilas imperiales. Desde algunas de sus partes más altas, con vistas al mar, a veces también puede observarse el paso de alguno de los cetáceos típicos del Estrecho, como delfines o cachalotes.

Parque Natural del Estrecho. Marta Sánchez
Parque Natural del Estrecho. Marta Sánchez Gento

Uno de los puntos claves de este parque es el Faro de Camarinal, desde donde es posible contemplar un imponente espectáculo natural: a un lado, una preciosa y extensa vista del litoral; al otro, la sierra del sur de Cádiz y sus hermosos bosques de pinos, encinas y eucaliptos. Desde el faro, además, comienza un sendero que recorre parte del Parque del Estrecho y con el que se puede llegar hasta la playa de Bolonia. La caminata por él es inmejorable, tanto por las vistas como por los agradables olores y sonidos que se encuentran a lo largo de su recorrido.

El Parque Natural de la Breña y las Marismas del Barbate es otro de los espacios naturales de Cádiz ideal para visitar en esta época del año. En él se distinguen hasta cinco ecosistemas diferentes (marino, acantilado, pinar, marismas y dunas), aunque, concretamente, sorprende por contar con uno de los acantilados más imponentes de todo el Atlántico andaluz: el Tajo de Barbate, con más de 100 metros de altura. Son más que recomendables los paseos en barco que se ofertan desde el puerto de Barbate y que recorren sus aguas cristalinas. En ellas, es posible practicar submarinismo y snorkel. En sus acantilados, erosionados por el agua y el viento, hay pequeños manantiales que terminan en caletas: son los conocidos caños.

El río Barbate, en el Parque Natural de la Breña y Marismas del Barbate.
El río Barbate, en el Parque Natural de la Breña y Marismas del Barbate.

Pueblos pesqueros donde reponer fuerzas

Chiclana de la Frontera, además de ser destino de sol y playa, ofrece un pintoresco casco antiguo donde disfrutar de agradables paseos por callejuelas adoquinadas, en las que sorprenderse con multitud de pequeñas cafeterías y bodegas. Además, a  tan solo 15 minutos en barco, se encuentra el poblado de Sancti Petri, una minúscula isla desierta, cuyo castillo árabe del siglo XIII se divisa desde la costa. En Chicalna, son muchos los lugares donde disfrutar de la mejor gastronomía de la zona. El restaurante Atunante, por ejemplo, especializado en el atún rojo de almadraba, ha sido reconocido en los Traveller’s Choice 2021 de TripAdvisor.

Conil de la Frontera es un pueblo alfarero, agrícola y pesquero que destaca, más allá de por su ambiente turístico y juvenil, por su gran cocina. Puerto de innegable importancia durante las épocas romana y visigoda, este caserío blanco ha sabido mantener el encanto propio de las villas marineras. En Conil, el visitante debe perderse por sus callejuelas de trazado andalusí y conocer su casco histórico, coronado por la famosa Torre de Guzmán. Además, es preciso saborear su deliciosa y reconocida gastronomía, donde sorprenden platos como el morrillo de atún, el cazón en adobo, los calamares rellenos o los chocos con patatas. Especialmente recomendados restaurantes como La Fontanilla o La Ola, ubicados al lado del mar y con una carta repleta de mariscos y pescados de la zona.

Conil de la Frontera.
Conil de la Frontera en una foto de archivo.

Barbate y Zahara de los Atunes son dos pueblos famosos en todo el mundo por el atún rojo que se pesca en sus costas. En verano, son lugares muy turísticos; pero, en invierno, sus pintorescas calles dejan espacio a la tranquilidad. Es en esta época cuando puede disfrutarse mejor de su gastronomía, aprovechando la menor afluencia de público en los bares y restaurantes. Casa Juanito, por ejemplo, es uno de los grandes clásicos de Zahara de los Atunes, con pescados y mariscos de gran calidad. En Barbate, llama la atención Yoko, el moderno restaurante de Álvaro Rivera, un joven chef de la localidad que aprendió los secretos de la cocina japonesa en Kabuki y que ha conseguido entrar en el club 'Big Gourmand' de la Guía Michelín 2021.

Sobre el autor:

Marta Sánchez Gento.

Marta Sánchez Gento

Titulada en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid y máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Granada. Empecé escribiendo en varias revistas de flamenco y en suplementos culturales, y fui becaria en el Instituto Cervantes de Madrid y de Toulouse. Recibí una beca Iberoamérica para estudiar durante un semestre en la Universidad de Buenos Aires y allí conocí otras formas de hacer periodismo. He formado parte del equipo de Contenidos de Bodeboca y de su Magazine Vignerons, y también he puesto voz al programa 'Entre tu orilla y la mía' de Radio Corazón Tropical.

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