erasmo-de-rotterdam
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Cuando Erasmo de Rótterdam (1466-1536) muere en la ciudad de Basilea la convulsión en Europa se había adueñado de la situación. Fundamentalmente la pugna religiosa entre católicos y protestantes, o reformistas y contrarreformistas se convertía rápidamente en un conflicto que recorría cada rincón entonces de la descocida ya aún no reclamada Europa. Moría, pues, Erasmo, con la decepción de ver como todo su ideal proclamado en su vida y obra no solo no había prendido en el alma de la civilización de las ciudades y ciudadanos, si no más al contrario, eran la intolerancia y la barbarie lo que se adueñaba del corazón de las gentes

Es considerado Erasmo de Rótterdam como el primer europeísta conciente de serlo, es decir, en sus ideas humanistas y de libre pensamiento tenían un lugar preponderante la conciliación de las distintas culturas que poblaban el continente, que en la tolerancia y en la convivencia de esas distintas formas de vivir y de sentir podía contenerse el espíritu común de los pueblos europeos. Sus continuos viajes, sus estancias en Francia, Inglaterra, Italia, Suiza, Bélgica, Alemania, conjuntamente con su deseo de compartir un ideal que pudiera sentirse como aglutinador pacífico, le confirió una personalidad indiscutible como gran pensador y pergeñador de la primera idea positiva de Europa. Publicó varias geniales obras, tradujo a varios idiomas otras, se dedicó a la enseñanza en varios países, intentó por todos los medios buscar una síntesis aceptable y aceptada para la doctrina católica y protestante, se significó como un humanista en acción, participando con espíritu crítico, pero empático, en los debates que le propiciaron otros pensadores contemporáneos a él como Tomás Moro o Colet.

Hace unos treinta años la Unión Europea puso en pie con el nombre del insigne humanista un programa de movilidad europea para estudiantes universitarios: el programa Erasmus. Programa que ha supuesto el intercambio cultural más importante desde mi punto de vista que se ha conocido en la historia reciente, con cientos de miles de jóvenes europeos teniendo una experiencia única de convivencia en países distintos al de su natalidad, complementando estudios, amistades, obligaciones, idiomas…en definitiva una gran oportunidad para crear lazos fraternales y de conexión no basados en el sometimiento a dictados y leyes que las fuerzan si no a la más estricta convivencia en paz.

Hoy se habla con acierto de la generación Erasmus. Yo, como estudiante, no tuve la oportunidad de vivir esa experiencia y bien que lo siento porque he visto día a día como jóvenes, alumnos universitarios, profesorado, han conseguido por encima de todos los que no tenemos conciencia de ello, que hablar de Europa no sea una entelequia, no sea una ficción. Ha hecho más por la identidad Europea, por la verdadera ciudadanía europea el programa Erasmus que cualquier otra iniciativa de las instituciones. Ni el Euro, ni la bandera. Erasmus ha sido construir Europa por la base, desde sus elementos fundamentales y los que únicamente pueden construir algo real: sus ciudadanos. Como lo es hoy mi hija, una alumna Erasmus europeísta por conocimiento, por roce, por ambición, por gusto.

En estos momentos de tribulación, donde la crisis de valores, social, cultural y política que venimos padeciendo, el euro escepticismo va creciendo a pasos agigantados, los supuestos líderes europeos se vuelven las espaldas y la pluralidad comienzan a ser mal vista, y no hablo de pluralidad política, hablo de pluralidad en términos de diversidad. Nuestra hermosa torre de babel es vista ahora como un inconveniente, el norte reniega del sur y el sur no se quiere identificar con el norte…la idea de Europa en vez de avanzar retrocede, Brexit, partidos ultraderechistas que tratan de volvernos a “sus” ideas imperiales que nos llevan como poco a la Edad Media. Necesitamos por tanto volver a Erasmo, volver a mirarnos unos a otros y comprender que, solo desde la unidad como comunidad ciudadana, como espacio de construcción de democracia, tenemos futuro, abandonando esos cantos de sirenas que solo nos van a llevar al garrotazo, al enfrentamiento estéril. Y lo digo porque en los últimos años desde esas posiciones “brexistas”, por decirlo de alguna manera, se vuelve a cuestionar el programa de movilidad Erasmus, con la idea de fondo de eliminar costes a la propia Unión. Como siempre la confusión de términos, no se dan cuenta o simplemente les da igual saber que: NO es un gasto, ES una inversión, a ver si se enteran. Es decir Europa, si se atienden a esos discursos, puede que se cargue o como poco no considere como principal objetivo su propia razón se ser: El establecimiento de una verdadera comunidad de pueblos y ciudadanos europeos.

Esperemos que todo esto que está ocurriendo sea como eso que dicen, una mala tarde la tiene cualquiera, y que en Europa resurjan nuevas voces que impidan que lo que tanto trabajo costó conseguir no se vuelva a destruir, pero de momento solo se me ocurre pensar que si Erasmo levantara la cabeza volvería a escribir dos de sus más utilizados Adagios, en este caso referido a la situación de Europa: “Tiene un pié en la tumba” por lo que “habrá que empezar de cero”. Hacer Europa es crecer nosotros mismos.

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