La profecía

Voy a hacer una profecía: Poco a poco este Abascal irá perdiendo apoyos hasta quedar en lo que es, nada con mala leche

Abascal y Milei, en una foto reciente.
Abascal y Milei, en una foto reciente.

Cuando hace unos días leí y después escuché las declaraciones efectuadas al periódico Clarín de Argentina por el máximo responsable de Vox, en las que aludía a la probabilidad de que "en el futuro" el pueblo español colgaría por los pies al actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, me asaltaron, aparte de todas las alarmas, varias dudas sobre lo que realmente intentaba conseguir o lo que verdaderamente expresaba el ínclito Abascal con esas descabelladas palabras.

He leído interpretaciones de todos los tipos, la más literariamente interesante es la que ha publicado nuestro escritor roteño Felipe Benítez Reyes, quien califica esas palabras de metáfora, es decir tal y como señala la Real Academia, la “traslación del sentido recto de una voz a otro figurado, en virtud de una comparación tácita”, que traducido resulta: la comparación de dos elementos que aparentemente no tienen relación excepto para el que la hace y quienes la aceptan.

Pues sí, las palabras del ultra son una metáfora, pero ¿qué esconde esa metáfora? ¿Cuál es su significado profundo? Como se sabe, a uno de los líderes ideológicos del citado Abascal, Mussolini, cuando terminó la guerra, lo fusilaron junto a su amante Clara Petacci y a otros dirigentes fascistas, para después exhibirlos en una céntrica plaza de Milán colgados de los pies. La imagen es la que es y después de todo, entre los líderes fascistas, Mussolini era un buen ejemplo de lo que se puede hacer con alguien que te ha llevado a la hecatombe, a la miseria moral y todas esas cosas que hacen los fascistas. No hubiera sido un buen ejemplo el poner a Franco porque este murió en la cama, aunque muchísimos españoles hubieran querido que se siguiera el ejemplo de Mussolini. Aquí, sin querer, éramos más civilizados. Otros tiempos.

Las palabras de Abascal pueden ser consideradas una amenaza, un deseo, una equivocación producto del ambiente —recuerden que estaba en la toma de posesión (efectivamente Milei está poseído) del presidente argentino recién electo—. Pero no, yo creo que era un poco de todo, menos equivocación. Entonces, algo tan burdo tan arrabalero, ¿cómo se le ocurre a este señor después de decir en la misma entrevista que él tenía unos valores y principios —¡vaya valores, vaya principios!—, para a renglón siguiente decir que en el futuro a Pedro Sánchez el pueblo querría colgarlo de los pies?

Pues porque, sabiendo muy bien lo que decía, realizaba una profecía de esas que llamamos “autocumplidas” y que en la psicología se denominan efecto Pigmalión, que es el proceso que provoca que las expectativas respecto a unos hechos futuros aumenten la probabilidad de que estos hechos ocurran. Si tú desde que es muy pequeñito le dices a un niño que es estúpido y que nunca será nada en la vida (profecía), es más probable que al final el niño no consiga ser nada. Aumento de las probabilidades de que la profecía se cumpla. En el caso de Abascal, lógicamente, nadie en su sano juicio habría pensado en lo que plantea este hombre, todo lo más algunos descerebrados que piden eso de “Sánchez a prisión” o “Sánchez al paredón”, o incluso como esos militronchos de tres al cuarto que hablaban en redes sociales de fusilar a 26 millones de españoles, que es la cifra que ellos habían decidido que eran los que no pensaban como ellos.

Pero el señor Abascal ha hecho una profecía y, según el efecto Pigmalión, que seguramente él conoce como la profecía autocumplida, ahora es más posible que se cumpla, y que haya ciudadanos que corran fervorosamente a cumplir el deseo de su jefe. Pero, amigos míos, hay otra teoría, la del mito de Casandra, la adivinadora Casandra, donde más allá de sus dotes proféticos “naturales” tenía otra característica: la credibilidad, es decir sus profecías estaban basadas en que eran razonables, creíbles y aceptables. Sus palabras solo tenían valor si los demás aceptaban como respetables las mismas. El mensaje era importante, pero más aún el mensajero. Por tanto, nada de que preocuparse, si todo esto se soluciona a través de la credibilidad de Abascal, no hay problema, ni efecto Pigmalión ni nada, será otra amenaza de matón de barrio que lo que necesita es simplemente que lo ignoremos. Voy a hacer una profecía: Poco a poco este Abascal irá perdiendo apoyos hasta quedar en lo que es, nada con mala leche.

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