Aprovechando que la pérdida de eficacia de los lorazepames me permite, mientras la ciudad duerme, admirar en el silencio como va transcurriendo la madrugada sin más novedad que alguna sirena descontrolada, algún grillo despistado y siempre el silbido entre dientes del viento de levante, me preguntaba en ese silencio, dado que la noche se supone es la cara “B” de la vida” si no somos personajes vividos por otros, o lo que es lo mismo, si la vida, verdaderamente, es sueño a la manera calderoniana y los que sueñan son esos otros y que nosotros lo que hacemos es participar de ese acto onírico al igual que participa un extra en una película. Exploraba, mientras la ciudad duerme, en como pasamos por la vida; en la cultura musulmana todo está más claro, el determinismo vital da respuesta a esa y a otras preguntas, incluso en la judeo cristiana se establecen los premios y castigos en vida como consecuencia de nuestros actos, éstos libres, eso si.
Pero es verdad que nuestro destino lo vamos escribiendo con nuestras conductas, nuestras acciones y por supuesto todo esto modelado con nuestra personalidad, nuestra cultura, nuestra capacidades emocionales, da igual si somos reales o producto del sueño de otro ser... El efecto previsible, pero ¿somos tan previsibles a tenor de esas circunstancias? Erich Fromm en "el miedo a la libertad" nos prevenía que algunas de las formas que tenemos de sobreponernos a ese miedo es la búsqueda de un líder al que someterse. El sometimiento a cualquier figura a la que se le pueda atribuir poderes superiores a los nuestros y a la que permitimos que ordene nuestra vida. Otras formas de evitar ese miedo son reaccionando de manera violenta contra aquello que creemos que nos impide realizarnos. La conformidad, el conformismo a través de la integración en la sociedad, o en un grupo pequeño de ésta, perdiendo por la individualidad, y dejando que el conjunto decida por nosotros. Las crisis, siguiendo esos argumentos, y me refiero no ya a la consabida crisis económica, que también, sino a las crisis personales, tienen mucho que ver con esa necesidad casi dicotómica de por un lado querer la libertad, aquí valdría el concepto de "no dominación" de Petit, y por otro evitar el aislamiento, buscando referencias continuas que nos diluyan en la vida de otros.
Esta noche pensaba en como nos afectan las noticias del día, las que personalmente escribiríamos en nuestro diario, íntimo e intransferible, y pensaba en como el sufrimiento es solo conocido por comparación con el estado de flujo, de felicidad, y así las personas cuando son consciente de su sufrimiento se ven capaces de desarrollar estrategias positivas para su superación. Normalmente el sufrimiento vital viene determinado por la pérdida de ilusiones, de objetivos vitales, de sueños que cumplir o por lo irrealizables de ellos. La recuperación de esas expectativas, el pensamiento positivo, no conlleva necesariamente el despegue del sufrimiento pero si lo enfrenta. Buscar "el lado bueno de las cosas" aparte de una buena película de hace unos años, es una frase que tendríamos que ir repitiéndonos y aceptándola como una especie de frontispicio de nuestra conducta sabiendo que sin duda también tenemos que llevar a fuego que hay situaciones que no tienen lado bueno y precisamente el asumirlas es parte esencial de su superación.
El realismo mágico de Borges, o la mentalidad mágica de los niños, o preguntarnos como Dick "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?", esa es la actitud, y no dejar de lado que necesariamente el afrontamiento, la exposición al sufrimiento, como en cualquier terapia conductista, es también necesario. Sufrir identificando bien los motivos es una buena manera de comenzar a escapar de ese sufrimiento. A partir de ahí cabe preguntarse si tenemos la capacidad de pilotar nuestras conductas concientemente para producir resultados previsibles, así, una sonrisa, un saludo, o todo lo contrario, un mal gesto, un cambio repentino de actitud, puede cambiar, como una mariposa, el destino del mundo, de tu mundo. Ahora, mientras mi querida ciudad duerme, yo solo pienso en que merece la pena aunque solo sea de vez en cuando, escuchar el silbido entre dientes del viento, el sonido del grillo despistado, esas sirenas descontroladas e incluso si afinas bien el oído escuchar como llega y se retira el agua en la playa de este apartado rincón del Atlántico.


