Errejón pide que la selección de fútbol vista en el Mundial de Qatar los colores de la bandera LGTBIQ+
Errejón pide que la selección de fútbol vista en el Mundial de Qatar los colores de la bandera LGTBIQ+

Hace un par de semanas, en el Congreso de Diputados, se produjo una intervención del parlamentario Iñigo Errejón que fue conocida y ampliamente divulgada, más que por la intervención en si misma, por la salida de pata de banco de un diputado del partido popular. Una barbaridad dicha por un personaje de los que parece que abunda en ese hemiciclo a tenor de los espectáculos bochornos que cada día nos ofrecen. ¿Recuerdan? Iñigo Errejón interpelaba al gobierno, y al conjunto de señorías, sobre una consecuencia oculta de la pandemia, una pandemia de enfermedades mentales, a la vez que ponía el acento sobre la insuficiente dotación de recursos humanos y materiales que la sanidad pública española dedicaba a la salud mental a pesar, decía él, que buena parte de la población española estaba medicada o se automedicaba por problemas, algunos muy graves, que tienen que ver con lo psíquico. Pues bien, recordarán que cuando finalizaba su intervención un representante del pueblo español ―que representa a esa parte zafia, neardental, chula y poco instruida― le espetó desde el escaño a gritos que “fuera al médico”… una maldita gracieta, aplaudida por demás en la bancada popular y demás hermanos mártires de la extrema derecha. Ese fue el hecho.

Quitando esa desgraciada anécdota, sin la cual es posible que la intervención de Errejón hubiera pasado inadvertida, sus palabras decían, en los pocos minutos de intervención que se tienen en esas sesiones de las Cortes algo que necesita de una parada por lo importante del tema dada la situación en la que se encuentra la salud mental en España en cuanto a la gestión de la misma.

Allá por el ya muy lejano año 1986 se produce un hecho importantísimo en la historia de este país, se aprueba la Ley General de Sanidad que consagraba el Sistema Nacional de Salud como universal, público y gratuito. España pasaba de una situación de casi beneficencia a implementar a partir de entonces un potente sistema que acogía en su despliegue a toda la población a través de la Seguridad Social, y en lo que nos concierne en cuanto a este artículo, establece el derecho de las personas con un trastorno mental a recibir el tratamiento a su enfermedad en servicios sanitarios y sociales en el ámbito comunitario, los servicios de rehabilitación y reinserción social necesarios para su adecuada atención integral. A través de lo que en su momento fueron revolucionarias palabras aprobadas y publicadas en el BOE, se produjo un cambio brutal, necesario y trascendente en la historia de la salud mental en este país: el cierre de los manicomios en los que se encerraba a los enfermos con el único objeto de mantenerlos fuera de la sociedad, sin derechos, recluidos, sin familia, sin futuro.

Este hito en la historia de la sanidad tenía una clara vocación de estructurar la atención a estos enfermos asumiéndolos como lo que son, personas con derechos, con necesidades de afectos, en definitiva trabajar de manera integral para hacerles la vida un poco menos difícil, acabar con la estigmatización de los enfermos, de sus familias…Desgraciadamente hoy, cuando han pasado muchos años de esa necesaria reforma y cierre de los manicomios tenemos que decir, sin ambages, que la reforma se ha quedado corta, que aún no funcionan los servicios de atención a estos enfermos de manera que podamos estar seguros de haber conseguido los resultados esperados, ni la sanidad pública ha dotado de los recursos materiales y humanos necesarios como señalaba el diputado.

Efectivamente, por ejemplo si hablamos de psicólogos en la sanidad pública, resulta que somos parte de la cola en la Unión Europea en estos profesionales por cada 100.000 habitantes, lo cual conlleva un deficiente servicio donde la inmediatez y calidad del tiempo en la atención y el tratamiento debería ser lo prioritario. Si hablamos de psiquiatría estamos igual. La unidades de salud mental en los hospitales son escasas, la estandarización de los protocolos de actuación no distinguen del tipo de enfermo y por lo tanto la administración sanitaria aplica iguales procedimientos para un esquizofrénico que para una persona con otras afecciones podemos decir más leves. La atención de urgencias prácticamente no existe, seguramente es más fácil que te puedan ir a casa una ambulancia si te has caído y se te ha roto un pie que si has tenido un brote psicótico que pone en peligro la vida del enfermo y aterra a sus familiares.

Se quitaron los manicomios, menos mal, pero hoy en día, después de cerca de cuarenta años, no se ha terminado de ofrecer un sistema alternativo que, entre otras cosas, piense en las familias, las cuales en casi todas las ocasiones se convierten en psiquiatras, psicólogos, enfermeros, y en definitivas rehenes involuntarios de unas circunstancias que las sobrepasan.

Por tanto, me quedo con el discurso de Errejón y añado: hagan algo, y no para limpiar las conciencias unos cuantos, sino para atajar un problema que viene de antiguo y que deja desprotegidos a los enfermos y a sus familiares. No hay disculpa, ni hay tiempo, como ya dije la semana pasada, el tiempo y la vida se nos va entre los dedos como cuando cogemos arena de la playa, y por eso no hay perdón en la demora, háganlo por los enfermos, por las familias, por lo que más quieran, pero háganlo.

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído