En estas fechas, después del pistoletazo de salida que da Madrid con su Feria del Libro, se van celebrando estos eventos a lo largo de nuestra geografía. Normalmente, hasta hace bien poco, era la primavera la época que concentraba la mayoría de las mejores ferias, posponiéndose a muy finales de verano o inicios de otoño, aquellas que por no coincidir con otras fiestas importantes de la ciudad prefieren acudir a otros momentos. Últimamente se están organizando en fechas plenamente veraniegas, sobre todo en lugares donde las expectativas de turismo, y en general de abundante público, hace que los responsables de estas ferias vean como una oportunidad de organizar eventos con una gran participación en los meses de julio e incluso agosto.
Todo eso está muy bien y yo diría que la pandemia covid en 2020 hizo darle vueltas a la imaginación, no solo para probar ferias en verano, ya que la pandemia hizo imposible sus desarrollos en la tradicional primavera, si no que de manera absolutamente excepcional, se organizaron ferias virtuales, todo un reto. Eso se hizo en Cádiz, con un gran esfuerzo de los organizadores, y con resultados óptimos en cuanto a las actividades realizadas que permitió, en condiciones difíciles mantener la feria. No obstante, es obvio que las ferias de libros tiene objetivos poliédricos en función del colectivo al que nos vayamos a referir.
Y como lo más importante es el libro, y los libros, por más que nos pongamos a idear una u otra fórmula imaginativa, los tienen los libreros, las editoriales, en definitiva empresas que hacen de su empeño en darnos la felicidad con sus ejemplares a la venta un objetivo que conlleva, irremediablemente, la necesidad de que esos libros no solo se conozcan, que para eso se hacen las presentaciones, firmas...si no que se vendan: Los libreros, sin lo cuales poca feria podemos tener -sería como quitarle una pata a una mesa de cuatro-, lo que tienen es un negocio, un negocio realmente bonito, pero que no quita su necesidad de, para mantenerlo, vender cuanto más, mejor.
Por eso, porque uno de los objetivos de las ferias de libros es la venta de libros. Indiscutiblemente es un objetivo de los libreros. Sacar un cierto beneficio en llevar su negocio a la calle a un stand, llenar estantes de libros, llevar personal para vender, organizar firmas de autores...partiendo de la base que la promoción de la lectura es el objetivo mayúsculo, no tiene sentido una feria en la que los libreros de la ciudad no participen.
Y eso está pasando. Según me cuentan, un año más, y van varios, las librerías de la ciudad de Cádiz, en su mayoría, brillarán por su ausencia en la feria a comenzar en pocos días. Solo un par de ellas o tres a lo sumo tendrán espacio y stand propio en la feria a celebrar en el Baluarte de Candelaria. ¿Desluce eso la feria? Desde mi punto de vista, por supuesto. Que haya un feria del libro sin los libreros nos señala que algo falla, no sé el qué, pero algo está fallando, y no debería dejar de ser un objetivo prioritario el conseguir sentarse con esos empresarios para ver cuales son sus “reivindicaciones” que, una vez cubiertas, posibiliten su vuelta a tan importante evento. Seguramente, me falta información, es algo que se está intentando, pero que, visto lo visto, no se llega al acuerdo o a la situación que solucione tan estrepitoso lunar.
¿Serán los gastos que conlleva la participación? Es posible, e insisto, los libreros no están allí por amor al arte, que también. Bien haría el Ayuntamiento en poner toda la carne en el asador para revertir la situación y que en las próximas ediciones puedan participar todas las librerías de la ciudad. Y bien harían los libreros en comunicar al público en general que necesitan para poder estar en el evento. Todos saldríamos ganando y así justificar el rimbombante “Cádiz, ciudad de libro”.



