Políticos zafios: ¿país zafio?

Han conseguido que nos creamos que lo importante son otras cosas y te lo envuelven de un discurso donde solo los incautos pueden caer

08 de junio de 2025 a las 08:42h
Isabel Díaz Ayuso, en el Parque Warner de Madrid, en una imagen de archivo.
Isabel Díaz Ayuso, en el Parque Warner de Madrid, en una imagen de archivo.

No permita dios ni la virgen del Carmen que yo, desde estas páginas, ni en mi acervo cultural y democrático, cuestione lo que voten los ciudadanos ¡faltaría más! A mí eso que hacen los partidos menos convencido de lo legítimo del un hombre un voto, eso de la gente vota bien cuando me vota a mí o a los míos, y vota mal cuando vota a los otros, no me va. Cada persona vota lo que le da la gana.

Dicho lo anterior, eso no significa que en muchas ocasiones uno no deje de sorprenderse de que se de el sufragio a personas o programas que van en contra de los intereses de uno, como individuo, o de un colectivo específico. Y lo que más me sorprende es que en los últimos tiempos, como ya intenté explicar en estas mismas páginas hace un mes, es que la tendencia histórica, y yo diría normal, de votar por personas capaces, instruidas, de buenos sentimientos, cultas, con buenas retórica y, más que nada, con proclamas y programas que pongan el acento –así era hasta hace no tanto– en lo que ofrece de manera concreta a la ciudadanía, va siendo sustituida por el imperio del malote.

Está de moda ser malo. Está de moda mentir, aunque sean mentiras absolutamente evidentes, se premia la osadía de la mentira –a mí, una persona me llegó a decir que mentir es un forma de libertad: la libertad para mentir–. Es decir que el problema es de quien se cree el bulo, la exageración, la mentira, la barbaridad, la exageración, el exabrupto. Calumnia que algo queda, incluso para los que saben que es una calumnia, mientras beneficie a los míos.

Hoy domingo hay una manifestación en Madrid convocada por la derecha y la extrema derecha bajo el lema Mafia o Democracia, entendiendo que Mafia se refiere al gobierno, al PSOE y socios, y que Democracia es el PP, Vox, Alvise… Y están en su derecho de hacerlo, pero ellos saben que ni el gobierno es una mafia, ni ellos son espíritus puros, seres de luz.

Pero llevan mucho tiempo lanzando esas proclamas catastróficas de un país que, aunque no tienen nada que ver con la realidad, calan en el electorado menos cualificado, aquel que cuando le está lloviendo en lo alto no se lo cree hasta que lo dice el hombre del tiempo, y de aquellos que sabiendo la patraña, no dudan en guiñarse el ojo, sabiendo que esas cosas que dicen, el relato, lo ganan desde el momento en que las terminales mediáticas, empresariales...lo van a difundir de manera yo creo que obscena. Pero, en fin, es lo que hay.

De todas maneras, y fijándome nuevamente, en lo que votamos y el por qué de esos votos, no deja de sorprenderme que la figura estelar de la extrema derecha patria, que no es otra que Isabel Ayuso, base ese estrellato en correlatos absolutamente contrarios a los que normalmente uno fija su voto.

Si normalmente se buscan personas que tengan un pasado laboral o político que, en alguna medida, los cualifiquen para liderar, Ayuso ni tiene un pasado laboral más allá de ser la Community Manager del perro de Esperanza Aguirre, ni destacaba más allá de ser grupi de Casado en Madrid. Si normalmente a los líderes a quienes votamos se les exige educación, Ayuso basa su carisma en ser una maleducada. Si ser una persona instruida es un plus, Ayuso, permítanme, no creo, como ha dicho alguna periodista, que aprobara la selectividad hoy en día. Solo hay que escucharla.

Si un líder es capaz de hablar, bien porque sepa o bien porque es capaz de aprender, como Zapatero en dos tardes, de cualquier tema político, económico, de política exterior…, Ayuso cada vez que habla despierta la admiración de los que la escuchamos hablar y decir cosas absolutamente absurdas sobre déficit público, sobre justicia social, sobre presupuestos, sobre cualquier cosa, haciendo gala y chuleando de su incultura orgullosa. No sabe nada. Si un líder, cuando se enfada o cuando quiere decir algo que tenga su contenido más o menos extraordinario, lo hace acudiendo a un discurso hilvanado o cuando menos que sea bien entendido, Ayuso saca un acento insoportable de choni poligonera, de matona de barrio.

Y por último, sabiendo que efectivamente ella no es dueña de sus discursos, sus “me gusta la fruta”, sus indecencias, su cara de mala baba, su incapacidad de asumir ninguna responsabilidad, su forma de insultar a todo dios, sean políticos, ciudadanos afectados por sus políticas como fueron los ancianos en la residencias, sean quienes sean, cara de rufiana, que todo eso es algo que siendo propio de su ser: zafia, faltona, maleducada, con escasos conocimientos de cualquier cosa –fue extraordinario cuando dijo, y no le dio vergüenza ni nada, que ella se enteró de que en Ecuador se hablaba en español cuando fue de viaje con la Universidad–, es magnificado por un entorno encabezado por su mano derecha e izquierda que no es otro que Miguel Ángel Rodríguez, que ha visto como nicho de votos el que ahora se premia precisamente al analfabeto, al malo, al matón de barrio, a la choni faltona, a la mentirosa, al que odia la igualdad...y la ha convencido de que ella lo único qu tiene que hacer es ser ella misma, que la gestión ya la hacen otros.

Y ha sido tan estricto Miguel Ángel Rodríguez que la ha convencido que haga como él, emborracharse cotidianamente ¡Ya me extrañaba a mí tanta cosa con lo de “libertad es tomar cañas”! Y es que, ya perdida la vergüenza, va a los mitines hasta arriba de alcohol porque a sus huestes les gusta ver a su líder borracha como una cuba. Es libre para emborracharse y para lo que sea. Y si hay que ser una niña malcriada, se es, y que, como ella diría, que se jodan los demás. Supongo que es algo que para la extrema derecha es de gran importancia, ya lo dijo Aznar: “¿Quién es el gobierno para decirme a mí cuantas copas de vino me puedo tomar cuando conduzco?”.

Ya sé que no es lo definitivo para gobernar, que lo importante es lo otro: las prioridades presupuestarias, la seriedad en la política internacional, estar en contra de que maten a los niños en Gaza o en cualquier sitio, la economía, el empleo, el medio ambiente, las políticas de igualdad, contra la pobreza, la sanidad…, sí, eso es lo importante, pero ellos han conseguido que nos creamos que lo importante son otras cosas y te lo envuelven de un discurso donde solo los incautos pueden caer. Pero caen. La política zafia, grosera para un país al que quieren convertir en un país zafio y grosero. Esperemos que la ciudadanía no quierañ

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