La independencia de los tribunales se contrapone al gobierno de los jueces
La independencia de los tribunales se contrapone al gobierno de los jueces

Le han despedido de su trabajo. Después de más de veinte años en la empresa, a través de una fría carta se le comunicaba que en aplicación de una supuesta reestructuración interna quedaba fuera de la actividad laboral. Al paro y con una indemnización ridícula. Por eso ahora se encuentra delante de su abogado especializado en asuntos laborales explicándole su situación que considera injusta y contraria a la ley. Lo hace sudoroso, con los ojos acuosos de algunas lágrimas, a veces furioso, a veces implorante. Está sentado frente al abogado con el cuerpo hacia delante, mirándolo fijamente e intentando ser lo más explicativo posible aunque no puede evitar el mezclar algunas frases de desesperación. El abogado va tomando nota, no lo mira, le interrumpe en varias ocasiones e incluso le llega a casi recriminar que esté tan nervioso y lloroso. Terminan la conversación y el abogado se despide de él comentándole que ya le llamará y ante la pregunta del trabajador sobre el futuro de la posible demanda el letrado hace una mueca y le dice: "ya veremos".

Para establecer una comunicación personal "sana" y productiva es necesario que esta transcurra por el camino de la confianza, la aceptación de la propia comunicación como tal relación entre los interlocutores y por supuesto la aceptación de las circunstancias del otro. Ponerse en su lugar. Esto es la empatía. Todas las personas que nos rodean y que tienen una, aunque sea mínima, relación con nosotros: familia, amigos, compañeros de escuela, de trabajo, jefes, vecinos...ejercen, y sobre ellos ejercemos, una capacidad de influencia. Esa influencia se produce en nuestros pensamientos, opiniones, acciones y deseos. Pero para que esa influencia sea positiva, es decir que sea aceptada o querida, se necesita esa mínima confianza en la relación, algo que nos proporciona la actitud empática. Es, por tanto, la empatía, la comunicación fluida que surge cuando se produce una conexión y comprensión que hace que la comunicación sea a la vez productiva, sencilla y generadora de satisfacción. Todo comunica, como nos enuncia Watzlawich, un gesto, una mirada o ausencia de ella, un carraspeo, una relación postural, un suspiro, el ritmo de la comunicación, en definitiva cualquier componente de la comunicación verbal o no verbal nos crea una impresión y nos asegura una posibilidad de comunicación fluida. ¿No es verdad que algunas personas por muy buenas, bellas o inteligentes que sean, no sabemos porqué nos cuesta trabajo incluso de mantenerles la mirada que no digo ya la conversación? esto pasa incluso sin necesidad de que esa persona nos caiga mal. Es que no hay empatía ni tampoco ese otro fenómeno psicológico que es el rapport, o sintonía entre personas que interaccionan. Y sin embargo hay otras con las que nos resulta fácil tener cualquier conversación, surge, nos sentimos a gusto. Hay conexión, empatía, rapport,  y es por tanto que te gusta estar con esa persona, te ríes, te sientes interesante y a la vez te interesa, te sientes cómodo.

 

Cuando dos personas congenian el lenguaje corporal lo dice todo, incluso aquellas personas que siendo más reservadas o que por sistema toman cierta distancia con el interlocutor son capaces de mostrar señales que te muestran ese congeniar. El cómo te mira, cómo sonríe, sus tonos de voz y todo un conjunto de "síntomas" que son inabordables al bloqueo voluntario.

Corresponder al estilo comunicativo de la otra persona no es imitar a la otra persona, ya se encargaran nuestras neuronas espejo de devolver determinados gestos. Corresponder es una forma rápida de congeniar y es una actividad que en principio es subconsciente (se puede aprender, fíjense los actores) tratando de reconocer y vincular patrones gestuales, verbales...Así, se puede corresponder o de hecho se suele corresponder en respuestas gestuales, movimientos, posición, expresiones. Se corresponde también el ritmo respiratorio, el tono de voz, su ritmo, el volumen, la cadencia de las palabras, los sistemas de representación: visuales, auditivos, kinestésicos. Se puede corresponder también en el léxico, las emociones, la experiencia, los valores.

Correspondencia y sobretodo ponerse en el lugar del otro. Si analizamos las características de las personas a las que, en cualquier campo o actividad, llamamos líderes, de entre las más importantes que seguro aparece el ser empático, de hecho si hablamos de líderes en el campo de la política es manifiesto que seremos más proclives a aceptar y corresponder con aquellos que ejercen su liderazgo haciéndose cargo de la situación y de los sentimientos de los ciudadanos. Un líder tiene que ponerse en el lugar de aquellos a los que lidera, aceptarlos, hacerse cargo de sus expectativas y deseos, y claro tratar de dar respuestas.

El abogado del principio de nuestra historia no se puso en el lugar del trabajador, solo se hizo cargo de su problema desde un punto de vista estrictamente "profesional", los estilos eran contradictorios e independientemente de si ganó o no ganó la demanda, desde luego debería hacérselo mirar, un abogado que no sea empático con sus clientes podrá saber mucho de leyes pero seguro que no conseguirá muchos clientes, de la misma manera que en una relación amorosa, de amistad, de jefes y subordinados…

Esto nos vale para cualquier situación, obviamente, empatía y rapport para un mundo mejor.

 

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