Balance

No desfallezcan, reúnanse en torno a una mesa, recuerden a los seres queridos que ya no están, apuren sus copas, coman y rían que seguro que la fiesta que tuvieron justo anoche habrá tenido el balance de la esperanza

Un brindis con cava para hacer balance.
Un brindis con cava para hacer balance.

No es mala cosa hacer balance. Si lo nuestro es la empresa, un balance es primordial, saber cuánto hemos gastado o invertido y tener claros nuestros ingresos. Las cuentas claras. También el balance es necesario en la gestión política si lo que queremos es dar cuenta o darnos cuenta de si el trabajo tiene más de realización positiva o si por el contrario lo negativo es lo que nos arroja el resultado. Si el balance es político es casi obvio, por lo menos lo que suele suceder que si se trata de balancear lo que hacen los gestores, es bien sabido que el resultado que nos ofrecerán será positivo y si el que hace el balance es el contrincante el resultado será negativo. Así es desde que la humanidad es y así seguirá siendo.

Hacer balance, es una forma de nostalgia; repasar, en el caso que nos ocupa, lo sucedido en el año, dividiéndolo en lo que nos ha hecho más felices y en aquello que nos ha deparado mayor grado de insatisfacción o directamente nos ha hecho sufrir. No hay medias tintas, cuando uno se pone a repasar lo vivido no hay tonos grises que, en definitiva, son los más abundantes, aquellos días que no recordamos fundamentalmente porque los vivimos con normalidad, la reconfortante normalidad del paso del tiempo. Sin embargo, como seres de emociones y pasiones, nos detenemos en aquellos momentos, en aquellas escenas −porque la vida recordada son escenas como de un teatro, como de una película− que nos hacen sentir desgraciados y palpitamos de gozo con aquello que nos ha colmado de dicha. Somos así, pendulares, extremos, vividores radicales que no aceptamos un aprobado raspado, como dicen: o puerta grande o enfermería.

No hay año peor que este, y no lo hay mejor. Hemos padecido hace simplemente dos años una pandemia, algo terrible, tanto, que solo los más viejos de nuestro solar patrio recuerdan mayores penalidades de guerra o posguerra, pero sin embargo seguro que tú, o tú, quizás aquel o ellos han tenido un año pésimo. Pero es muy posible que también alguno de ustedes crea que han tenido un año maravilloso. En fin, hacer balance tiene eso, que cada año sacamos los trapos viejos de aquello que creemos que con el simple acto de tomar doce uvas sin desmayarse o desear con todas tus fuerzas que el año que entra sea todo un cúmulo de dichas −llámese salud, dinero, amor…− va a hacerse realidad ¿no os parece tierno? Somos tan inteligentes, cultos, buenos personas, tan racionales…y a la vez es enternecedor saber que también somos unos ingenuos que creemos, como los niños pequeños, que lo que pensamos va a ser lo que ocurra. Es realmente caprichosa la mente humana, como somos capaces de reunirnos en torno a esos íntimos deseos que por más íntimos que nos parezcan, son los de toda la humanidad: Paz, amor, alegría…y todas esas cosas tan importantes que queremos que sucedan para que el balance de dentro de doce meses sea mejor que el de hoy.

No desfallezcan, reúnanse en torno a una mesa, recuerden a los seres queridos que ya no están, apuren sus copas, coman y rían que seguro que la fiesta que tuvieron justo anoche habrá tenido el balance de la esperanza.

Por todo lo dicho y porque os quiero, deseo que hayáis entrado con buen pie en este año y que vuestro balance dentro de trescientos sesenta y cinco días sea tan positivo como vuestros deseos.

 

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