Una familia afgana, recientemente, en una imagen de UNICEF.
Una familia afgana, recientemente, en una imagen de UNICEF.

En estos últimos días se nos está informando de que en Afganistán, los Talibanes están a punto de tener el control total sobre la mayor parte del territorio. En el momento que escribo estas letras las noticias hablan de una inminente caída de la capital, Kabul, en mano de el grupo radical Sunni. 

Hace veinte años, Estados Unidos, comenzó una guerra contra esos Talibanes como efecto de su cobijo a Ben Laden y por tanto como represalia a los atentados del 11 de Septiembre. Antes los talibanes habían conseguido controlar el territorio e implantar la Sharía, que es la ley islámica y, por tanto, condenar a su población a vivir entre prohibiciones, censuras, comportamiento arbitrario de las autoridades, obligados a asumir lo musulmán como único medio de vida, de control absoluto. Fue una vuelta a la edad media. Las mujeres volvieron a ser, si es que alguna vez lo habían dejado de ser, prácticamente un objeto de decoración, sin derecho...

Los Talibanes, los “estudiantes” en lengua Pastún, abrazaron los términos más radicales del Islam, como puede ser el de la guerra santa o Yihad, donde cualquiera que no asuma sus preceptos en su totalidad es declarado inmediatamente infiel y por lo tanto debe ser eliminado. 

Más allá de consideraciones ética e incluso políticas, la retirada del ejército de los Estados Unidos del territorio Afgano después, como hemos dicho, de veinte años, acompañada de otras retiradas que ya se han producido, España por ejemplo, ha venido a suponer lo mismo que cuando a finales de la década de los ochenta, la Unión Soviética se retiró de esos territorios: inmediatamente las facciones más extremistas de los musulmanes se hicieron fuertes en el territorio a través de su política de terror. Ahora está pasando lo mismo. Volverán las Madrasas, las escuelas musulmanas donde se afanan en construir a ese tipo de fanático religioso que odia cualquier manifestación de libertad o divergencia. Son escuelas de adoctrinamiento donde se forman a analfabetos dispuestos a morir y matar por Alá.

Tenemos, el mundo occidental, la responsabilidad de que nuestros sistemas de libertades nunca se puedan contaminar con este tipo de enseñanzas, y tenemos suerte de que la mayoría de la población rechaza cualquier marco ideológico o de instrucción a la ciudadanía que pase por el radicalismo religioso. Así es, y así debe seguir siéndolo.

En España se supone que está claro: la Constitución establece claramente que “no” somos un estado confesional, esta consagrada en su articulado la separación de la iglesia, se supone que la católica, y el estado. Tenemos, porque así queremos ―menos mal―, libertad de expresión, no hay censura, se propicia la igualdad de todos los españoles y españolas, en definitiva vivimos en un país democrático. Por eso me extraña, aunque la verdad, poco a poco, ya no me extraña nada que, desde algunas opciones políticas se insista en vincular, una vez más, la intolerancia y la religión como dos principios básicos de convivencia ¡¡¿alguien lo entiende?!! Yo no entiendo, solo como ejemplo, que el Partido Popular diga públicamente que enseñar valores democráticos y constitucionales en los colegios es adoctrinar ¡¡¿alguien lo entiende?!! Yo no entiendo como, sumado a lo anterior, piden que, como ya hicieron cuando gobernaron, se incluya la asignatura de religión como evaluable de cara a las pruebas de selectividad en las medias de notas de bachillerato ¡¡¿alguien lo entiende?!! otra cosa: esto de que no se pueda hacer carteles con alegorías a aspectos de la religión, léase la última censura de un cartel de un concierto en el que aparece la cantante Zahara en una pose que recuerda a las representaciones de la virgen maría, es un auténtico despropósito, más que nada porque los mismos que han puesto el grito en cielo por ese cartel son esos cristianos de pacotilla que ante las últimas agresiones a chicos y chicas gays o transexuales, han mirado para el lado e incluso los han justificado.

¡¡¿Alguien lo entiende?!! Yo no lo entiendo, más allá de que para mi gusto, la libertad puede tener límites cuando se hace propaganda y proselitismo del odio. Todo lo demás es lo que hacen los talibanes en las Madrasas. 

Por tanto, se sea musulmán, cristiano, judío, o mediopensionista, espero que esto podamos cortarlo antes de que nos devuelvan a esa etapa tan dorada para todos los radicales como es la edad media. Y sí, en los colegios se enseñan valores, democráticos y constitucionales, y si al PP ―a la dirección, puesto que conozco a muchos militantes e incluso dirigentes del Partido Popular que en absoluto están en esta deriva autoritaria y de vuelta a la caverna de su partido― le parece eso adoctrinamiento, es que definitivamente han perdido el juicio...el político por supuesto. ¡Mira que querer convertir nuestros colegios en Madrasas Católicas! Ay, Ay. Las diferencias son casi de matiz: Talibanes al fin y al cabo.

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