¡Vaya siglo XXI!

Sebastián Chilla.

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

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Cortinas de humo, tópicos y discursos fáciles que nos precipitan de nuevo hacia lo impensable, es decir, hacia el caos. Como si nada hubiéramos aprendido.

Recuerdo lo que nos decían de pequeñitos a los nacidos a finales de siglo (no sé si considerarnos millennials): ¡son cosas del siglo XX! Esa centuria caracterizada por las grandes guerras, los genocidios, los autoritarismos o la pobreza extrema y por remontar en la segunda mitad de siglo —o eso nos hacían creer— con el auge de las libertades civiles, sociales y el estado del bienestar. Y así nos criamos con el anhelo y sueño de un mundo mejor.

Hoy, también víctimas del capitalismo feroz —aquel que también llevó al caos al mundo occidental, por ejemplo, en el periodo de entreguerras—, nos preguntamos qué nos deparará el futuro inmediato a nivel internacional. El austericidio, la deslocalización, la desregulación, la globalización y el corporativismo son fantasmas que destruyen el interés de una sociedad más colectiva con la ambigüedad de lo impersonal, de lo individual y de lo etéreo.

Al mismo tiempo, la “mano invisible” de quién sabe quién fomenta día tras día otro tipo de sentimientos y pensamientos que pese a su apariencia distan mucho de ser colectivos: el nacionalismo, la xenofobia, el conservadurismo y el tradicionalismo más casposo, ese que de forma superficial viene a echar las culpas del declive moral, social y económico al vecino de la esquina sin buscar a los verdaderos culpables.

Cortinas de humo, tópicos y discursos fáciles que nos precipitan de nuevo hacia lo impensable, es decir, hacia el caos. Como si nada hubiéramos aprendido, volvemos a echarnos los trastos a la cabeza y participamos en discursos y formas de proceder que echan por tierra cualquier atisbo de utopía. Lo que pasó en el siglo XX (y en siglos anteriores) no fue cosa del pasado. Encendemos la radio y parece que la amenaza de una cruzada religiosa, una guerra mundial o un nuevo caudillo disfrazado de líder espiritual está más viva que nunca. ¿Hacia dónde camina este nuevo siglo XXI, que tan poco tiene de nuevo y tanto de anticuado?

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