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El 6 de enero se levantó un fuerte viento por la noche. Todo el mundo corrió a refugiarse en sus casas y yo me quedé allí plantado, en mitad de la calle, mientras la gente disfrutaba de la comodidad de sus hogares y de los regalos que habían recibido, los más afortunados, por la mañana. Me quedé solo... Y solo sigo. Alguna vez, alguna tarde, alguien se ha acordado de mí y de hecho he vuelto a lucir con el fulgor con el que lo hice las pasadas semanas aunque, en teoría ya no me correspondía -yo creo que ha sido más por despiste que por otra cosa- así que no me quejo, de verdad, no me quejo. Sé que Jerez me ha dado mucho, más tiempo y más protagonismo del que cabría pensar, y le estaré eternamente agradecido. Lo que ocurre es que el tiempo pasa y empiezo a sentir, no sé, una especie de come-come en mi interior… empiezo a sentir que estoy fuera de lugar, que mi tiempo ya pasó. Que soy un anacronismo, vaya. Veo como la gente pasa deprisa por la plaza o se sienta tranquilamente en las terrazas a disfrutar del sol con una cervecita y yo sé que ya no debería estar ahí, formando parte de sus vidas. Es cierto que a veces siento que me tienen cariño, noto cómo me miran con una mezcla de curiosidad y embeleso, sobre todo los niños, las personas mayores y los mendigos, pero hay otras ocasiones, sobre todo cuando llueve, en que la gente pasa corriendo. Hombres y mujeres cubiertos con sus capuchas, protegidos con sus paraguas, que cuando están a punto de toparse conmigo me miran como diciendo ‘pero quién ha dejado aquí esto’. Así es. Y yo los comprendo, ¿eh? Pero no es culpa mía. Ya digo que agradecí como si fuera un condenado a muerte los días de más que me concedieron, la prórroga que me han dado pero, como toda prórroga, debe tener un final, porque no ha sido un indulto, al menos que yo sepa, a mí nadie me lo ha comunicado. De verdad, querría volver ya pronto al almacén y llevar allí una vida sencilla, sin sobresaltos, y si dentro de diez meses tengo que volver, pues se vuelve, ya digo que estoy muy agradecido al pueblo de Jerez, pero esta prolongación de mi estancia está empezando a provocarme un serio problema de identidad. Muchas gracias por todo.

Atentamente,

Fdo: El Árbol de Navidad de la Plaza del Arenal

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