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Tal es el alto concepto de sí mismo que tiene el personaje que para medir la valía de Iñigo se utiliza él mismo y su categoría profesoral como unidad de medida.

Reconozco, no sin un cierto pudor, que me costó terminar la entrevista que Huffington Post publicaba días pasados. Me refiero a la que Esther Palomera realizó a la mente más genial e incomprendida de la política española. Me refiero al supuesto outsider de la política española, entendiendo como tal a todo aquel que observa un grupo desde fuera, en su caso desde el cielo, el sin par e inigualable Juan Carlos Monedero.

De hecho reconozco que a pesar de la maestría y excelencia periodística de Palomera no pude sobrepasar con éxito el primer tercio de esa entrevista. El neurocirujano que desde septiembre cuida del normal funcionamiento de mi sistema nervioso me había advertido que determinados excesos podían afectar negativamente la progresión del trabajo que con tantas dificultades había llevado a cabo en mi estructura medular.

Así que cuando la saturación de esa conjunción planetaria de egolatría, cinismo y desprecio por el sentido común superó los límites permitidos por mi complejo neuronal, me dije a mí mismo, Paco hasta aquí hemos llegado, no sin poder evitar que me invadiera una cierta compasión por la entrevistadora pensando en el tiempo que habría empleado cara a cara frente a aquel aprendiz de Alfonso Guerra que a lo más que ha llegado hasta el momento es a la peor versión de Julio Anguita.

Resultaba cuanto menos sobrecogedor leer que en Podemos las fricciones internas, bella forma de describir los navajazos intestinos, no son sino la mejor forma de buscar los equilibrios, mientras en otros partidos, por un casual el mío, son la manifestación más viva de nuestras contradicciones internas y de la podredumbre de nuestro pasado y de nuestro permanente ejercicio de retorno.

No voy a cansar a los lectores con más argumentaciones de tan sabia naturaleza, si acaso tan sólo una más, refiriéndose a quien, a lo largo de lo que conseguí leer antes de tirar la toalla, dedica una buena parte de sus argumentos denigratorios, me refiero a Iñigo Errejón y su hombre en la tierra Sergio Pascual, a quienes considera los grandes culpables del “desviacionismo” del partido del color del Jueves Santo. A este último le llega a acusar de traición a los principios fundacionales del 15M que cada vez se parecen más en lo estético, sólo en la estético de la denominación, a aquellos otros principios fundamentales que dominaron la política española durante décadas que parecieron siglos.

Pero yo también me he desviado de mi argumento, debe ser por lo de Pascual, y no quiero terminar siendo acusado de traición a mis principios en atención a mis perversos fines. Tal es el alto concepto de sí mismo que tiene el personaje que para medir la valía de Iñigo se utiliza él mismo y su categoría profesoral como unidad de medida, lo que traducido resulta que si alguien es uno de los alumnos más valiosos de Monedero, el gran profesor, en consecuencia uno es una persona valiosa. A esto, en lenguaje popular, se le llama ser nieto y no tener abuela, lo que de acuerdo con los principios de la lógica se denominaría silogismo falso.

Pero si ya de por sí las respuestas de Monedero me provocaban hartazgo no fue esa la única causa de mi legítimo y honorable abandono. La decisión se vio reforzada por el hecho de haber leído poco antes la noticia que publicaba la prensa provincial, y que ha tenido eco nacional, sobre la pareja que interpelaba al alcalde de Cádiz, el popular Kichi, al inicio del último pleno acusándole de haber abandonado sus promesas de “techo y comida” en un ejercicio de “desviacionismo institucional” impropio de quien había hecho del “por Cádiz si se puede” su grito de guerra electoral, imperdonable querido Jose María Gonzalez.

Siempre he oído cómo se intentaba justificar lo injustificable con ese aforismo cásico de que el papel lo aguanta todo, lo que no podía imaginar nunca es lo que es capaz de soportar el plasma de la pantalla del portátil cuando uno lee estas cosas en la prensa digital…

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