Superhéroes

Sebastián Chilla.

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

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Esperamos un año en lo político lleno de congresos y de dudas en cuanto a las caras que dirigirán cada uno de los cuatro mayores partidos a escala nacional.

Iglesias o Errejón. Díaz, Sánchez... o Patxi. Rivera... o no sé quién. Rajoy o Aznar... y tal. Los medios de comunicación tratan a los líderes (o aspirantes) de los principales partidos de España como si fueran superhéroes. El sensacionalismo, que también hace mella en el seno de la actualidad política, es su móvil. Hace tiempo que dejó de importar el proyecto, la alternativa o el debate. No es su lucha. Parece que interesa que se vea a la política como un espectáculo de lucha de titanes. A lo liga de fútbol –la mayor parte de la prensa deportiva ya no habla ni de tácticas, ni de estrategia, ni de proyecto deportivo-, la política es entendida como una carrera de fondo en la que hay ganadores y perdedores. El éxito o el fracaso es cuestión de liderazgo, de caras viejas o nuevas, desgastadas o renovadas.

Y en esas estamos. Esperamos un año en lo político lleno de congresos y de dudas en cuanto a las caras que dirigirán cada uno de los cuatro mayores partidos a escala nacional. Preocupado por ello, en el PSOE se preguntan (o venden que eso se preguntan) qué puede fallar tras haber echado por la puerta de atrás a un líder elegido democráticamente por sus militantes (por segunda vez) para dar paso a un gobierno del Partido Popular. ¿No era Pedro lo suficientemente guapo? ¿Deberían haberse quedado con Rubalcaba? Susana Díaz, la reina del cortijo, se presenta como la salvadora de un partido al que sólo le queda, como si fuera poco, el apoyo de los grandes medios que ven al PSOE como una balsa socioliberal frente al cambio. No me cabe ninguna duda que estos harán todo lo posible por reflotarlo.

En Ciudadanos, por su parte, se plantean cómo salvar los muebles y vender su discurso de centro democrático de toda la vida tras haber mentido descaradamente durante dos años... ¿de qué comerán ahora? En el PP  continúa el eterno debate de Rajoy sí, Rajoy también pero la sombra de Aznar es alargada (y democrática, y liberal, y tal y cual); mientras que en Podemos sigue la dicotomía Pablo/Íñigo con matices de orientación política que trascienden –menos mal, aunque en gran parte electoralistas- lo estético. “¿Qué pasará?”, se preguntan en todos los debates, si pueden denominarse así, de radio y televisión.

Nada. No pasará nada más allá de crear una nueva y mayor desafección de la gente con respecto a la política, algo que, por cierto, ha aprovechado y va a seguir aprovechando el sistema y sobre todo el Partido Popular como máximo representante. Algunas caras cambiarán y otras se quedarán en lo que es el toma y daca de la política convencional. Mientras, la precariedad sigue aumentando y los servicios públicos sufren el desgaste (buscado) de un ejecutivo con un programa ideológico regresivo y conservador en consonancia a unas directrices neoliberales impuestas desde Bruselas. Y si en unos años sale mal la cosa ya buscarán a la Susanita o al Riverita de turno. Visto y no visto. Una mentira, ocultada o repetida mil veces, se convierte en verdad. El error, para una alternativa real y de izquierdas, sería no desentenderse y entrar en ese juego de  estrellas y superhéroes. Persigamos aquello de “programa, programa y programa”.

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