Un oficio en el que ya de por sí siempre se ha cobrado poco y se ha trabajado mucho, a lo que se le suele dar el triste eufemismo de vocacional.
El amigo Denzel Washington ha sido el último en sumarse a la lista de actores de Hollywood que, dando la vuelta a la tortilla, se convierten en críticos de Periodismo rememorando lecciones de la Universidad que teníamos olvidadas. Por supuesto ha sido muy aplaudido por el público físico y virtual, al que le mola que un actor oscarizado y famoso ponga voz a sus pensamientos: “No importa que hagas mierda, lo importante es ser el primero en todo, en dar la noticia”. Más o menos esto es lo que ha venido a decir. Hay cosas con las que es difícil no estar de acuerdo, sobre todo porque resultan de una obviedad aplastante.
Es como si le dijéramos a los actores que al interpretar sus papeles no importa solo lo bien que lo hagan, sino que se atengan a la persona que hay detrás del personaje cuando representan, por ejemplo, un papel biográfico. Y dadas las ovaciones multitudinarias que reciben unas declaraciones como éstas, no dejo de pensar en la mala prensa, valga la redundancia, que tiene esta profesión. De hecho, me viene a la memoria que hace tiempo también Russel Crowe le recriminaba a una reportera que no hiciera bien su trabajo, con bronca radiofónica en directo incluida.
Diezmar es una palabra que se queda bastante corta para describir la ferocidad con la que se ha cebado la crisis con esta profesión. Un oficio en el que ya de por sí siempre se ha cobrado poco y se ha trabajado mucho, a lo que se le suele dar el triste eufemismo de vocacional. Luego, con la llegada de los medios digitales, ya no solo se trata de que el periodista pueda ser el primero en dar la noticia, como dice Denzel, sino que cualquier usuario de las redes sociales puede atribuirse dicho honor, escudado encima en el anonimato. Y lo malo no es que venga ahora el star system a dar lecciones de ética, sino contemplar lo poco que la gente nos quiere. Sentirse una especie de estafermo contra el que rebotan gran parte de la frustración y la indignación de esta sociedad. Lejos han quedado los tiempos en los que un tal Woodward y un tal Bernstein dignificaban el Periodismo destapando el caso ‘Watergate’ y recibiendo, de paso, la réplica cinematográfica de Dustin Hoffman y Robert Redford. Al final, parafraseando al actor negro más reconocido del Hollywood actual, llegará el día en que no solo estaremos “mal informados”; es que ni siquiera estaremos informados.
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