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"Conocemos perfectamente que ésta es la paja y que el grano, la remunicipalización, proyecto simbólico  y mascarón de proa de la política del gobierno sigue en el disparadero..."

Mientras Cataluña hace vivir a la nación los días más delicados de su reciente democracia,  los asuntos principales de nuestra ciudad están encarrilados y podemos dedicarnos a lo verdaderamente importante. 75 minutos dedicó el Pleno de Cádiz  a un tema clave que va a cambiar para siempre la vida de los gaditanos (y gaditanas): reprobar a Teófila y Romaní. Y por vía de urgencia, que estas cosas no pueden esperar. Ya hace unos meses demostramos que no tenemos asuntos de los que ocuparnos más trascendentales que poner la cara colorada a David Navarro. Como dirían los ultras de fútbol ¡vamos por otro! Pom pom pom pom. 

Lo noto en la gente de la ciudad. Aparte de que el Cádiz remonte el vuelo, y saber cómo se van a configurar los contraaltos de las próximas comparsas, esto es exactamente lo que nos preocupaba, lo que estábamos esperando de nuestros políticos: que se reprueben entre ellos. Una especie de circo romano con tele y redes sociales. Circus 5.0, ó 0.5 para que tenga rima, en que se despellejen entre ellos para deleite del personal. 

Pero no se crean que esto es solo mérito de nuestros representantes municipales. Por acción u omisión, somos los ciudadanos los verdaderos artífices de este éxito democrático. Votamos lo que votamos, y lo que hay es una representación de lo que somos. Con alguna oveja negra, los mismos que hemos dado difusión, hemos comentado y viralizado este chusco y gratificante episodio de demostración de léxico descalificatorio en el Salón de Plenos, somos perfectamente conscientes de lo que realmente se debatía ese día y por eso nos centramos en la anécdota. Conocemos perfectamente que ésta es la paja y que el grano, la remunicipalización, proyecto simbólico  y mascarón de proa de la política del gobierno sigue en el disparadero, con reticencias de buena parte de quienes han de ser sus máximas beneficiarias, las trabajadoras (y trabajadores) y que por ello se originan episodios que muestran el ingenio e imaginación de nuestro alcalde a la hora de interpretar el reglamento de funcionamiento de las sesiones con tal de que no se detenga este particular procés.

Déjenme además que también destaque la contribución de los míos, los periodistas. Somos capaces de encontrar la cara banal y divertida de cualquier asunto sin necesidad de entrar en el meollo para satisfacer los gustos del consumidor, al que le encantan estos vericuetos. Muchos se obstinan en ir al grano y les leen cuatro. Se lo tienen merecido. En Cádiz somos más de pajas. 

Con este panorama, para acabar, me pongo serio, porque voy a citar a Lapido: “Nadie estaba en su puesto en el momento del naufragio/ la tripulación bebía y bailaba el capitán/ unos dicen que era un vals, otros que sonaba  un tango/ cuando a todos ellos, se los tragó el mar

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