Si Florence levantara la cabeza

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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Pero el verdadero problema de la profesión radica en nosotros mismos. Porque lo peor de todos estos estigmas es que algunos llegamos a creérnoslos.

Hoy 12 de mayo se celebra el Día de la Enfermería, coincidiendo con el aniversario del nacimiento de Florence Nightingale, creadora del modelo conceptual y “madre” de la enfermería moderna.Y siendo como soy, enfermero de profesión/vocación, no puedo resistirme a hacer esta reflexión en voz alta. Si ella levantara la cabeza, seguramente se sorprendería mucho y bien de lo que la enfermería ha avanzado en las últimas décadas. En varios niveles, el crecimiento de la profesión ha sido exponencial, pasando de una presencia meramente asistencial en hospitales y centros sanitarios, a intervenir directamente en los cuidados a domicilio y en actividades científicas e investigadoras que, en muchos casos, coloca a la enfermería a la vanguardia en diversos campos hasta ahora vetados para nosotros.

Porque si algo define a la enfermería son palabras como dinamismo, inquietud, afán de superación, inconformismo… aunque por desgracia ahora se relacione más con desgraciados conceptos como recortes, sobrecarga de trabajo, falta de reconocimientos, agresiones, etcétera.

A estas alturas de la película, y a pesar de lo avanzado, seguimos luchando contra una imagen estereotipada de “secretaria del médico”, y tenemos que aguantar apelativos cariñosos como “pinchaculos” que dicen más de quien lo pronuncia que de quien lo soporta. La sociedad sigue viéndonos como el “hermano tonto” de la medicina; el que estudia enfermería, lo hace porque “era más torpe y sacaba peores notas que el futuro médico”, cuando la experiencia, y sobre todo la nota de corte de selectividad, indican todo lo contrario a lo largo de muchos años.

Pero el verdadero problema de la profesión radica en nosotros mismos. Porque lo peor de todos estos estigmas es que algunos llegamos a creérnoslos. No hay peor enfermera que la acomplejada. No hay peor enfermera que la que se cree inferior. En esta jodida sociedad donde todo se mide por la “verticalidad” de los estamentos, nos hemos olvidado de la importancia de la “horizontalidad”, el único camino posible para concienciar como es debido sobre el trabajo en equipo, la atención multidisciplinar y el reconocimiento propio y mutuo.

Si Florence levantase la cabeza, renegaría de actitudes pasotas, anquilosadas, enquistadas en las viejas costumbres y hábitos, y en vez de echar aceite a los engranajes viejos, mandaría a tomar por culo la maquinaría entera… y a empezar de cero. Nuestro trabajo es el paciente: proporcionarle dignidad en los peores momentos de su vida.

Y para cumplir con esta maravillosa misión, debemos andar a zancadas en vez de arrastrar los pies por el suelo al compás que nos marcan, porque son muchos y graves los problemas que aún afectan a nuestra profesión; y no estamos ni para bromas ni para fiestas. Esto no se arregla con tostadas gratis para clases elitistas de estómagos agradecidos. Esto se soluciona como siempre hicimos… remangándonos y apretando dientes; luchando por lo que nos pertenece.

El Día de la Enfermería es para recordar de dónde venimos, pero sobre todo para reforzar la idea de dónde queremos llegar y qué debemos recuperar por el camino.

Y el resto de fiestas, farorillos, jaranas y fuegos de artificio, mejor lo dejamos para la Feria.

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