Planos de una vivienda bioclimática.
Planos de una vivienda bioclimática.

Sostenibilidad, viviendas bioclimáticas, energías renovables, materiales ecológicos, reciclaje… son términos que en los últimos años se han impuesto en nuestro día a día. Hace muchos años que se vienen haciendo estudios en materia medioambiental y ninguno de ellos es nada halagüeño, somos más de 7.000 millones de habitantes en la tierra, generamos demasiados residuos, contaminamos lo que ya no podemos, y explotamos los recursos que ya no tenemos; la tierra es finita y cuando se acabe; aunque sea redundante, se acabó; no hay más.

La arquitectura bioclimática tiende a poner un poco de orden en este caos. Su funcionamiento es simple, partiendo del clima reinante, se intenta conseguir una temperatura interior aproximada de 22 grados tanto en invierno como en verano. Para ello se aprovecha la iluminación natural para calentar la vivienda en invierno y que este calor llegue a los muros (acumuladores de temperatura) para seguir teniendo ese calor una vez el sol deje de entrar dentro de la vivienda. Por el contrario, en verano utilizamos elementos de sombra para conseguir que los rayos solares se queden fuera, siendo estos, voladizos, toldos, emparrados, etc.

Generalmente para la construcción de estas viviendas se utilizan muros de gran anchura, siendo de piedra, ladrillo macizo o tierra apisonada, materiales estos de una gran inercia térmica. Cuentan también con una ventilación cruzada, consiguiéndolo a través de las ventanas y puertas así como a través de trampillas estratégicamente diseñadas, haciendo recircular el aire continuamente.

Para dotarlas energéticamente, normalmente se utiliza energía solar térmica, o geotermia para la calefacción, y energía fotovoltaica como energía eléctrica. Para el agua se utilizan colectores que recogen el agua de lluvia en aljibes para su posterior utilización. El modelo de casa romana es un excelente ejemplo de vivienda bioclimática, y ya mejorada, la de los árabes que habitaron en nuestra tierra y que tanta impronta han dejado en nuestra manera de vivir.

En cuanto a la sostenibilidad se tiene en cuenta el impacto que va a tener el edificio durante todo su ciclo de vida, desde su construcción, pasando por su uso y su derribo final. Este pequeño ejemplo de cómo funciona una vivienda bioclimática es totalmente extrapolable a un edificio, a un barrio y al final a una ciudad.

Si salimos de nuestra ciudad a visitar cualquiera de los pueblos del mundo rural, podemos ver la calidad de vida de la que disfrutan, y nosotros los ciudadanos que estamos acostumbrados a la velocidad de todo; semáforos, autobuses, metro, ascensores…., además del ruido, (soportamos una contaminación acústica sin precedentes), en definitiva, el stress, vemos con cierta incredulidad que todo tiene otro ritmo, parece que traspasamos el umbral de otro mundo.

En el quehacer diario de un pequeño pueblo rural, por ejemplo en verano, vemos que se levantan muy temprano, abren las ventanas y puertas de par en par, baldean y limpian las aceras, cada familia encala su fachada cuando llega su momento; No necesitan barrenderos, y el pueblo luce maravilloso; cada uno en su parcela hacen el conjunto del pueblo…

Para las ciudades los arquitectos y urbanistas tienen mucho que decir, se pueden rehabilitar edificios de manera bioclimática y sostenible, se pueden dotar los barrios de parques y jardines, pudiendo ser estos en fachadas y azoteas, diseñar nuevas calles y dotarlas de más luz. Hay que fomentar la convivencia entre las personas a través de la arquitectura.

Tenemos que pensar que la ciudad es para las personas, no para los vehículos, se necesitan muchos kilómetros de carriles bici, grandes acerados y zonas de sombreado y soleamiento. Habría que hacer del transporte público eléctrico, la base en la que sustentar la movilidad de los ciudadanos. Los arquitectos tienen que pensar en realizar viviendas en las cuales el gasto de energía sea residual.

Vemos día a día como en las grandes ciudades, y tristemente cuanto más grandes son éstas, más lo vemos, como se construyen edificios de una forma desmedida, normalmente con formas sinuosas y grandes acristalamientos, primando más el diseño, que la habitabilidad de los mismos.

Estos edificios, ya desde su construcción necesitan un presupuesto económico y una cantidad de energía que puede doblar y triplicar la de cualquier edificio “normal”, así mismo requieren de un gasto energético increíble, necesitando cantidades ingentes de energía para enfriar y calentar según el clima, dicho edificio, pero ¿A qué precio?, ¿Es ese el camino?...

Es fácil pensar que estamos ante un problema político, como todo lo que conlleva el cambio climático. No obstante un cambio de actitud a nivel de ciudadanía, es donde todos y cada uno de nosotros tenemos mucho que decir, imitando con sus limitaciones, por ejemplo, la forma de vida del medio rural, sería un buen comienzo. Podemos empezar por tanto, por nuestros propios actos.

Para concluir, el cambio climático es imparable, pero se pueden realizar muchas cosas para paliarlo a todo los niveles. Esperemos que se tome conciencia lo antes posible. Porque ya llegamos tarde, demasiado tarde…

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