Este artículo trata de plantas aromáticas y quiere ser mi aportación a la sección Savia Rural, un texto que es en realidad un reconocimiento a los hombres y mujeres que en los montes de toda nuestra geografía, han segado las plantas aromáticas con la fuerza de sus brazos, la ayuda de una hoz y la protección de dediles o zoquetas, para extraer la esencia de la tierra.
Durante siglos la naturaleza ha sido proveedora de los fármacos que tanto animales como humanos han necesitado. La humanidad ya utilizaba los aceites esenciales extraídos de las plantas aromáticas 3.500 años antes de Cristo, los Egipcios fueron los primeros en hacer uso de ellos, utilizaban la aromaterapia con fines religiosos, medicinales y cosméticos.
Más en nuestros tiempos, entre los años 50 y 60 en los montes de la Sierra de Alcaraz y Campo de Montiel, en el entorno de las Lagunas de Ruidera, una joya de nuestro patrimonio natural, donde de forma silvestre crecen plantas aromáticas como romero, tomillo, mejorana, manzanilla silvestre y espliego, se intensifica la recogida y transformación de las plantas aromáticas por el alto interés de este producto en la industria de perfumería y farmacéutica. España llegó a ser uno de los principales países productores a nivel mundial. En pueblos como Ossa de Montiel y entorno a Alcaraz, era frecuente encontrar calderas portátiles donde los habitantes de los pueblos, hombres, mujeres y niños entregaban la planta y a medida que las cargas iban llegando a la caldera, se procedía a su destilación y obtención de los preciados aceites esenciales. Hoy en día ya casi no se aprovecha estos inmensos recursos de flora autóctona por el esfuerzo que supone su recolección.
Durante décadas la industria de la destilación que dio trabajo a muchos pueblos de nuestra geografía ha estado desaparecida, aunque una nueva corriente empieza a despertar con los cultivos de plantas aromáticas y más concretamente con los cultivos de las lavándulas. Las buenas condiciones de nuestras tierras en cuanto a suelo y clima hacen que podamos observar en los meses estivales, la estampa de los mantos morados de flor de lavanda, cada vez más frecuentes en nuestros campos.
Este cultivo se extiende por toda la península como una alternativa a los cultivos tradicionales, teniendo como otro punto a su favor el que requieren de una transformación en la zona, al tener que ser secado o destilado favorece la industrialización, así el valor añadido y el empleo repercute en la zona rural.
Por otro lado, está la posibilidad de producir este tipo de cultivo de forma sostenible, optimizando los recursos naturales y respetando el medio ambiente. Se pueden producir bajo prácticas de agricultura ecológica ya que este tipo de planta no es muy sensible a enfermedades y plagas, lo que le dará un plus en su comercialización tanto en precio como en diversificación de los mercados.
Empresas familiares como la nuestra, Peñarrubia del Alto Guadiana con su proyecto Guadianaecológico.com en Ossa de Montiel (Albacete), un proyecto de toda una familia, hoy en segunda generación, donde se aúnan una actividad agraria ecológica y la transformación de sus productos en una industria sostenible, con una línea de ecoturismo, promoción y comercialización directa al consumidor, hacen con ello realidad la fijación de la población y el desarrollo de la comarca incrementando el valor del territorio por la creación de empleo y riqueza.
Aprovechar esta oportunidad de mercado para acoger en las zonas agrícolas este tipo de cultivo, así como los recursos vegetales de bosque y pastos, parece una buena opción para crear oportunidades en algunas zonas rurales.
Desde la Fundación Savia se trabaja para garantizar que actividades dignas por su contribución a preservar la biodiversidad y el medio rural, sean reconocidas.
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