Oro del desierto, un aceite único en Tabernas, Almería.
Oro del desierto, un aceite único en Tabernas, Almería.

La fijación de población rural es uno de los mayores retos que afronta nuestro país y toda la Unión Europea, ya que según datos de la propia UE el medio rural supone aproximadamente el 50% de la superficie de Europa y alberga sobre el 20% de la población. Este dato es aún mayor en España, donde el medio rural es el 80% del territorio y alberga apenas el 16% de la población total, según datos oficiales. Sin embargo, el PIB (Producto Interior Bruto) per cápita es más bajo de la media en todas estas zonas.

Por otra parte, el medio rural cumple una serie de funciones esenciales para la ciudad y zonas urbanas más desarrolladas, produce alimentos, es un pulmón de vegetación frente al cambio climático, imprescindible para preservar la biodiversidad, es fuente de recursos renovables… Y un sinfín de aportes tangibles e intangibles para el resto de la sociedad.

Creo que podemos estar de acuerdo en que el medio rural cumple un papel fundamental e imprescindible. Es por tanto un tema para todos los foros políticos, se habla de la España despoblada y la conveniencia de fijar población, especialmente joven en los pueblos. Pero yo, que con 39 años ya no me considero tan joven, me pregunto viviendo en una de estas zonas si se está haciendo todo lo que se debe para garantizar no solo fijar población, sino incentivar a que vengan más personas a estas zonas.

Yo soy un agricultor, ganadero y empresario y vivo desde que nací en el Campo de Tabernas, una comarca deprimida en el centro de la provincia de Almería, nuestra comarca es una zona emitentemente agrícola, con servicios y turismo como actividad complementaria para visitantes que vienen a conocer el Desierto de Tabernas y los sets de rodaje de películas (industria que floreció en los años 60,70 y 80, a partir de ahí entró en declive).

Nuestro pueblo cuenta con 3.700 habitantes y a principios del siglo XX tenía más de 8.000 censados, a lo largo de algo más de 100 años hemos perdido la mitad de la población que se marchó sobre todo en los 80 a la capital almeriense en busca de “mejor” vida.

En toda la comarca, más de 100.000 hectáreas, apenas tenemos 12.000 habitantes y las alternativas para jóvenes de quedarse a trabajar y tener futuro van en decadencia, con una agricultura cada vez menos rentable y que no permite viabilidad, falta de distribución homogénea y justa de los recursos hídricos, nula industrialización más allá de las almazaras que molturan (el olivar es uno de los pocos cultivos viables siempre que se ponga en valor la producción y su calidad más que la cantidad y la masificación).

Yo tuve suerte de nacer y crecer en una familia de agricultores y emprendedores, fruto de lo cual, junto a mi hermano, mis padres y un equipo humano de empleados magnífico, hemos conseguido crear con mucho esfuerzo una empresa familiar agrícola, hostelera y turística de tamaño suficiente y viabilidad para dar trabajo a 14 personas aparte de nosotros mismos en nuestro pueblo. Además, nuestra actividad es integral ya que comprende una finca de olivar ecológico, viña, cereal, almendro, con ganadería ovina y equina integrada, una almazara donde elaboramos nuestro aceite de oliva virgen extra (que comercializamos embotellado), un museo en una antigua almazara y restaurante donde ofrecemos los productos de la zona y un complejo rural donde huéspedes pueden alojarse.

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Museo en la antigua almazara.

Cabe destacar que todos los residuos de nuestra almazara, o como a mí me gusta llamarlos, subproductos son valorizados: el hueso de la aceituna como biomasa/combustible; la pulpa/alpeorujo como fertilizante orgánico tras realizar compostaje, vuelve al suelo agrícola aumentando el contenido en materia orgánica. Toda la actividad funciona exclusivamente de energía solar (estamos en la zona con más horas de sol de toda Europa, con más de 3.000 al año) ya que disponemos de varias instalaciones fotovoltaicas cuya producción excede el consumo total anual de la empresa.

Hemos intentado llevar a cabo un proyecto integral y sostenible, donde hay un equilibrio entre el respeto por el medio ambiente, generar valor a la sociedad con empleo estable y de calidad, así como un rendimiento económico que permite continuar con la actividad de manera ilusionante para el futuro.

Todo esto no lo hemos conseguido convertir en realidad de la noche a la mañana, llevamos trabajando en este sentido desde 1995, cualquier proyecto requiere de dedicación, tesón, esfuerzo, constancia y una pequeña dosis de “locura”, si me entienden bien. Esa pasión por querer llevar a cabo algo diferente y nuevo. Durante el camino hemos encontrado cantidad de momentos difíciles y trabas, como no puede ser de otra manera, pero afrontar esos problemas y buscar soluciones siempre ha sido nuestra forma de reaccionar a estas situaciones. Es probable que el futuro traiga consigo adversidades, retos y oportunidades y hay que ser consciente que lidiar con esto es lo que debe asumir un emprendedor.

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Explotación agrícola en Tabernas.

Aunque somos un ejemplo raro, estoy más que seguro que existe un gran potencial para proyectos similares que fijen población y creen empleo con estas u otras ideas, pero para ello se requiere de una administración a la altura que entienda lo que necesitan pueblos como el nuestro, en Andalucía hay muchísimos municipios y comarcas con parecido potencial y situación.

Para ello dejo algunas ideas propias o prestadas y reflexionadas a lo largo de los años:

  • Mejorar las condiciones de acceso a vivienda para jóvenes, especialmente para rehabilitación de viviendas antiguas en zonas rurales.
  • Dotar de servicios a zonas despobladas, de todo tipo para que sean atractivas a repoblarse. Especial atención sobre todo acceso al agua, este recurso es cada vez más escaso y la actividad agrícola, industrial o de cualquier tipo puede no puede ser viable sin acceso a ella. El cambio climático es una realidad ya y siendo nuestra comarca el desierto ruego me permitan que haga especial énfasis en esto, la planificación hidrológica es muy mejorable en nuestro país.
  • Dar acceso a financiación con condiciones especiales para proyectos que se desarrollen en zonas rurales, en especial a agricultores y ganaderos.
  • Aumentar y priorizar las ayudas a jóvenes agricultores combinadas con una formación de calidad para los mismos. La agricultura del futuro debe de ser mucho más tecnificada y eficiente y para ello hay que formarse y saber aplicar el conocimiento a lo heredado del saber popular y nuestros antepasados.
  • Impulsar y promover con incentivos el agroturismo, es una vía complementaria al agro con el que hace una buena simbiosis.
  • Proveer de internet de alta velocidad y servicio tecnológico igual de potente que el de las grandes ciudades, de manera que los profesionales y población puedan también optar a este tipo de empleo a distancia y las mismas oportunidades en un mundo donde existen cada vez más oportunidades para teletrabajo.
  • Exenciones fiscales atractivas que atraigan la inversión a estas zonas en comparación a las zonas urbanas ya desarrolladas ampliamente.
  • Reducir los trámites burocráticos para crear nueva empresa, esta traba merma la posibilidad de muchos pequeños empresarios de emprender nuevos proyectos.

Todas estas ideas pueden ser más o menos viables, pero si no empezamos ya a llevarlas a cabo en un plazo de 20-30 años es probable que esta España vaciada sea verdaderamente vacía.

Por supuesto, la iniciativa privada y los propios habitantes de estos territorios tenemos que ser el revulsivo que cambie la tendencia, yo me siento muy orgulloso de pertenecer al mundo rural y no lo cambiaría por nada, nos ha costado mucho esfuerzo poder convertirlo en una realidad, pero necesitamos de las herramientas legales y políticas que permitan que pueda ser viable un mundo rural más vivo que nunca. No me entiendan mal, en el campo no demandamos solo derechos que nos pertenecen y que yo pongo de manifiesto, en el mundo rural también asumimos los deberes que igualmente nos corresponden.

Cuando mis hijos me dicen que quieren vivir siempre en el pueblo y trabajar como yo, ahora que son pequeños (7 y 10 años), me llena de alegría. Ver como ya valoran la vida en el campo y entender lo que vale el esfuerzo, la dignidad y los valores por encima de todo me hace pensar que los estamos educando mi mujer y yo correctamente. Pero me paro a pensar si esto será posible sin las acciones necesarias por parte de todos para que se materialice en una realidad que ellos y muchos otros niños del mundo rural puedan seguir adelante con esta vida si es lo que cuando sean adultos verdaderamente quieren.

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