En nuestro país lo mundialmente conocido como forestal, aquí se llama Monte. Pastoreo, miel, aromáticas, setas, caza, fauna, leña y piñones se resumen como Monte, Vida y Trabajo.
Nuestro territorio es limitado, diverso y escaso, de ahí su valor único, por tanto es nuestro deber y obligación su conservación. El Plan INFOCA y sus retenes se estableció para la extinción de incendios forestales, pues para personas y viviendas ya existen los bomberos, municipales, provinciales y el 112 para su coordinación junto a los deseados protección civil en ámbito rural.
El triángulo del fuego nos enseña en sus vértices, por tanto puntos de actuación, que el combustible, calor y oxígeno son estratégicos para su extinción. Sabiendo que las plantas o crecen o se mueren, nos enseña que la acumulación en forma de biomasa año tras año, de no gestionar, es una bomba de relojería, tic, tac.
Escuchaba que el fuego se apaga con fuego, vi en televisión la campaña todos contra el fuego, me enfatizaban en la necesidad del conocimiento del terreno, en definitiva apaga conatos y al final concluyendo los fuegos se apagan en invierno. Incendios forestales, asignatura universitaria que tuve en mi carrera.
Nuestro monte es un sistema agrosilvopastoril, donde el hombre es parte fundamental de su conformación y su existencia, su realidad. Aquí no hay ni grandes superficies o territorios, ni bosques primarios o vírgenes, por tanto hemos de cuidarlos con atención y responsabilidad.
Inversión térmica, contrafuegos, retirada de leñas y sobretodo historia forestal, incluyendo incendios, nos hace entender cómo se combate el fuego, con nuestra gente, grandes profesionales que merecen la mejor dirección, capacitada y conocedora del terreno, con agentes, guardería y voluntarios.
Cuidamos con esmero nuestro jardín alrededor de casa con piscina, sin embargo el monte que nos rodea, nos gusta verlo desde la ventana, pero nos horroriza y alarma cuando arde en nuestras narices, dejamos esa labor de mantenimiento a otros.
Economía de nuestro monte, incluyendo los intangibles como lucha frente erosión, reservorio de agua, nidos de biodiversidad, pulmones de nuestro territorio, reguladores del clima y paisaje, siendo fundamental entender para no caer en la economía del fuego, dónde al final nos quemaremos, pues quien juega con fuego, se quema.
Un bache en la carretera, ¡¡protestamos!!, el autobús tarda, ¡¡nos quejamos!!, nuestro monte arde, nos entristece y gritamos ¡¡salvemos imperiosamente el patrimonio individual, nuestras casas y nuestra propia vida !! ¿Y quién salva nuestro monte? No podemos tener un retén forestal tras cada casa y persona, mientras arde sin control haciéndose de sexta generación. En California hay incendios forestales, informados, sabiéndose que se apagarán con las primeras nieves, aquí la lluvia nos ha dado una lección de la naturaleza apagando lo que se ha convertido en inapagable.
Echo de menos manifestaciones para exigir inversiones en limpieza del monte - pastores incluidos-, año tras año, pues la no higiene del monte, también podría considerarse síndrome de Diógenes.
Plan Forestal Andaluz, fruto del amplio debate social y aprobación por unanimidad por el Parlamento de Andalucía, tras 32 años, necesitamos más que nunca su desarrollo e implementación para hacer frente al Cambio Climático.
El presupuesto de extinción no puede ser superior a la prevención de nuestros montes, ni los ganaderos extensivos estar fuera de la PAC, ni los habitantes de las zonas rurales al margen, pues su conocimiento es insustituible y fundamental para su conservación.
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