De la esencia a lo esencial de la trashumancia

La trashumancia, considerada en un sentido amplio como el desplazamiento oscilatorio del ganado entre áreas de producción vegetal complementaria bien en altitud o latitud (la búsqueda de la eterna primavera), es mantenedora de recursos, razas, territorio y paisajes de gran interés patrimonial y estratégico que siguen practicándola, pastores en peligro de extinción.

El origen de la trashumancia se remonta probablemente a las migraciones de los herbívoros salvajes, antes de la domesticación neolítica pero tiene un reconocimiento legal cuando Alfonso X en 1273 creó el Honrado Concejo de la Mesta  donde se regulaba la anchura legal de las vías pecuarias (que todavía hoy subsiste a lo largo de 125.000 kilómetros y más de 400.000 hectáreas en la Península Ibérica)  Hay que destacar la importancia de la ganadería en la historia de España con dos ejemplos: el primero, es que el Siglo XIV la lana era el único producto que generaba divisa en España y el segundo, es que el siglo XVII la lana era el único producto español que cotizaba en la bolsa de Amsterdam. El reconocimiento en nuestros días de esta práctica ganadera, se realizó en el año 2017 al declararla Patrimonio Cultural Inmaterial, pero… ¿estamos haciendo lo suficiente para que no se pierda?

La trashumancia se ha realizado a través de las vías pecuarias que son como el sistema circulatorio de nuestro organismo, donde parten desde el “corazón” (Madrid) y se distribuyen por todo el territorio nacional con distintas anchuras; Cañadas: 75 metros; Cordeles: 37,5 metros y Veredas: 20 metros. Luego hay otras ramificaciones de menor envergadura. ¿Y qué está pasando con todo ese suelo de dominio público inalienable, imprescriptible e inembargable?

Estos días he tenido la oportunidad (gracias a la Fundación Savia y a la Fundación Monte Mediterráneo) de acompañar a un rebaño trashumante desde Prioro al Puerto de Pandetrave (en la provincia de León) y hemos podido ver la belleza en su máxima expresión, pero también hemos podido comprobar todas las dificultades que tiene un sistema ganadero que genera servicios ecosistémicos para toda la sociedad. El mayor problema es que la trashumancia solo se podrá mantener si hay pastores. Pero, ¿Qué personas se suben a un puerto de montaña durante 4 meses a vivir en una choza, caseta o tienda de campaña a muchos kilómetros de la civilización y estando pendiente de los animales durante 24 horas y ganando un poco más del sueldo mínimo interprofesional? ¿La sociedad valoramos lo suficiente la figura del pastor?

Según el libro Instrucciones para pastores y ganaderos de Daubenton (1798), pastor es el que “guarda, guía, conduce y apacenta el ganado lanar” pero en esa “guarda” gestiona los territorios en los que está y sobre todo, en lo que se refiere a la prevención de incendios. En esa “guía” hace que los animales se desplacen de unos sitios a otros. En ese “conduce” lo hace a través del entramado de vías pecuarias que son parte de nuestro patrimonio cultural y en ese “apacenta”, gestiona los pastos de alto valor ambiental de nuestra Red Natura 2000. Estos pastores se pierden. Aproximadamente el 90% tienen más de 55 años y el relevo generacional es casi inexistente y cuando no estén, se habrá perdido el conocimiento de gente que pasa los días enteros del invierno y las noches de verano en sitios de alto valor ecológico, casi imposibles para el resto de los humanos. Soy del pensamiento que nuestras sierras sin pastores no son sierras conservadas, son sierras abandonadas. ¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros para que esto, no suceda?

Una buena noticia es que en el norte de la provincia de Jaén (parte de la Sierra Morena Oriental) sigue siendo actualmente, uno de los más importantes destinos de la Península Ibérica de los rebaños trashumantes para el aprovechamiento de los pastos de invierno. Las dehesas más frecuentadas hoy son las pertenecientes a los municipios de Baños de la Encina, La Carolina, Linares, Vilches, Arquillos, Navas de San Juan, Aldeaquemada y Santisteban del Puerto.

Los rebaños trashumantes provienen de dos rutas ganaderas principales. Por un lado, siguen acudiendo a través de la Cañada Real Conquense rebaños procedentes de los Montes Universales y Sierra de Albarracín (en el confín de las provincias de Guadalajara, Cuenca y Teruel) que realizan una media de 300 km a pie, y de 20 días de camino y donde se trasladan a pie unas 6.000 cabezas de ganado.  Por otro lado, encontramos los rebaños “trasterminantes” que parten de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas (principalmente del término municipal de Santiago-Pontones) que realizan unos 75 kms. a pie y unos 7 días de camino y donde trasladan unas 24.000 cabezas de ganado (pertenecientes a unos 35 ganaderos) hacia las dehesas de Sierra Morena.

El ganado que mueven principalmente es el ovino de raza segureña aunque también hay que destacar rebaños con razas ganaderas en peligro de extinción como son: en el caso del caprino; la Negra Serrana, la Blanca Andaluza y en el caso del vacuno; la Pajuna, la Negra Andaluza y la Berrenda en Negro. Destacable igualmente, es la presencia de dos ganaderías de Lidia. Aunque analizándolo con detenimiento, los que verdaderamente están en peligro de extinción sin duda, son los PASTORES. Pastores como Antonio, Domingo, Jose Carlos, Ismael, Daniel, Eustaquio, Vicente, Paco, etcétera… Esos que de una manera callada mantienen ecosistemas y la biodiversidad de los territorios de alto valor ambiental. ¿Cómo gestionamos la Red Natura 2000 si no es con los principales gestores que son los PASTORES?

Hay una frase que dice: “Lo visible construye la forma, pero lo invisible le otorga el valor”. La ganadería extensiva y la trashumancia son bellas en imágenes, pero lo son aún más, en todo lo invisible que nos ofrecen y nuestros pastores esenciales.