Botellas con alma.
Botellas con alma.

Hoy, si me lo permiten, les voy a contar un cuento:

Érase una vez una pareja con dos hijos, una niña de 4 años y un bebé de 11 meses. Era una familia feliz, vivían en Carcabuey; un pueblo rural de 2.300 habitantes situado en la Subbética Cordobesa. La madre trabajadora de la cooperativa olivarera del pueblo y el padre preparándose oposiciones para el Estado. La niña en su colegio y el bebé en la guardería municipal. La pequeña jugaba todas las tardes con su hermanito, pero algo cambió inesperadamente. El bebé perdió las ganas de comer, de reír y de jugar. Siempre lloraba y estaba cada vez más triste. Sus padres lo llevaban al médico del pueblo y tanto este como el que ejercía de pediatra, le diagnosticaban una y otra vez un simple resfriado, pero el niño se apagaba de manera incomprensible para ellos. Y tras varias visitas al centro de salud sin conseguir ninguna mejoría, a pesar de los sucesivos tratamientos, el padre lo llevó por urgencias al hospital de Cabra, y tras la analítica correspondiente fue diagnosticado de Leucemia Linfoblástica aguda. De inmediato, fue trasladado al hospital Reina Sofía de Córdoba donde llegó en una situación crítica e inició el durísimo tratamiento de la quimio. Después de cinco largos años aquel bebé ya es un niño de seis años precioso e inteligente. De momento va evolucionando muy bien, pero no podemos decir colorín colorado porque esta historia no ha acabado.

Les diré, como muchos ya habréis podido imaginar, que soy la orgullosa mamá de ese niño llamado Alejandro. Os lo he contado en tercera persona para que me resultara más fácil.

La noticia del terrible diagnóstico supuso un auténtico tsunami emocional para nuestra familia, pero no sólo para nosotros. Debo decir que el pueblo de Carcabuey y muy especialmente Almazaras de la Subbética se volcaron con nosotros y tuvimos todo su cariño y su apoyo. Muchas gracias a su Presidente Francisco Serrano, y al Consejo Rector de la Cooperativa que cuando les presenté el proyecto de Botellas con alma, le dieron todo su apoyo.

Incluso los socios de Almazaras de la Subbética recaudaron dinero para colaborar con mi pequeño Alejandro. Madre mía, más de 4.000 euros fueron destinados a la compra de un KICICLO para que los niños en el hospital Reina Sofía de Córdoba mientras reciben la quimio pudieran pasear en bici por los pasillos y hacerles el día a día más llevadero. En los cinco años que han pasado este mundo rural en el que vivo, se ha volcado con esta terrible enfermedad: carreras benéficas por la causa, actos solidarios, etc y todo ello, para colaborar con en la investigación contra la Leucemia Infantil.

En España, cada año se diagnostican más de 1-400 niños con cáncer, de los cuales uno fallece aproximadamente cada día, una cifra que no ha mejorado durante las dos últimas décadas.

Con el proyecto Botellas con Alma, promovido por la empresa en la que trabajo Almazaras de la Subbética pedimos colaboración a los colegios de la comarca y se les facilita a los alumnos que quieren participar una cartulina que será posteriormente la etiqueta que envuelve a la botella y ellos hacen un dibujo relacionado con el olivar, la familia y la solidaridad. Así se consiguen botellas exclusivas con aceite de excelente calidad y, con su venta, conseguimos recaudar fondos para la investigación contra la leucemia infantil colaborando con la asociación “Sonrisas sin cáncer”, y a la vez concienciar tanto a los consumidores de aceite de oliva virgen extra como a los alumnos y a la sociedad en general de la importancia de su implicación en estos temas.

Quiero aprovechar estas líneas para agradecer a todos los profesionales de la sanidad pública que componen el Hospital materno-infantil Reina Sofía desde limpiadores, administrativos, enfermeros y muy especialmente a los oncólogos y oncólogas por su excepcional profesionalidad y humanidad. Todos ellos son para los papás y mamás que llegan aturdidos a pasar una larga temporada en el hospital con su hijo enfermo, una verdadera familia. Mi infinita gratitud a todos y cada uno de ellos. 

Igualmente, me gustaría reclamar a los que gobiernan un mayor servicio de pediatría para las zonas rurales, como es el caso de Carcabuey, en el que actualmente no hay ni siquiera este servicio. Tenemos que recordar que los niños son la generación futura y sin ellos el mundo rural desaparecería.

Y que el dinero dedicado a la investigación en pro de la salud nunca se vea afectado por circunstancias coyunturales, como pandemias (Covid) o guerras. Ojalá que la investigación consiga pronto la clave para resolver estos duros problemas de salud tanto en niños como en adultos.

Mi última petición: Cuando deseen hacer un regalo o tener un detalle con alguien, recuerden que Botellas con alma será una opción perfecta y solidaria (www.almazarasdelasubbetica.com).

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