Jornaleros en Jerez, en una imagen de archivo. FOTO: JUAN CARLOS TORO.
Jornaleros en Jerez, en una imagen de archivo. FOTO: JUAN CARLOS TORO.

Qué terror da hablar de renta básica y sobre todo qué agresivos nos ponemos ante la opción de que alguien se tumbe a descansar y a “vivir del cuento” sufragado por el estado. Algunos llegan al éxtasis cuando conceptos como subvenciones, pagas, ayudas y prestaciones salen a la palestra, en un debate de sobremesa, con el cuñadísimo de turno, ese al que nadie le ha regalado nada y que cree, de todas todas, que quien quiere trabajar trabaja y que el triunfo siempre llega.

No voy a ser yo quien diga que existen personas más flojas que otras o que por una suerte o desgracia genética les cueste hasta pestañear, no voy por ahí... Radicalmente pienso, cada vez más, que la cosa va en función de las motivaciones externas y sobre todo que está integrada en un cóctel de circunstancias, aptitudes y de valores ante lo material y en el enfoque sobre el ocio. Lo de la cigarra y la hormiga ya saben.... la primera encumbrada hasta el Olimpo de la fama, con una vida ordenada, entregada al trabajo y la otra humillada por su enfoque más onírico del asunto. Quizás la hormiga si tuviese que trabajar para un emprendedor de éstos que están de moda, que odian pagar impuestos, y que te lanzan la frase de: este es un barco que tenemos que remar entre todos, sería más escaqueada. El triunfo de la hormiga y su motivación radican en que por instinto van todas a una. Qué curioso que en la naturaleza, en este caso, el socialismo triunfe pero nosotros lo despreciemos cada vez más.

En sus diferentes roles, pero a una, la hormiga en un hormiguero neoliberal, sin duda, se volvería más vaga porque continuamente le tomarían el pelo recortándole derechos como a una imbécil, en pro de que el libre mercado dirija los designios del hormiguero para competir con otros hormigueros. Pero como la cuestión que quiero abordar no es la de los hormigueros y la pereza, voy a ir al grano. Voy a lanzar una pregunta: ¿Si la tecnología y la huida del sector secundario a países más pobres están sacando a los obreros de las fábricas, porque donde hace veinte años hacían falta cien y ahora diez, qué hacemos con el personal que queda excluido? Ningún gremio queda a salvo de que una maquinita le pueda realizar su labor. Imagínense dentro de 500 años. Salvo que seas Mozart o Miguel Ángel, vas a sobrar. Sobrarás. De hecho ya sobras.

Los cuñados te dirán recíclate, fórmate y emprende. O rompe tu zona de confort y emigra. Pero el problema es que el círculo se estrecha y los países se colapsan, la gente se vuelve hasta ignorante y racista. Salvo que a Alemania vayas siendo más listo que la misma Merkel mal lo tenemos... me da que la mayoría no somos tan inteligentes, ¿verdad?

Si la tecnología saca a las personas de la fábrica y ésta, con menos personal, sigue teniendo beneficios, ¿por qué la empresa no da una renta básica a los extrabajadores que quedaron en el ostracismo? ¿Por qué no dar una ayuda para que nadie caiga en las garras de ningún avaricioso? No se agobien con la cuestión y repriman sus instintos más mezquinos, esto ya se está llevando a cabo en algunas zonas muy civilizadas. Lo de renta básica, si el capitalismo sigue basándose en el consumo, no será una cuestión de “rojos vagos y artistas que no quieren dar un palo al agua”, será simplemente de lógica. O los productos que se manufacturan en los países subdesarrollados cada vez se venderán menos porque el ciudadano no tiene en el bolsillo ni boquetes, y en consecuencia la producción y los ingresos de las élites caerán.

No quiero frenar ni a la ciencia ni a ningún robot que saque del campo a alguien que se parte la espalda. Solo quiero que las ganancias, por una cuestión de solidaridad y de redistribución de la riqueza, no quede en manos de gente que no le vacila el corazón para rebajar un convenio en una bodega o echar con un ERE legal a seres humanos mientras vende más vino que nunca. La cuestión pasa por las matemáticas, creo. Así que si tienen un cuñado que solo entiende la vida llegando a casa tras doce hora de trabajo o creyendo que todos tenemos sitio en esta economía, díganle que su concepto liberal de la sociedad nos está empobreciendo y que tenga cuidado. Porque el próximo en tener que pirarse puede ser él.

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