¿Quién decide qué vemos?

Un ser humano es un fusil; un ser humano es una vagina; un ser humano es un niño que aprenderá lo que se le diga; un ser humano es dinero al cajón del supermercado o de la tienda

Fotograma del proyecto de Louise Kohlhoff, '¿Quién decide qué vemos?', Lunatic Festival, Universidad Leuphana, Lüneburg.
Fotograma del proyecto de Louise Kohlhoff, '¿Quién decide qué vemos?', Lunatic Festival, Universidad Leuphana, Lüneburg.

¿Quién decide qué vemos?, se pregunta Louisa Kohlhoff, una estudiante que ha experimentado en una instalación con tres vídeos sobre qué pasa con las cosas cuando nosotros les ponemos el ojo encima. Louisa parte de los pensamientos de Jane Bennett, una profesora de Ciencias Políticas que reflexiona sobre el papel del ser humano en el mundo, su situación jerárquica y si debe seguir siendo así. Se trata del post humanismo y de esa edad geológica, la actual, que ha sido nombrada como antropoceno, nuestra época, en la que el ser humano ha venido actuando sin atender a nada más que a sus propios intereses sin advertir que hay otros seres en la Tierra y objetos o cosas que también influyen en la vida de todøs. Ahora que escribo este todos recuerdo el truco en nuestra Constitución de 1978 para tratar de esquivar el derecho al aborto: “todos tienen derecho a la vida”, así quedaba protegido todo, también lo que no fuera un ser humano.

El ser humano pone el ojo encima de las cosas y luego pone sus manos, sobre todo el ser humano occidental, que tiene menos sensibilidad cultural hacia el alma de las cosas y su función en la vida de todos los seres vivos. Louise se ha dejado llevar por lo que pasa con una planta de jengibre, la fantasía y las técnicas digitales visuales. Jengibre, precisamente, una planta de India, donde la cosmovisión no es la occidental, y todas las cosas tienen su alma y su función.

La exposición del Lunatic Festival, de la Universidad Leuphana, de Lüneburg, que se inauguraba ayer, daba voz a løs jóvenes estudiantes, los hacía visibles y audibles, en un tiempo en que la pandemia los hizo mudos ante el mundo. Y, ahora, la guerra.

La guerra y la cosificación de los seres humanos, teniendo en cuenta que las cosas no son respetadas, o casi nada respetadas, en esta parte de nuestro mundo, y los seres humanos más poderosos se toman la libertad de manejar a los seres humanos como objetos sin valor o con un valor al servicio de sus deseos e intereses. Caen bombas, caen misiles, suenan las sirenas, las personas corren, corren las mujeres, los niños, los animales: algunos hombres de 18 a 60 huirían si pudieran, al menos 2.200 fueron detenidos cuando escapaban, que se sepa.

Escuchamos sobre geopolítica, una cosa, pero una cosa que marca la vida de millones de personas; escuchamos sobre patrias, una cosa, cambiante, según sea el viento que sople, pero una cosa que determina la vida de millones de personas, a las que convierten en cosas para no tener que respetarlas.

Mientras la invasión contra Ucrania sigue tronando, y varias invasiones más en otras regiones del mundo, gana las elecciones la ultraderecha en Hungría y pone en aprietos a Francia. La ultraderecha, una cosa que amarga la vida a millones de personas. Mientras tanto, ¿quién decide adónde miramos?, “¿quién decide qué vemos?”.

Los seres humanos hemos sido, poco a poco, reducidos a cosas, hemos permitido volvernos un poco cosas por miedo a los matones, a los pegones, a los cínicos, a los criminales. Quizá la trampa haya sido que hayamos terminado por creer que hay una Ley natural que nos sitúa a cada quien en un lugar, y a las cosas también; una Ley natural que no funciona, que no ha funcionado nunca excepto para que aceptemos no movernos ni hacer nada, para eliminar nuestra impulso vital, nuestra curiosidad, nuestros mundos utópicos, que quizá no lo sean tanto.

Un ser humano es un fusil; un ser humano es una vagina; un ser humano es un niño que aprenderá lo que se le diga; un ser humano es dinero al cajón del supermercado o de la tienda. Un ser humano es, ¿qué es un ser humano cuando se le va vaciando de su ser humano para convertirlo en un objeto?

El desarrollo más drástico visto desde el post humanismo sería que nuestra inteligencia humana ha llegado a su límite posible y ya solo queda desarrollar la inteligencia artificial, de ahí varías películas que nos relatan cómo son los robots para la vida en pareja y el amor o noticias algo escondidas que cuentan sobre robots para la guerra, o una programación de la conducta de los seres humanos para que actúen como robots. Algoritmos y todo lo demás.

¿Quién decide adónde miramos?, who even decides what we see?, ¿quién decide qué vemos?

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