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Cartas iban y venían. Borradores, tachones, cartas que pasar a limpio, cartas infinitas, cartas que cambian de hoy para mañana. Niños con catálogos y rotulador o tijera en mano. Niños apuntando el juguete que ven en este o aquel anuncio de televisión. Y al otro lado los “Reyes Magos”. Que como magos que son deben cumplir con su misión de hacedores de deseos.

Este puede ser un buen momento del año para que nos planteemos qué le pedimos a un juguete o qué juguetes debían estar en la infancia de cualquier niño. Porque, ya lo hemos hablado por aquí en otras ocasiones, el juego es una cosa muy seria y si los niños aprenden jugando y los elementos de juego son fundamentales en el proceso de aprendizaje de los niños, su elección no debe tomarse a la ligera.

Hoy en día la oferta de juguetes es muy amplia y en muchos casos se trata de artilugios con los que se busca entretener a los niños sin más. Muchos botones, ruidos, colores, multifunciones, juguetes muy sofisticados a los que se les pide eso, el entretenimiento del niño preferiblemente en soledad porque no tenemos tiempo para jugar con ellos. Vaya por delante que los niños también necesitan jugar solos, el problema es que no haya un equilibrio y no juguemos nunca o casi nunca juntos.

¿Qué debemos pedirle entonces a un juguete más allá del entretenimiento? Ahora que somos tantos los padres interesados en conocer corrientes pedagógicas como el método Montessori o la pedagogía Waldorf, encontramos respuestas variadas. Los juguetes en la pedagogía Waldorf, por ejemplo, deben estar dirigidos a transmitir experiencias sobre la naturaleza y a fomentar la creatividad. En el método Montessori los juguetes deben contribuir a la creación de un entorno estimulante y a despertar la curiosidad innata de los niños como forma de aprendizaje. Me parece que lo fundamental es que los juguetes proporcionen experiencias. Experiencias muy diferentes que a través del juego se concretan en vivencias que contribuyen a que el niño desarrolle sus capacidades intelectuales y emocionales.

LLegados a este punto, queridos Reyes Magos, ¿tenéis/tenemos claro qué regalar? ¿debemos ejercer de filtro de esas cándidas cartas llenas de deseos por cumplir? ¿debemos limitarnos a cumplir los deseos?  ¿debemos pararnos y entrar en el debate sobre la conveniencia de regalar o no según que juguetes? Seguramente no todos lo veamos de la misma forma.

Para mi hay una serie de imprescindibles en cualquier carta de los Reyes Magos, atendiendo a distintos criterios e independientemente de que los niños los hayan incluido en su carta. Si hablamos de materiales, me quedo con los juguetes de madera. Por la experiencia sensorial (el tacto de la madera es insustituible), porque favorecen la imaginación (suelen ser más básicos que los de plástico que incluyen luces y ruidos y dejan menos espacio para que el niño sea el que haga), son intergeneracionales, más duraderos (envejecen mejor) y además crecen con el niño y lo acompañan en distintas etapas de su desarrollo.

Los muñecos de tela serían otra de mis opciones, porque permiten crear vínculos importantes en el desarrollo emocional y como herramienta interesante en el juego imaginativo. Los puzzles y los juegos de construcción tampoco pueden faltar, adaptados al desarrollo madurativo de cada niño. Juegos de mesa, porque son fundamentales para el desarrollo de habilidades sociales y permiten compartir momentos. Juegos para desarrollar las habilidades manuales y la creatividad. Juegos para ser utilizados al aire libre. Un criterio unificador: La calidad de todos ellos.

Más allá de los juguetes no nos olvidemos de incluir en la carta libros, siempre. Y como última recomendación, regalos que luego serán momentos y recuerdos: una entrada para el teatro o un concierto, una escapada de fin de semana, plan para visitar una exposición en un museo. ¿Caro? Seguramente más barato que cualquier dispositivo tecnológico de última generación. Son regalos diferentes que los niños aprenden a valorar. 

Hace muchos años que no escribo carta a los Reyes Magos. No es que haya perdido la ilusión, más bien ahora hay más ilusión que antes porque en casa se suman las ilusiones de todos en la noche del 6 de enero. Este año tampoco voy a escribirla pero aprovecho para deciros desde aquí, queridos Reyes Magos, que este año he sido muy, pero que muy buena. Espero que eso si lo tengáis claro.

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