Esta noche se acaba el año y empieza otro. A mí me lo han dicho, no es que yo me las quiera dar de listo. El año pasado creo que fue igual, y además también cayó en 31 de diciembre. Qué cosas. Volveremos a sentarnos delante del televisor, con la cadena que sea, con los presentadores que sea. Yo, de oficio gruñón (o eso dice mi hija Laura y mi hermano Felipe) brindaré con refresco, que el cava se me acaba subiendo a la cabeza, y dicen en mi casa que me pongo muy pesado. Imagino que llevarán razón. Son tres mujeres contra mí. No tengo nada que hacer.
A mí, antes de que la Navidad urticante me invadiera, ya me entristecía el final del año. Quizá porque creo que no hay prueba más palpable de que el tiempo pasa que las campanadas. Supongo que en mi imaginario se dibuja la gente que quedó en el camino, las cosas que pasaron, buenas o malas, y las que no. Y en fin, que antes de ponerme trascendente, más vale que explique que a mí, desde que no están Martes y 13, los programas humorísticos precampanadas me tocan bastante los Países Bajos. Me pasa lo mismo con los que presentan el atragantamiento innecesario de las uvas, esa fruta que la mayoría de la gente (yo incluido) no come en todo el puñetero año.
No me interesa si Ramón García sale en la uno, la dos, la treesss, ¡mambooooo! con la capa negra o la de Superman, o si la Pedroche va a salir vestida o en cueros. Y me mata que todos griten como si los hubiera poseído David Bisbal. ¡Qué manía con aullarlo todo! Eso por no hablar del gentío que se agolpa en la Puerta del Sol, todos más apretados que los tornillos de un submarino, venga copas y matasuegras, y venga a rozarse más que el gato de una venta. Que no, que no trago. Soy un cascarrabias. O eso dicen. Yo, esto, como lo de las campanadas, me lo han contado.
Y nada. Que tengan ustedes un año cojonudo. Que se vaya lo malo y entre lo bueno. Es un deseo para hoy y para los 365 días que nos vienen por delante. Recuerden los cuartos y la monserga de siempre o hagan como yo, no coman uvas ni nada. Un trago de Champín (no, lo he escrito bien) y dormí nanita coco. De todo corazón, feliz 2023.
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