Chanel durante la gala de Eurovisión.
Chanel durante la gala de Eurovisión.

El “Pónsela gorda a España”, que relata Marta Nebot en su columna, Chanel, ser y no ser, me permite decir en público lo que ya pregunté a unos amigos: ¿Y nadie va a hablar de las nalgas? ¿O es que nadie se ha dado cuenta de que las nalgas de mujer fueron un elemento escénico de importancia? Importa lo que se oculta y lo que se muestra y para qué; importa cuál es la moral con la que se hacen las cosas y la que dicta cómo se analizan las cosas. El mérito de bailar de aquella manera y de cantar al mismo tiempo no se lo quita nadie. Pero, más allá del resultado en el pódium y del mucho trabajo, ¿no queremos hablar de los valores que representan ese resultado estético? Sí, claro, ahora vendrán a decir que en el arte no hay ideología, ni moral, para volver a decir que en la política no hay política, o que se gobierna sin ideología.

Pronto serán las elecciones en Andalucía y convendría que las izquierdas caminaran por todos los caminos, fueran a todos los pueblos y conversaran con todos los vecinos. Entregarse a las encuestas sería simplemente absurdo, porque las encuestas se han convertido en los nuevos carteles de la campaña electoral.

Acaban de celebrarse elecciones en dos Estados alemanes, este domingo fueron en Düsseldorf; el domingo pasado en Kiel. A primera vista quedan claras varias cosas, producidas sobre todo durante la campaña. La ultraderecha ha perdido toneladas de votos; los conservadores, incluso ultraconservadores, han ganado las elecciones; Los Verdes han subido como la espuma; los socialdemócratas siguen su camino hacia la irrelevancia.

Muchos de los temas no son equiparables a los temas de Andalucía, pero sí muchas de las actitudes. Los conservadores y ultraconservadores son contrarios al ultraderechismo. La socialdemocracia ganó las elecciones alemanas porque Los Verdes fueron un fiasco en aquellas elecciones federales y los conservadores rechazaron a su propio candidato porque también fue un fiasco. La socialdemocracia jugó a que su candidato fuera lo más parecido posible a la Merkel. Entonces no había guerra, ahora sí.

Desde aquellas elecciones federales han cambiado muchas cosas. Hay un nuevo presidente en el partido conservador, un ultraconservador, que vuelve a ganar votos. Esto haría pensar en Castilla y León, desde la llegada de Feijóo, pero sería equivocado, porque la ultraderecha ha seguido imparable allí, porque el PP no ha querido distanciarse de la ultraderecha. Este es, precisamente, el intento sutil de Moreno en Andalucía, por ello su campaña personalista.

La socialdemocracia sigue perdiendo adhesiones en sus propias filas de votantes por determinadas actitudes políticas en Madrid que afectan de modo muy especial a Andalucía: el Sahara, por ejemplo; pegasus.

El papel de las izquierdas sería equiparable con el papel de Los Verdes en Alemania. Se pueden seguir ganando votos, aunque parezca imposible, si se hace una campaña que explique cuáles están siendo las políticas en favor de las personas. Si, sobre todo, se presenta un proyecto político con el que las personas se sientan interpeladas, incluidas, se les ofrece cercanía real y se les transmite la idea una seguridad que las asegure y les ofrezca tranquilidad. No se trata de contarles cuentos, se trata de proponer cosas que despierten el entusiasmo. Proponer algo nuevo que no incluya riesgos excesivos. Y utilizar un lenguaje que las incluya verdaderamente, empezando por el andalucismo que tantas personas echan de menos desde siempre.

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