Atención a los vecinos de Campomanes
Atención a los vecinos de Campomanes

Nieve en Grazalema. Nieva donde hacía años no nevaba o nevaba muy poco, y nieva sobre mojado si pensamos en cómo está siendo la gestión en alguna región donde las nevadas han sido espectaculares.

En algunos momentos pareció que solo nevaba en Madrid o solo había borrasca y temporal en la capital de España, lo que en varios círculos de las redes sociales llevó a que se criticara la España radial que oculta todo lo que no sea la capital. Para algunas personas no hay tal problema, pero si comparamos los noticiarios de España con los de Alemania veremos la diferencia, porque no existe esa radialidad. No hay un centro sino varios y las carreteras no parten, todas, de un kilómetro cero en ninguna Puerta del Sol.

Las autoridades madrileñas llaman a la ciudadanía a que limpie sus calles. Se escuchan críticas porque ya el día 5 de enero se sabía que el temporal que se avecinaba sería enorme. El climatólogo Jonathan Gómez Cantero advirtió ese mismo día que caería la nieve que no había caído desde hacía décadas. Madrid pareció no prepararse mientras otras regiones sí se preparaban. Tras la nevada ocurrió lo que con la pandemia y la vacunación, por ejemplo. No se había preparado la campaña de vacunación adecuadamente para luego organizar su privatización y pedir a la población que salgan voluntarios.

Las autoridades llaman a la población para que quite la nieve y le ofrece sal y palas, y cuando la población llega no hay sal ni palas, según informan varios medios, incluso desde el viernes. Pero la población sale incluso con las bandejas de los hornos de hacer rosquillas a quitar nieve. Hay una diferencia enorme entre la pandemia y la nevada, y no solo porque la nieve se ve y se puede neutralizar con eficacia: Filomena estaba anunciada y prevista su llegada. Ante esto cabe decir que se echa en falta que la autoridades pidan al Ejército su acción inmediata con mayor celeridad que su petición a la ciudadanía. ¿Por qué? Porque el Ejército tiene palas y máquinas, y brazos que están preparados para eso y para todo, y la población no.

Se intenta justificar que en ciudades y países los ciudadanos tienen la obligación de retirar la nieve de su portal y su fachada. Lo conozco. La nieve me encanta incluso en mi ciudad y sé muy bien qué es levantarse todos los días a las seis para quitar la nieve antes de salir. Pero estamos hablando de unas normas regulan la vida cotidiana, porque es cotidiano que en muchas regiones de Alemania nieve todos los inviernos. Donde yo vivo menos, pero también nieva. Y sin embargo, la obligación de los vecinos no sustituye a la obligación del Estado de retirar la nieve, asegurar vidas y haciendas y garantizar la circulación y el acceso a los servicios esenciales. Los vecinos, como parte del Estado, cumplen, es lo justo.

La nota que me llegó ayer desde Madrid, y no desde Cádiz porque en Cádiz no nevó de esa manera, ilustra esta columna, y muestra la buena disposición de la ciudadanía y los peligros inconscientes a los que puede verse expuesta, siendo que son las autoridades, con los bomberos y los soldados, quienes deben acometer tales acciones que, además, pueden entrañar un peligro. Porque los bomberos y los soldados tienen los medios y conocen la tarea. “Sierras, si son radiales mejor”, dice la nota de unos vecinos de Madrid entregados a su participación ciudadana por el bien común. Sierras radiales con cables por entre la nieve y vecinos maravillosos llenos de entusiasmo ciudadano. ¿Y el peligro? Precisamente la acción ordenada del Estado en situaciones de catástrofe o emergencia se basa en que, sin crear mayores daños, los producidos sea neutralizados y devuelta la normalidad lo antes posible. Las autoridades madrileñas son parte del Estado y si no disponen de todos los medios deben acudir al Gobierno del Estado, para garantizar la seguridad de todøs sin crear mayores daños.

Lo que resulta maravilloso en medio de toda esta situación es ver que los vecinos se organizan y trabajan por el bien común más y mejor que las autoridades que fueron elegidas para el bien común. Nos lo viene mostrando la pandemia y nos lo pone ante los ojos la nevada. Sea donde sea, las personas, muchas personas, están dispuestas a hacer cosas por los demás o por el simple y maravilloso bien común. Y sí, hay tiempo para hacer fotos y tirarse unas bolas de nieve, entre palada y palada.

 

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