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Dicen que hemos de ser críticos con todo y que nada debe estar ajeno ante la posibilidad de un análisis. Pero antes que la crítica, me apetece ser justo y no ser ingrato. La formación morada, que lidera Pablo Iglesias, está siendo devastada por los medios de comunicación sobre su posible ambigüedad en el proceso catalán. Y he de reconocer que hasta yo lo negué tres veces. Con la coartada de que en Podemos militan personas sin sustancia, que sólo vinieron del lado de las emociones, la indignación y por ello sin un mínimo poso ideológico en sus votantes, dicen que esta formación será humo y que se volatilizará por su poca consistencia.

Dudar sobre conceptos como lo horizontal porque la capacidad de mi vecina del 4º A, que de política no sabe y está encantada con “el coletas” es normal, pero, ¿en los demás partidos de izquierdas, durante esta democracia, todos sus votantes, se han instruido en la ideología socialista? No creo que los votantes del PSOE, en su mayoría, sepan definir el socialismo, su interpretación del Estado, o cómo se iniciaron las revoluciones en nombre de este magnífico ideal. Sé que no se llega a gobernar un país sin un amplio número de despolitizados. Pero de entender esto, a despreciar a la joven formación morada hay un mundo. Pueden llamarlo indignación, emoción, novedad, merchandising... Con todo esto se abren ventanas para quienes ya su partido deriva hacia la derecha sin subterfugio alguno. Dicen que Podemos sufrirá un trasvase de votos hacia la derecha porque una indignación sin un poso ideológico es una mierda. Y por otro lado sé que sin ser táctico es imposible llegar al poder. Al verdadero poder. Pero hablar de la masa en estos términos y luego ser fan de partidos que han vendido el alma al diablo y a los bancos, con los supuestos mismos virus, es una locura. Como sí detrás de todas las mayorías absolutas no estuvieran las emociones.

Es más que evidente que lo emocional no puede ser la base de nada o los cimientos no serán sólidos. Pero cuando observo la condescendencia y el trato, a veces obsceno, que se la da a la “masa, la plebe o al populacho” que vota a Podemos, me quedo a cuadros. Como si tras el voto de la derecha liberal, del populismo de bandera de Ciudadanos, todos, hubiesen leído a Churchill. No se le ha dado tiempo a Podemos para nada, ni se le dará cuartel y menos por el ex votante del PSOE despechado. Ven en lo heterogéneo de sus propuestas una maldad o una ineficacia absoluta. Como si Podemos hubiese inventado la diversidad de corrientes de opinión entre las izquierdas.

Creo firmemente que el grado de perdón hacía el PSOE y el PP, en este país, es digno de un estudio, iba a decir sociológico, pero me quedo con psiquiátrico

Creo firmemente que el grado de perdón hacía el PSOE y el PP, en este país, es digno de un estudio, iba a decir sociológico, pero me quedo con psiquiátrico. Los periódicos, por lo general, se encargan de equiparar querellas archivadas con los casos condenados de los dos partidos que nos trajeron el neoliberalismo y la corrupción a la democracia, con tonterías de un calado importante. Es un buen momento para la esperanza tóxica. Tras el discurso de Borrell sobre España, el que compro, en el proceso catalán, muchos, “ex” votantes del PSOE, menos cuando lo votan, se hicieron una lobotomía y desempolvaron sus chaquetas de pana, esas de aquellos congresos donde se fumaba tanto y se levantaba el puño cantando la Internacional. Les ha faltado canonizarlo. Pero no hay más que oírlos y leerlos en las redes. Y, sobre todo, observar sus silencios.

Hemos de estar alerta o el sistema nos hará pensar que no nos quedan opciones en la izquierda a quien votar, que votaremos al menos malo, que estamos huérfanos de ideales y que todo es más de lo mismo y una mentira. Que nada se puede inventar para renovar las conciencias. Porque precisamente ese es el gran triunfo de la extrema derecha que nos gobierna, la ausencia de política, vean el auge de Ciudadanos. Yo a Pablo lo negué tres veces, lo reconozco, pero he entendido al final y cambiando de opinión, que todo es más complejo y que, sobre todo, el tiempo es la mejor medida para todas las cosas. Otro día nos romperemos la cabeza sobre el tacticismo y sobre otras cuestiones que, al parecer, los partidos de toda la vida no hacen. O sobre la cantidad en los votantes en vez de la calidad… Señores y señoras, viendo cómo está el patio, ser ingratos no me parece correcto.

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