En nuestra querida España, esta España mía, esta España nuestra que cantaba Cecilia la vida sigue igual como le gustaba decir al gran Julio Iglesias en sus mejores tiempos, y a día de hoy todo huele a elecciones anticipadas que según las encuestas nos pueden conducir a más de lo mismo.
Mientras la opinión pública española sigue pendiente del sastre de Panamá, no el de la película protagonizada por Pierce Brosnan en el 2001 sino el del bufete Mossack Fonseca del 2016, que le está haciendo un traje fiscal a más de la mitad de la élite mundial, grandes corporaciones, artistas, deportistas y hasta ministros como nuestro admirado José Manuel Soria, aquí, en nuestra querida España, esta España mía, esta España nuestra que cantaba Cecilia la vida sigue igual como le gustaba decir al gran Julio Iglesias en sus mejores tiempos, y a día de hoy todo huele a elecciones anticipadas que según las encuestas nos pueden conducir a más de lo mismo.
Asistimos casi estupefactos al mantenimiento del Partido Popular como partido más votado e incluso con expectativas de mejorar ligeramente su resultado de diciembre. Pareciera que cada caso de corrupción al que aparecen vinculados casi a diario estuviera alimentando la fe y la fidelidad de su electorado. Visto así hay días que pienso que sería mejor que no aparecieran más políticos corruptos entre las filas populares por ver si así se desmoralizan sus votantes. Se podría pensar que a fuerza de padecer calamidades de la mano del actual Gobierno en funciones un tercio de los españoles hubieran caído en una extraña variante del síndrome de Estocolmo, de tal manera que se sintieran irremediablemente atraídos por la figura de Rajoy y su pandilla de escuderos que diría Cervantes.
De otra parte, Iglesias, nada que ver con Julio a no ser sus permanentes derroches amatorios en su actividad política cotidiana, ya se trate del pleno del Congreso de los Diputados, de una rueda de prensa o de un acto académico en la universidad de sus amores, sigue impertérrito en su cantinela de “o me admitís pulpo como animal de compañía o me llevo el Scattergories”. Y es que este hombre debió pasarlo mal de niño en el patio del colegio a la hora del recreo y debe creer que ha llegado el momento de su venganza contra el mundo aunque para ello el mal mayor, que no el menor, sea asegurarle a Rajoy un par de meses más de Gobierno en funciones y quién sabe si de camino también cuatro años más de gobierno en esta España mía, esta España nuestra, sobre la que nuestra añorada Cecilia se preguntaba: “¿Quién pasó tu hambre? ¿Quién bebió tu sangre cuando estabas seca?”, en esa canción premonitoria de nuestro pasado más reciente y quizás de nuestro futuro más probable.
No hay día que Iglesias no se empeñe en ganarse “nuestra más sincera admiración”, esa que todos le debemos a quien intenta con todas sus fuerzas alegrarnos las primeras horas del día cuando leemos la prensa escrita y escuchamos o vemos los informativos matinales. Su penúltimo acto fallido de cada día le ha llevado a caricaturizar la profesión periodística a más puro estilo de la intelectualidad de mercadillo callejero, y es que hay días en que la sombra de Monedero es tan alargada como la de los cipreses y cubre hasta la coleta del líder.
Pero si curiosas son sus extravagantes acusaciones aún lo son más sus pretendidamente ñoñas exculpaciones. Así ante la reacción generalizada de bastantes de los periodistas presentes en el acto en la universidad, muchos de ellos abandonando el recinto, se exculpaba nuevamente haciendo recaer sobre los profesionales la culpa de no saber interpretar el “ámbito académico” en el que realizaba sus afirmaciones, como si los periodistas hubieran cursado su licenciatura de Ciencias de la Información en el bar de la esquina y no en una facultad universitaria. Iglesias en estado puro...
Ahora, su particular “Ars Amandi” se emplea a fondo con Alberto Garzón, pretendiendo que olvide las mil humillaciones a las que sometió a Izquierda Unida en el previo de las últimas elecciones generales mientras negociaban una posible coalición al igual que su actitud prepotente cuando anunció a posteriori de las elecciones que lo iba a felicitar por el magnífico resultado de Unidad Popular con sus dos solitarios diputados al Congreso. Grande Iglesias que ahora corre a la búsqueda de alianzas que reconforten su angustia preelectoral. Como les decía antes, como para no “admirarlo”…


