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La patria siempre fue grande para ella; ya entonces, con el patrocinio de Felipe González y Narcís Serra bajo el brazo, lo demostraba a pleno pulmón surcando los mares. Los muchachos lo merecían todo.

Cuando Marta Sánchez marca la agenda política, el ascetismo parece cada vez una opción menos mala. Ella, que tributa en Miami y pasa largas temporadas lejos de su amada patria y de todos y cada uno de los Mercadonas por los que tanto anhela transitar, se ha sentido inspirada. Para la diva, el “nino nino nanino nino nino…” nunca bastó. Nunca cupo en él la suficiente pasión nacional, ni el suficiente rojo, ni el suficiente gualda. Le hacía falta más que música. Y ¿quién mejor que nuestra ambición rubia para completarla? La madrileña ha sorprendido a todos con una letra personal para el himno español que rebosa emoción, sentimiento y fibra sintética. Todo un delirio.

Rojo y amarillo, colores que brillan en su corazón y no pide perdón. Así lo vive ella. Desde la distancia, ansiando volver para gritar bien alto con todo su candor. Ese mismo que desplegó ya a principios de los 90, cuando con unos 24 tiernos añitos actuó para las tropas desplegadas en el Golfo Pérsico poco antes de la primera guerra de Irak. Su objetivo de hacer más cálida la Navidad de 1990 para los soldados españoles cosechó sus frutos hasta en la prensa. El diario El País le dedicó incluso su foto de portada aquel mítico 24 de diciembre. Rodeada de un montón de marinos vigorosos y a bordo de la fragata española ‘Numancia’ —ningún detalle épico aquí era casual—, la cantante se deshizo en tonadilla, contoneo y sonrisas de sincera admiración. Menos de un mes después, comenzó el ataque aéreo sobre Irak en respuesta a la invasión de Kuwait por Sadam Husein el verano anterior. Marta y sus “soldados del amor” no pudieron pararlo, aunque la cantante confesaba entonces que no sabía muy bien de qué iba el conflicto. Aquella peripecia acabó hasta en los manuales de Historia moderna y se convirtió en una de las estampas más pintorescas de la primera guerra televisada.

“Grande España, a Dios le doy las gracias por nacer aquí, honrarte hasta el fin”. La inspiración de Roberto Alcázar y Pedrín se deja notar en esta estrofa sentida, qué duda cabe. Podemos atrevernos a elucubrar sobre el origen de estos versos: ¿y si se despertaron en la mente de Marta ya en 1990 enfundada en sus mini shorts de plástico negro y danzando para nuestros fieros guerreros? La patria siempre fue grande para ella; ya entonces, con el patrocinio de Felipe González y Narcís Serra bajo el brazo, lo demostraba a pleno pulmón surcando los mares. Los muchachos lo merecían todo. Ahora que el plasticucho pasó a mejor vida y que Dior está más al alcance de la mano, ahora que los rabillos del ojo han menguado y que las hombreras pasaron a mejor vida, hay un par de cosas que se mantienen inalterables. Llueva, nieve o guerree, Marta y España siempre permanecen. Dios bendiga a España y a todos los Mercadona.

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