Yendo en coche

Carlos Piedras, nuevo jefe de Edición y Opinión de lavozdelsur.es, en un retrato en la redacción del periódico.

Nací en Madrid, en 1965, aunque llevo exactamente media vida viviendo en Jerez. Soy licenciado en CC de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense. He sido jefe de la sección local del Diario de Jerez y también he trabajado en Información Jerez y el Diario Ya (época de Antena 3). He colaborado con El Mundo, Economía y Empresas, Notodo… Soy socio fundador y colaborador habitual de lavozdelsur.es. Últimamente he publicado el libro ‘Sherry & Brandy 2.0’ y he redactado el guion del documental sobre el vino de Jerez ‘Sherryland’. Todo esto ha hecho que me vaya haciendo una idea aproximada de las cosas… 

La calle Larga de Jerez, vacía por el estado de alarma. FOTO: MANU GARCÍA
La calle Larga de Jerez, vacía por el estado de alarma. FOTO: MANU GARCÍA

Voy en el coche con la radio puesta. No tengo ni idea de qué emisora es, soy absolutamente democrático en lo que a la radio se refiere, aunque por el contenido –más bien por cómo se aborda- supongo que se trata de la SER. El tema es muy interesante y seguro que a ustedes les suena: el comercio tradicional languidece en el centro de las ciudades, que tienen muchos locales cerrados. Llaman o ponen mensajes de voz oyentes de distintos sitios y cuentan cómo está el tema en los lugares donde viven. Es muy curioso comprobar cómo una cuestión de la que se lleva años hablando en Jerez se da también en ciudades muy dispares. Llaman de Zamora, de Palencia, de otras partes para constatar que en el centro de sus ciudades hay decenas y decenas de locales vacíos, un problema que, simplificando y sin atender por ahora a particularidades, surge hace más de veinte años con la proliferación de centros comerciales, le sigue la crisis de 2008 y, finalmente, remata la incidencia de la pandemia y el cambio de hábitos de consumo que la misma ha traído consigo (léase compras por internet).

Bien… tiene lógica la reiteración de estos parámetros ‘macro’, pero lo más curioso es comprobar que en estas ciudades pequeñas y medianas hay circunstancias que atañen al sentido de la propiedad que también se repiten. Grosso modo, éstas fueron las palabras de una señora que recuerdo que era de Palencia: “hay propietarios que prefieren tener cerrados sus locales si no les dan lo que ellos consideran que vale el alquiler de su local, aunque lleven años con la puerta echada. A veces son propiedades antiguas de familias cuyos herederos no se ponen de acuerdo y prefieren que sigan cerrados en lugar de dar su brazo a torcer y ‘favorecer’ a otros… Incluso, también se da el caso de grandes propietarios a lo que les da igual tener cerrados la mitad de sus locales si obtienen con el resto la renta ‘general’ que estiman oportuna… así, además con menos problemas…”. Esto venía a decir la señora palentina de una situación que perfectamente podría haber definido con las mismas palabras una señora de Jerez hablando de su propia ciudad. Efectivamente, sobre todo en pequeñas y medianas ciudades –ay, las Vetustas-, no siempre se aplican las reglas de la lógica de la oferta y de la demanda, ya que con mucha frecuencia entran en juego variables estrictamente humanas como son la tozudez y la mezquindad -cuando no abiertamente el rencor- a la hora de abordar estos temas que aparentemente deberían ser solo ‘de bolsillo’. Se trata de una actitud que recuerda aquella mítica frase de “en mi ‘jambre’ mando yo”, pero que desposeída de la dignidad del jornalero al que se le atribuye la autoría deja al desnudo ese orgullo ‘vetusto’ que sin duda esconde, un anticapitalismo anatómico, basado simplemente en las gónadas. A ver… si pasa un año y nadie te da los 3.000 pavos que pides por un local y luego pasa otro y el local sigue, en definitiva, cerrado… a lo mejor, digo, a lo mejor, es porque no lo vale; es posible que en su día lo valiera, por qué no, pero en ningún sitio está escrito que todo tenga que mantener o incrementar su valor por el mero hecho del paso del tiempo, cuando las circunstancias, además, en el mundo actual están en continuo cambio.

En lo que nos atañe, Jerez, recuerdo que hace cosa de cuatro o cinco años un amigo mío que tiene un negocio estuvo mirando de ‘asomarse’ a la calle Larga y salió despavorido. Un disparate, lo que le pedían por un local que a su vez era (por distribución, por metros útiles, por falta de luz) un disparate, por cierto… Era el típico asunto en el que en lugar de hacer una valoración supuestamente rigurosa usando términos técnicos de corte economicista, con un simple “ni de coña” hubiera sido suficiente para zanjar cualquier informe.

¿Y qué medidas se pueden adoptar? Pues miren, recuerdo que en su momento pensé que la emisora en la que se llevaba a cabo el debate era la SER porque tenían al habla a un ‘experto’ –ay, los expertos- que decía que, desde su punto de vista, los ayuntamientos simple y llanamente deberían expropiar los locales vacíos y, por supuesto, como todos los ‘expertos’, tras soltar la diatriba, se quedó tan ‘pichi’, encantado de escucharse.

Por mi parte… lo que está claro es que algo habrá que hacer más pronto que tarde con los locales vacíos, entre otras razones porque las compras masivas por internet, a las que solo les faltaba la pandemia para el empujón definitivo, han venido para quedarse, que nadie se llame a engaño, por mucha recuperación económica que haya –que habrá que ver- tras la generalización de la vacuna entre el personal. Es un tema en el que los pueblos y ciudades, sus ayuntamientos y actores socioeconómicos, se van a ver obligados a actuar, ya que no se trata solo de la ‘jambre’ de cada uno y la gestión que de la misma quiera hacer, ya que las ciudades y su futuro, hasta donde yo las entiendo, nos pertenecen a todos…

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