Unas 2.000 personas viven en alguna de las zonas inundables del río Guadalete, en el corazón de la campiña jerezana. ¿Son muchas, pocas? Son exactamente un huevo. En España, en Andalucía, en la provincia de Cádiz, particularizando cada vez más, se han ido ocupado márgenes de ríos por la sencilla premisa de que casi nunca eran de nadie. Vale, se puede hablar de derechos adquiridos, etcétera, etcétera, pero no por eso, por tener o haber conseguido papeles el peligro va a ser menor, porque el peligro siempre va a estar ahí, ya que se considera inevitable que haya riadas puntuales en el Guadalete.
En los márgenes del río hay de todo; en algunos casos hablamos de gente que siempre vivió en la zona, dedicada al campo, en algunos casos con necesidades… sí, pero también hay segundas viviendas, gente con cuñado mañoso dispuesto a darlo todo el domingo, desde luego. Incluso hay obras públicas que no están suficientemente rematadas y que contribuyen a que se embalse agua, como ha ocurrido alguna vez con la autovía Jerez-Los Barrios a la altura de Lomopardo, por ejemplo.
Hay leyes al respecto, leyes que prohíben edificar en determinadas zonas atendiendo al peligro de inundación. En Andalucía las hay desde hace más de veinte años. Que por qué no se cumplen es algo que al cronista se le escapa. O no: falta de recursos para hacerlas cumplir, vista gorda de las Administraciones mezclada con eso tan español de tú legisla lo que quieras que yo ya haré lo que me parezca…
Con la tragedia de Mallorca aún fresca es inevitable pensar que casi uno de cada cien jerezanos viven en zona inundable –a los que hay que sumar los habitantes de algunas barriadas del sur del casco urbano por un problema distinto pero equiparable- y que cuando vuelva a llover fuerte –que lo hará, en Jerez siempre lo hace- será inevitable pensar si esta vez ocurrirá algo realmente grave…
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