El salón de casa

Carlos Piedras, nuevo jefe de Edición y Opinión de lavozdelsur.es, en un retrato en la redacción del periódico.

Nací en Madrid, en 1965, aunque llevo exactamente media vida viviendo en Jerez. Soy licenciado en CC de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense. He sido jefe de la sección local del Diario de Jerez y también he trabajado en Información Jerez y el Diario Ya (época de Antena 3). He colaborado con El Mundo, Economía y Empresas, Notodo… Soy socio fundador y colaborador habitual de lavozdelsur.es. Últimamente he publicado el libro ‘Sherry & Brandy 2.0’ y he redactado el guion del documental sobre el vino de Jerez ‘Sherryland’. Todo esto ha hecho que me vaya haciendo una idea aproximada de las cosas… 

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A nadie le gusta que llegue una visita a casa y diga abiertamente que no le gusta el salón. Las habitaciones, bueno; la cocina… discutible, pero el salón es intocable. 

A nadie le gusta que llegue una visita a casa y diga abiertamente que no le gusta el salón. Las habitaciones, bueno; la cocina… discutible, pero el salón es intocable. Aunque esté lleno de souvenirs como el gallo de Portugal, la bailaora de Chiclana y jarrones extraídos de los chinos, el salón de una casa, ignoro por qué, es territorio sagrado. Sin ir más lejos, mi madre siempre añoró que la vivienda familiar tuviera una habitación más, pero no para que sus hijos estuvieran más repartidos a la hora de dormir o de estudiar, al contrario, era para tener un cuarto de estar en el que apiñar a toda la familia (a la vista del número de personal supongo que haciendo turnos, nunca le pregunté) y tener despejado e impoluto el salón. Para que lo vieran las visitas, vamos.

Valga este ejemplo para hablar de lo que le ha ocurrido a Jerez durante la pasada jornada que reunió a asociaciones de vecinos de distintos puntos de Andalucía, cuya principal conclusión, al menos por lo que a la ciudad se refiere, es que ninguno de los presentes ha visto un centro histórico-artístico tan deteriorado. En definitiva, que el salón de la casa de Jerez está hecho un asco. Está tan mal que las visitas lo dicen abiertamente sin parecer maleducados, tan mal tan mal que el propietario actual del salón, el gobierno que está al frente del Ayuntamiento, es incapaz de articular respuesta. Son tantos años de deterioro de la zona en todos los sentidos –urbano, social, económico-, son tantos los planes que se han quedado finalmente en nada, que hacen que el propietario solo pueda encogerse de hombros mientras enarca una ceja y se le pasa por la cabeza eso de pío, pío, que yo no he sío.

Hoy en día cualquier ciudad que se precie tiene su centro histórico en condiciones, incluso aunque no posea de partida un gran valor, que no es el caso de Jerez, por cierto. Lo peor de todo es que no cabe esperar que a medio plazo se vayan a producir grandes cambios. El equipo que preside Mamen Sánchez, instalado en un tono de proclama y objetivos de bajo vuelo, ha anunciado como gran novedad para la zona que en la plaza Belén, en el espacio donde se iba a alzar la Ciudad del Flamenco, se va a construir una especie de parque-plaza multiusos que, por cierto, o se cierra por la noche, o me da que la chavalería le va a encontrar rápido un uso específico, un uso etílico, por seguir con las esdrújulas…

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