La barra de hielo

Carlos Piedras, nuevo jefe de Edición y Opinión de lavozdelsur.es, en un retrato en la redacción del periódico.

Nací en Madrid, en 1965, aunque llevo exactamente media vida viviendo en Jerez. Soy licenciado en CC de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense. He sido jefe de la sección local del Diario de Jerez y también he trabajado en Información Jerez y el Diario Ya (época de Antena 3). He colaborado con El Mundo, Economía y Empresas, Notodo… Soy socio fundador y colaborador habitual de lavozdelsur.es. Últimamente he publicado el libro ‘Sherry & Brandy 2.0’ y he redactado el guion del documental sobre el vino de Jerez ‘Sherryland’. Todo esto ha hecho que me vaya haciendo una idea aproximada de las cosas… 

La teniente de alcaldesa Laura Álvarez, y al alcaldesa Mamen Sánchez, en rueda de prensa.
La teniente de alcaldesa Laura Álvarez, y al alcaldesa Mamen Sánchez, en rueda de prensa.

Cuando se habla de dinero –más bien de pagar, hablemos claro- hay una frase hecha que a este cronista siempre le ha resultado especialmente divertida: “apúntamelo en la barra de hielo” (jóvenes y jóvenas, debo deciros que las barras de hielo eran necesarias en las neveras y cámaras de los bares hasta bien entrados los 80’s… de hecho, al menos en Madrid, había una especie de leyenda urbana sobre un tipo que durante años se estuvo colando en los conciertos con la barra de hielo al hombro diciendo al portero un asertivo “soy el chico del hielo”: entrada garantizada). Ay, qué bueno sería que eso realmente ocurriera: que allí donde tuvieras deudas -llámese bancos, llámese bares, la cesta de la compra o incluso librerías- te las apuntaran en la barra de hielo, cuántos sinsabores nos evitarían. 

Digo todo esto porque ya le gustaría al Ayuntamiento de Jerez que le apuntaran sus operaciones financieras en esas barras de hielo, cuyo destino último era –puede parecer que huelga decirlo, pero siempre hay algún joven lector que se despista- acabar derretidas… En el mundo financiero no hay barras de hielo, mal que le pese al común de los mortales, entre los que cabe incluir al propio Ayuntamiento, que esta semana ha tomado una decisión clave para las finanzas municipales a corto y medio plazo al aprobar suscribir un préstamo de 94,2 millones de euros (en condiciones objetivamente ventajosas, todo hay que decirlo) básicamente para reordenar la multimillonaria deuda que mantiene con la Seguridad Social y con Hacienda. Puede que haya quien piense que se trata de ingeniería financiera pura y dura o que es una patada a seguir en lo que se refiere a la tremenda deuda que soportan las arcas municipales, pero es un hecho que un solo euro de gastos de financiación (de dicha deuda) que se ahorre justifica una operación de estas características, así que cuanto más si, al parecer, estamos hablando de un ahorro de varios millones… En definitiva, sea bienvenida, a la espera de que vuelva (o no) la barra de hielo…

Otra cosa es el debate que ha vuelto a los bares –ya saben que en la medida de lo posible este cronista evita las redes sociales… para que leer una gilipollez tras otra pudiendo leer, por ejemplo, a Joseph Roth- acerca de cuándo y cómo la deuda municipal dejará de ser una losa para el futuro de la ciudad. Eso ya… Por supuesto, se ha vuelto a escuchar lo de que dicha deuda tendrá que ser pagada por las generaciones venideras y que se trata de algo injusto. Qué quieren que les diga. A tenor de la teoría varias veces desarrollada por este cronista en estas líneas, eso no ocurrirá, al menos no será exactamente así, ya que buena parte de las próximas generaciones de jerezanos tendrán forzosamente que irse a trabajar por esos mundos de dios, tal y como ya está ocurriendo (sin ir más lejos, son muchos los prohombres y las promujeres de la ciudad, de existir dicha palabra, que tienen a sus hijos trabajando fuera de Jerez… y no estamos hablando de los habituales períodos de formación, aprendizaje o perfeccionamiento profesional, idiomas, etc. qué va, hablamos de la vida pura y dura) al menos desde la crisis del 2008. En Jerez ya apenas se produce, si acaso se sirve, así que no creo que la deuda la paguen la siguiente generación o la otra, al menos no al copo, ya que simple y llanamente muchos no van a estar. ¿Y entonces, quién va a ir pagando la deuda? Pues los próximos habitantes de Jerez. Miles de jubilados –y tal vez teletrabajadores- de España y de otros países de Europa en busca de una ciudad cómoda, bien comunicada, relativamente barata, bonita (sin exagerar), próxima al mar y con buena climatología. Sin duda, muchos pros a tener en cuenta en el mundo que viene. Esos son los que van a ir pagando la deuda, mientras los nativos jerezanos mejor cualificados (y mejor relacionados, claro) trabajan en NYC, Londres, Madrid o incluso Sevilla o Málaga, y el resto, los peor cualificados (y peor relacionados, claro) pues ya saben, evítenme el verbo que rima con Parla… A no ser que vuelva la barra de hielo (otro claro), entonces ya…

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