Pues parece que los pacientes –clientes, en la terminología al uso— de la sanidad andaluza van a disfrutar en los hospitales públicos de televisión gratuita en sus habitaciones dentro de unas pocas semanas. El hospital de Jerez será uno de los primeros en los que se implemente –bonita palabreja- esta medida que, en principio, se valora desde el SAS como un avance; pero, ¿realmente lo es?
Es verdad que la cuestión de si es bueno o no la televisión en las habitaciones de los hospitales no es nueva, el servicio —llamémoslo así— que a partir de ahora se va a ofrecer de manera gratuita en Andalucía de toda la vida de dios se podía alquilar. Realmente este cronista no puede hablar desde la experiencia directa (solo ha estado hospitalizado una vez, no fue en Andalucía… y no, no había televisión), pero a nadie se le escapa que un aparato de televisión no es materia tan neutral como puede parecer.
Hay que tener en cuenta que en cada habitación suele haber dos enfermos y un número indeterminado de visitantes (indeterminado, pero en no pocos casos cercano al concepto de romería) empeñado en desarrollar la democracia participativa a las primeras de cambio, por lo que en un plis plas podemos pasar de ‘cuestión’ a ‘problema’. No es un tema baladí. Hay que elegir una cadena (en realidad a lo largo del día hay que ir haciendo múltiples elecciones de cadena, objeto sin duda de múltiples debates), el horario en que se enciende y a qué volumen…
Son demasiadas decisiones, sobre todo si estás ingresado en el hospital porque realmente estás jodido. Imagínate que el enfermo que te toca al lado es de los que quiere poner todo el santo día Telecinco, desde el primer saludo matinal de la Quintana hasta el programa que te quiere vender el wok chino o el raspa callosidades y que además lo quiere ver –oír, para ser más exactos- a todo volumen, todo ello sostenido por el apoyo de sus ‘romeros’ visitantes, tan a gustito con el aire acondicionado o la calefacción. ¿De verdad es un avance?
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