Mafia e hipocresía

La democracia no se defiende con manifestaciones orquestadas por un partido con sentencias por corrupción, ni con socialistas que prefieren pactar con la derecha que reformar su organización

08 de junio de 2025 a las 08:38h
La democracia no se defiende con manifestaciones orquestadas por un partido con sentencias por corrupción, ni con socialistas que prefieren pactar con la derecha que reformar su organización
La democracia no se defiende con manifestaciones orquestadas por un partido con sentencias por corrupción, ni con socialistas que prefieren pactar con la derecha que reformar su organización

Hoy, 8 de junio de 2025, el Partido Popular (PP) se manifiesta en las calles de Madrid con una manifestación bajo el lema Mafia o Democracia. La operación pretende exhibir un supuesto rechazo social al Gobierno de Pedro Sánchez, acusándolo de corrupción. Pero, la realidad es un ejercicio de cinismo sin precedentes. El PP que acumula décadas de escándalos de narcotráfico, espionaje ilegal y corrupción sistémica carece de toda autoridad moral para sermonear sobre limpieza democrática. 

La fotografía de la marioneta política Feijóo junto al narcotraficante Marcial Dorado en un yate en 1995 no es un "error juvenil", sino un símbolo de una trama más profunda, pues mantuvo una relación de amistad con Dorado mientras ocupaba altos cargos públicos, algo que él mismo nunca ha negado. Tampoco es un caso aislado: Mariano Rajoy hizo campaña en 2009 en el “Moropa”, un barco propiedad del clan Baulo-Carballo, vinculado al narcotráfico gallego. José María Aznar, por su parte, indultó en 1998 a Daniel Baulo Carballo, condenado por tráfico de heroína, quien luego reincidió. 

A todo esto, se suma el caso Gürtel que, reveló una trama de financiación ilegal que hundió al Gobierno de Rajoy, mientras que el caso Kitchen expuso el uso de la policía para espiar y destruir a rivales políticos, básicamente a Podemos y a los partidos independentistas, junto a sus respectivos líderes. Hoy, el PP instrumentaliza a las fuerzas de seguridad creando una "policía patriótica" al servicio de su relato, mientras acusa al Gobierno de socavar a la Guardia Civil.  

Reencarnación institucional del franquismo

El PP, además, no es un partido conservador convencional. Es la reencarnación institucional del franquismo sin aparente retórica fascista, pero no de prácticas, como revelan sus alianzas con VOX, que incluye la censura cultural prohibiendo obras teatrales, centralismo lingüístico y rechazo a las lenguas cooficiales, como ha dejado claro la presidenta de la comunidad madrileña, aversión a condenar la dictadura franquista, oposición a retirar los símbolos fascistas y a aplicar la ley de memoria democrática. Líderes de ese partido, como la condesa consorte de Bornos y grande de España, representa la alianza entre la nobleza franquista y el poder del PP, simboliza cómo las viejas redes del régimen perviven en ese partido, de lo que, se enorgullece.

La manifestación de hoy no es un grito ciudadano, sino un montaje electoral. El PP ha fletado autobuses desde toda España, ocultado su iconografía partidista y reclutado a una supuesta "sociedad civil" para simular transversalidad. El objetivo es claro: forzar la caída de Sánchez sin mayoría parlamentaria para una moción de censura. Feijóo lo admitió sin rubor: "A la espera de las urnas, llenemos las calles".  

Este circo cuenta con aliados inesperados: socialistas desencantados como García-Page, Lambán o Eduardo Madina, que claman contra la "deriva" de Sánchez mientras alimentan el discurso del PP. Madina afirma que con Zapatero "no había Leire Díez ni Aldama", y Page exige elecciones anticipadas. Ferraz los tilda de "resentidos", pero su retórica sirve al PP para pintar un PSOE fracturado. Tras la fachada de crítica ética, late un proyecto de normalizar una gran coalición PP-PSOE, lo que conllevaría consecuencias políticas de retroceso democrático y, previsiblemente blanqueamiento de la corrupción estructural.

Quienes hoy corean "mafia" deberían mirar su propio pasado y del que no quieren desprenderse. La democracia no se defiende con manifestaciones orquestadas por un partido con sentencias por corrupción, ni con socialistas que prefieren pactar con la derecha que reformar su organización. Se defiende con justicia independiente, transparencia y memoria histórica

Lo más leído