a_garrotazos.jpg
a_garrotazos.jpg

Antes de morir en su cama Franco dejó dicho que en España todo quedaba atado y bien atado. La inconsistencia de tal aserto pareció hacerse evidente algunos meses después, cuando los españoles decidimos desmontar el sistema político legado por el dictador y transformar pacíficamente aquella dictadura militar en una democracia homologable con las repúblicas y monarquías europeas más avanzadas. El milagro fue posible gracias a la clarividencia y altura de miras del pueblo español, que apoyó con enorme decisión las reformas que le fueron proponiendo los dirigentes políticos, desde la Ley para la Reforma Política de 1976 hasta la Constitución de 1978. Pero también al talante y sentido de Estado que demostraron aquellos líderes providenciales que nos tocaron en suerte, algunos de los cuales habían sufrido y perdido la Guerra Civil y acababan de regresar de un largo exilio, mientras que otros habían militado activamente en el bando de los vencedores.

Mayor disparidad y enemistad a priori, imposible. Difícilmente hallaremos otro capítulo de nuestra historia, plagada de enfrentamientos fratricidas, como este en el que los españoles de todas las ideologías -desde el Partido Comunista a la derecha procedente del franquismo, pasando por los nacionalistas- se dieron la mano, olvidando viejas y enconadas pendencias, para alumbrar juntos un futuro en democracia y libertad. La ruptura con la dictadura fue tal que ya en las primeras elecciones generales, en 1977, los partidos que propugnaban la continuidad del franquismo -como era el caso de Fuerza Nueva o de Falange Española de las JONS-, contaron con tan escaso apoyo en las urnas -menos del 1%- que quedaron convertidos en residuales.

Pero la herencia que Franco nos quiso dejar atada y bien atada no fue solo política. Los casi 40 años de dictadura lo fueron también de autoritarismo e intransigencia con quien pensaba diferente, de verdades absolutas, de división entre españoles buenos y españoles malos, de cruzada inquisitorial contra cualquier disidencia. A lo largo de tantos años tales actitudes fueron calando y empapando el tejido social y todos los ámbitos de la vida cotidiana: las familias, los lugares de trabajo, las escuelas y colegios, etc. Aunque, para ser justos, también es cierto que en los años finales del franquismo, gracias a las influencias que nos llegaban del exterior, y a la modernización y los cambios sociales que se estaban produciendo en España como consecuencia del desarrollo industrial, aquellas actitudes intransigentes y autoritarias se fueron haciendo mucho más laxas, y la permisividad y la tolerancia -al menos en asuntos ajenos a la política- fueron aflorando en amplios sectores sociales.

No obstante, más de 40 años después de la muerte de Franco da grima constatar que a pesar de los cambios políticos, económicos y sociales evidentes, en algunos sectores de la sociedad española vuelve a rebrotar -alentado por políticos irresponsables-, aquella polarización que nos llevó al enfrentamiento civil, y las actitudes intransigentes que la guerra y el franquismo debieron grabar a fuego en el ADN o en la memoria colectiva de los españoles. No de otra forma se explica que, a diferencia de lo que es normal en Europa, muchos de nuestros actuales representantes políticos sean incapaces de acordar nada -ni siquiera una ley de educación, por no hablar de la formación de Gobierno- en cuanto no hay una mayoría ideológica que imponga sus criterios al resto. La incapacidad de muchos para transigir y llegar a acuerdos con quienes piensan diferente es herencia indeseable que históricamente nos viene de muy lejos, y que seguramente acentuó el régimen de Franco, cuya sombra sigue siendo sutil y alargada.

P.S. Transigir: 1. Consentir en parte con lo que no se cree justo, razonable o verdadero, a fin de acabar con una diferencia. 2. Ajustar algún punto dudoso o litigioso, conviniendo las partes voluntariamente en algún medio que componga y parta la diferencia de la disputa (RAE).

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído