El Zoobotánico, un orgullo para Jerez

El estado del parque jerezano, un recurso ambiental y turístico que pese a todo más quisieran muchos municipios de la zona, ha saltado de repente a la arena política, a punto de alcanzar 70 años de historia

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

Nueva cría de gacela dorca, una de las últimas nuevas residentes del Zoo de Jerez.
Nueva cría de gacela dorca, una de las últimas nuevas residentes del Zoo de Jerez.

Hace unos meses me reencontré con el Zoo de Jerez, un espacio físico de mi ciudad, pero también un espacio mental para muchos niños de diferentes generaciones que de una manera o de otra pasaron/pasamos alguna vez por sus instalaciones. Niños y niñas que no solo le tienen cariño a este lugar, sino que guardan cierto aroma nostálgico que obliga a buscar cualquier excusa para volver a ese territorio en el que en algún momento fueron/fuimos felices. Antiguamente, viendo cisnes en el estanque, más recientemente, en las acampadas nocturnas de verano. Yo personalmente tengo un recuerdo imborrable de cómo a la vuelta de un camping en Punta Candor, aparecieron entre la tienda de campaña canadiense una simpática pareja de camaleones. Decidimos llevarlos al Zoo para su protección y, a cambio, me regalaron un par de invitaciones al parque. Un premio de los que no se olvidan, más allá de tomar mínima conciencia de que con ese gesto ponía a salvo a una especie amenazada.

Tantos años después de aquella anécdota infantil, he tenido la oportunidad de acudir con mi hija al parque y, aparte de disfrutar de su asombro con cosas sencillas —cualidad que desgraciadamente vamos perdiendo a medida que crecemos—, he comprobado lo bien cuidado que sigue este inmenso parque de la ciudad. Una enorme zona verde de 60.000 metros casi en el centro de Jerez que se mantiene como un oasis, ajeno a la bancarrota municipal, a la crispación o a los dimes y diretes políticos. Su equipo funciona como un reloj y, pese a que también hay dificultades, hay un millar de especies que requieren de su absoluta dedicación. No hay zona verde mejor conservada, caminos limpios, sin basura por el suelo, con los árboles podados... No hay atractivo turístico en el municipio que reciba visitantes con mayor regularidad, y que además, repitan una y otra vez.

No hay muchos espacios de conservación de animales amenazadas como éste en España. Hay una colección botánica impresionante y decenas de ejemplares que nacen, crecen y se reproducen –constantemente hay nuevos alumbramientos—, aunque a veces sintamos la contradicción de que quizás un parque de este tipo no es lugar para un leopardo de Sri Lanka o que, por mucho que se aumente la casa del león, el rey de la selva tiene que estar en la selva. El Parque Zoológico y Jardín Botánico Alberto Durán —concejal de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Jerez que tuvo la brillante idea de impulsar el proyecto— va camino de cumplir 70 años (en 2023) abierto y, a buen seguro, necesita mejoras. Y, a buen seguro, tiene un potencial que podía exprimirse mucho más y mejor. No me cabe duda. No es Jerez un dechado en vender y explotar sus virtudes. 

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El Zoo de Jerez, a mediados del siglo pasado.

Pero les garantizo que fui hace unos meses y no solo tiene su encanto intacto, sino que cuenta con unos profesionales (empleados municipales) que realmente (supongo que, como en todo, también habrá excepciones) aman lo que hacen y mantienen unas instalaciones dignas de acudir en busca de aquel asombro infantil que perdimos. Por favor, no enfanguen, ayuden a que el parque crezca más y mejor, pero no tiren por tierra tanta historia poniendo en el disparadero público lo que, indiscutiblemente, debería de ser un orgullo para Jerez que cualquier ciudad del entorno querría tener para sí, aun con estas supuestas condiciones tan deficientes que algunos critican estos días.

Pasen y vean cómo una ciudad homenajea a una querida elefante que se marchó para que pudiera ser madre (siempre Buba), sigan el ejemplo de cómo atraer a personal en prácticas, de diferentes ramas técnicas, desde diferentes puntos de Andalucía, maravíllense por cómo su equipo de especies amenazadas trabaja para devolver a tortugas moras o a ibis eremita a su hábitat natural, o cómo ayudan en la reproducción del lince ibérico; disfruten viendo cómo se enredan en primavera las flores en el tronco del árbol del amor, o cómo un pavo real se sube a la mesa de su biblioteca a curiosear, o aguarden a ver pronto su museo de osteología, o sigan el ejemplo de cómo el parque es capaz de sumar apoyos privados que contribuyen también a su conservación y mantenimiento… Cicerón decía que si tienes un jardín y una biblioteca ya lo tienes todo. En Jerez ya hay un inmenso jardín botánico y zoológico. Ahora faltan las bibliotecas, las físicas y las mentales.

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Comentarios (1)

Mercedes Hace 2 años
Fantástico artículo y de gran sensibilidad.
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