Pelayo mira su tierra quemada

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Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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A falta de confirmación oficial por parte del PP, la exalcaldesa volverá a intentarlo por quinta vez consecutiva en mayo de 2019 después de haber pasado por el Ayuntamiento como el caballo de Atila.

Pelayo mira la tierra quemada mientras espera que de manera oficial su partido la haga de nuevo candidata en la ciudad que terminó de arrasar. Quizás usted no lo sepa (o no se acuerde) pero en sus últimos años como alcaldesa —pronto se cumplirán 15 años de la primera vez que lo fue, pese a haber sido la tercera candidata en votos en aquellas municipales— incrementó la deuda municipal por encima de los mil millones; dejó dos ejercicios sin presupuestos que frenaron toda inversión pública; gastó cientos de miles de euros en bufetes externos y concursos de acreedores que no sirvieron para nada —Onda Jerez y Circuito—; privatizó la gestión del agua y se gastó íntegro el canon recaudado (unos 80 millones de euros) hasta 2038; dejó los ingresos que recibe el Ayuntamiento por parte del Estado a cero; acometió los mayores recortes en el servicio de basura y limpieza viaria (4,5 millones de euros menos al año); desmanteló las delegaciones de Igualdad y Juventud; casi se cargó el Teatro Villamarta y la Banda Municipal de Música en su centenario; promovió el primer ERE de un Consistorio en España —del que se enorgullecía a nivel nacional en un programa de Intereconomía y que fue declarado por el TSJA como absolutamente arbitrario— dejando a 260 empleados públicos en la calle, muchos de ellos por resultarles incómodos, “vagos o quejicas”; salió viva del Tribunal Supremo de un espinoso asunto judicial vinculado con la trama Gürtel en su etapa como alcaldesa entre 2003 y 2004; no promovió vivienda pública y casi destroza Emuvijesa, pero repartió unos 600.000 euros en subvenciones arbitrarias a pocos meses de las elecciones; y, por supuesto, pisó poco o muy poco las barriadas de Jerez.

Cuando falta año y medio escaso para unas nuevas municipales, mientras espera que su partido la designe por quinta vez consecutiva como alcaldable —con Antonio Saldaña, una vez más, relegado al banquillo—, Pelayo vuelve a los barrios. Sola o acompañada, da igual. Mira al horizonte, pasea por las calles y plazas, ve la suciedad, ve que el abandono se pega al suelo como el chicle al pelo, y comprueba lo mucho que trabajó para sus intereses partidistas y lo poco para quienes le votaron. Pelayo ganó las últimas municipales tras cuatro años abonando tierra quemada. Ejerció su mayoría absoluta como el caballo de Atila, secando la hierba a su paso. Esa que ahora vuelve a pisar, aunque solo sea cuando está de vacaciones en el Congreso (regresa a Madrid estos días). 

Tuvo habilidad para silenciar y torcer voluntades, para llevar a la ciudad al fondo y que, una vez sumida en la mierda —21 días de huelga de basura que pudieron haberse evitado, y ella lo sabe—, cualquier mejora pareciera un avance

"El estado de los parques y jardines son simplemente inexistentes, ofreciendo un escenario dantesco, que refleja el abandono y el olvido del gobierno de Mamen Sánchez por la barriada de San Juan de Dios", decía este pasado sábado en una nota de prensa, un día después de reclamar más presupuesto para el servicio de basura y limpieza viaria. Como si hubiese aterrizado este mismo fin de semana en Jerez, y no hace 15 años. Los males venían también de más lejos, no ha sido desde luego la única responsable de que la desolación y "los escenarios dantescos" se hayan implantado en demasiados rincones de su ciudad, pero no puede venir a estas alturas de la película como salvadora de nada ni de nadie. Como mucho, se habrá salvado a sí misma y tiene pinta de que lo seguirá haciendo.

Porque cuando sostiene que le duele Jerez, en realidad lo que le duele es ella misma. Tuvo habilidad para silenciar y torcer voluntades, para llevar a la ciudad al fondo y que, una vez sumida en la mierda —21 días de huelga de basura que pudieron haberse evitado, y ella lo sabe—, cualquier mejora pareciera un avance. En paralelo a esa paz social ficticia y a golpe de talonario público, montó teatrillos y decorados para ilusionar al personal —aún hay miles de currículums en el Circuito para aquel invento costoso y estéril de la Capitalidad Mundial del Motociclismo que prometía miles de empleos—, pero dejó la ciudad con más de 30.000 parados y hoy la cifra apenas mejora por las temporadas turísticas que la maquillan. Si este gobierno actual quiere un consejo para lo que queda de mandato, lo único que puede hacer (y no será poco) es no hacer lo que hizo Pelayo: cobrarse vendetas, confundir lo político con lo personal, y mirar sin ver para solo mirarse su ombligo.

Coda: María José García-Pelayo, pese a las reiteradas peticiones desde hace años, se niega a conceder una entrevista a lavozdelsur.es, pese a ser uno de los periódicos digitales con más audiencia de Jerez y la provincia de Cádiz.

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