Hay noticias esperanzadoras a la salida de La Atalaya, un año después de ponerse en marcha en este mismo escenario el Consejo Rector de la candidatura a Capital Europea de la Cultura en 2031. Primero, frente a los euroescépticos de la Capitalidad —el que firma lo fue durante un tiempo—, Jerez se lo está currando. Contra todo pronóstico, por el historial de esta provincia, ahora sí hay cuatro entidades de la mano, echando el resto, invirtiendo dinero público y tirando del carro: Ayuntamiento de Jerez, Diputación de Cádiz, Universidad de Cádiz, y Cámara de Comercio de Jerez.
Segundo, aunque reste medio año escaso para llegar a la fase decisiva del primer corte (el próximo 28 de diciembre, día de los inocentes, es el tope para tener registrado el libro de candidatura o bid book), somos el tiempo que nos queda, como dejó escrito Caballero Bonald. La gran final está a la vuelta de la esquina, pero hay opciones serias de jugarla y ganarla.

En el año del centenario del nacimiento del Premio Cervantes jerezano, su tierra natal —y su Argónida, ese territorio mítico que describía en la provincia de Cádiz—sabrá si opta a ser una de las dos o tres ciudades españolas que oficialmente son candidatas a Capital Europea de la Cultura en 2031; o, por el contrario, todo ha sido un simulacro que deberá aguardar a la siguiente generación (no menos de 15 años). Solo queda intentarlo: el momento es ahora.
Y como queda poco tiempo, decimos, el llamado Fórum Jerez 2031 celebrado en la noche de este pasado miércoles 2 de julio en los Museos de La Atalaya escenificó ante varios cientos de representantes del mundo de la cultura, la política, y la sociedad civil en general, que la recta final de este proceso se va a trabajar y vivir en Jerez —y sus puertos— con la máxima intensidad e ilusión.


Frescura, conocimiento, descaro y agilidad: las claves de la fase final
De la soleá de los inicios del proceso —lo saben Kirstine Hastrup y Paco Camas— al fin de fiesta con rima consonante de este pasado miércoles en el auditorio de la calle Cervantes. Del cante de los novísimos Manuel Junquera y el toque de Manuel de Salado a la batalla de gallos por la unidad de la provincia en torno a Jerez 2031 que desperezó al público: el jerezano Facemeat y el chiclanero Antonio Layto, veinteañeros, hiphoperos, artistas urbanos con todo el mundo y el futuro por delante, con toda la frescura y la agilidad que rompe los esquemas de los actos político-técnicos plomizos y encorsetados, reivindicaron el sentimiento de pertenencia, que la unión hace la fuerza y juguetearon con sus rimas hasta poner fin a la vieja rivalidad de los reinos de taifas locales y la guerra por su cuenta de la capital administrativa y la ciudad capital.
Eso quiere Europa: detectar las fragilidades a partir de nuestra identidadsingular, plural, diversay única en el mundo para redefinir nuestro nosotros, más humano si cabe, más empático, más inclusivo. Asumir nuestras debilidades (bibliotecas cerradas demasiadas veces, falta de oferta consolidada en torno a una industria cultural propia, ausencia de estrategias claras de apoyo al tejido creativo, inversión muy por debajo de lo recomendable, etc, etc, etc…) para afrontar una transformaciónpositiva en pos de una cohesión social y una vertebración territorial con la que nadie quede atrás.


Aportar nuestra potencia y know how, nuestro savoir faire, desde la última comunidadruralgaditana a ese proyecto europeo común que, en un momento de máxima incertidumbre, lucha en estos momentos contra los populismos, la crisis climática, la tragedia migratoria, el euroescepticismo, el desempleo, la era de la IA o el no future que vuelven a esgrimir los jóvenes como aquellos punkis hijos de la Gran Bretaña.
Plan de trabajo participativo
Hay noticias esperanzadoras. El que pueda hacer, que haga: desde este mes y hasta septiembre se conformarán tres ágoras participativas para ir tejiendo la red de proyectos colaborativos, co-creativos, que conformarán la programación cultural y artística de Jerez 2031, si finalmente es la ciudad elegida. Pero si no lo es, también habría que pelearlo.
Miserias tenemos tantas como riquezas y, probablemente, esos doce hombres sin piedad (diez expertos internacionales y dos expertos españoles) que conformarán el jurado de la Comisión Europea sabrán valorarlas adecuadamente si se logra atraparles. ¿Qué armas de seducción masiva emplear? En esa fase se está ahora. El que no quiera creer, estará en su derecho, pero todos coincidimos en que esta ciudad necesitaba un objetivo común por el que competir, trabajando lo más cohesionadamente posible. Parafraseando de nuevo a Bonald, tenemos un pasado muy vivo, nos sobra pasado, lo que nos viene faltando es futuro. Aunque algunos hagan el camino arrastrando los pies, merecerá la pena recorrerlo. Ellos también serán Capital.