28 de mayo de 2025. Dos años después del 28 de mayo de 2023. Cuando Jerez volvió a teñirse de azul PP-Pelayo. Un azul Klein, intenso, que había aprendido de los errores que provocaron la zozobra en el pasado reciente. Fueron 40.416 votos, el 46,03% de las papeletas. Una subida de 5 concejales hasta situarse en una nueva mayoría absoluta, la segunda que obtenía la dirigente jerezana en doce años.
En política, como en el fútbol, como en la vida, los éxitos duran menos que los fracasos. Lo que hoy es euforia ganadora, mañana ya es pasado. Hoy es siempre todavía, pero no es menos cierto que en un abrir y cerrar de ojos mañana ya pasó. Eso siempre es inquietante. Sobre todo, cuando hay tanto compromiso por delante y tanta promesa por cumplir. Aun así, miembros del gobierno municipal responden con aparente calma a la pregunta '¿cómo va la cosa?' "Bien, sin grandes tragedias, ni microinfartos"; "estamos bien, y mejorando...". Y en ese mejorar, el año que viene tocan autonómicas. Reinicio del ciclo electoral. Vienen curvas.
Un primer presupuesto en Jerez, dos años después
Mientras Santiago Galván, alcalde de Zahara, toma posiciones ante una posible candidatura a la Alcaldía de Jerez como cabeza de cartel del PSOE dentro de dos años —se ha convertido en el primer alcalde de España en implantar en una administración local la jornada de cuatro días, como a nivel empresarial hiciera otro jerezano, Fulgencio Meseguer, en Software Delsol—, el quinto municipio de Andalucía en población llega al ecuador del mandato pendiente de la aprobación de las primeras cuentas de la legislatura.
El gobierno del PP de María José García-Pelayo, que es también el gobierno de Agustín Muñoz y Jaime Espinar —sus dos manos derechas —, ya tiene hecho lo más complicado: un visto bueno favorable del Ministerio de Hacienda para rebajar la asfixia en cuanto a amortización de deuda y, así, dar vía libre a su primer presupuesto con sello propio en dos años de mandato. Las modificaciones de crédito constantes y la mano permanente en el fondo de contingencia han permitido ir bandeando estos 24 meses, pero ya no era serio seguir igual.
El acuerdo con la cartera de María Jesús Montero —rival el año que viene de Juanma Moreno por San Telmo— se resume en más tiempo para pagar deuda y menos peso sobre las espaldas de los jerezanos, ya que a corto plazo no será necesario afrontar subidas impositivas, caso del IBI, o planteamientos más drásticos como el copago de la ayuda a domicilio —algo que ha llegado a estar sobre la mesa—.
La paradoja: mucho coste en personal y mucho déficit de personal
Ahora resta cuadrar con malabarismos e imaginación una previsión de ingresos y gastos actualizada (no se revisa a fondo desde 2022) al aumento del IPC desde las últimas cuentas (en torno a un 12% más caro todo), y sobre todo, a una nómina municipal que sigue suponiendo una auténtica losa, pues no solo es mucho más costosa que hace tres años, sino que produce mucho menos de lo que genera y, aun así, falta personal en casi todos los departamentos, según es vox populi en Consistorio.
Galván, asegura rotundo este aficionado al póker, tiene en su jornada de cuatro días un as bajo la manga: "Claro que es posible aplicarlo en Jerez, haría que la gente trabajara por las tardes, se prestarían mejores servicios, se gastaría menos (al no tener que hacer cuantiosos pagos por las jornadas de tarde) y el trabajador estaría más feliz porque alargaría más sus fines de semana". Habría que ver si algo así es posible en un ayuntamiento así y en una ciudad como Jerez.
A nivel económico-financiero, y pendientes de nuevo cañonazo de millones con cargo a los fondos europeos por los EDIL, el gobierno de Jerez navega por aguas relativamente tranquilas, sumando a todo lo anterior un escenario de escasa o nula conflictividad sindical-laboral. Lo peor de la paz social, eso sí, es que siempre hay quien la aprovecha para apretar y pedir más, lo cual siempre genera inquietud.
La calma en todos los sentidos, por lo tanto, es tensa. La propia alcaldesa se resiste a rebajar esta tensión interna y mantiene un ritmo en su equipo —y en sus apariciones públicas— que incluso es capaz de hacer que no se noten (no siempre) las ausencias por sus compromisos fuera de Jerez por su condición de senadora y presidenta de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP).
Inversiones, críticas y el rol de la oposición
Las inversiones en la ciudad se van concretando —la Junta podría apretar más ante la deserción del Gobierno de España— y las quejas vecinales no son un clamor a día de hoy, más que por cuestiones que escapan del ámbito municipal, como la sanidad pública o los transportes por tierra, tren y aire desde y hasta Jerez. La oposición siempre podrá decir, a todo esto, que Jerez está hecha unos zorros, que las obras se eternizan y que hay proyectos que han empezado por el tejado, como el hub aeronáutico, donde se habla mucho de ayudas a la implantación de inversores pero poco de cómo se costearán los cuantiosos gastos de urbanización de los suelos aledaños al aeropuerto de Jerez.
La renovación de 25 autobuses este mismo año proyectará una imagen de avance en la ciudad que el gobierno estima como clave para empezar a terminar de apuntalar un mandato al que aún restan fotos y titulares muy importantes por llegar. ¿Llegará a tiempo el Museo del Flamenco de Andalucía, que depende de la Junta de Andalucía? ¿Será un éxito la Capital Española de la Gastronomía en 2026? ¿Será un palo si no se es candidata a Capital Europea de la Cultura o, por contra, es posible pasar de fase?
La migraña en los grandes eventos de ciudad: de la Zambomba a la Feria
A día de hoy, solo grandes eventos de ciudad como la Navidad y sus Zambombas, Semana Santa y Feria del Caballo son capaces de provocar migrañas en el seno del equipo de gobierno. Meter la pata en estos lodazales de gestión municipal cuesta muy caro.
La oposición ha quedado relegada al PSOE —con el tono bronco de desgaste de José Antonio está pasando Díaz frente a la corriente emidio tucci de su partido que proponen fórmulas menos agresivas de tratar de erosionar la mayoría absoluta de Pelayo—, a un grupo extraparlamentario (si se nos permite la expresión) como es Adelante Andalucía, y al alcalde de Jerez entre 1979 y 2024, Pedro Pacheco, que ejerce como poder fáctico, a la espera de un posible indulto desde Madrid ("no es habitual que se indulte una condena de inhabilitación", dicen fuentes próximas al Gobierno) que le levante su inhabilitación y le permita volver a la primera línea política.
Carlos Fernández (portavoz de Adelante) y su gente mantiene cierto pulso que mezcla bien la crítica y la propuesta, mientras que los socialistas, mordiendo los tobillos del gobierno a cada oportunidad, están pendientes de lo que depare su renovación interna —este 28M, precisamete, se presenta la candidatura oficialista que encarna José Antonio Díaz—, confiando en que tienen el aval de unos 28.000 votos en 2023, pese a la mayoría absoluta del PP, que absorbió buena parte de lo mucho que perdió Ciudadanos. Esa volatilidad de la papeleta en un contexto global de polarización extrema podría ser la clave dentro de dos años, a menos que el gobierno de Pelayo mantenga con convencimiento total su tono moderado y sus políticas transversales. Gobernar para todos no es solo una frase para el discurso de investidura, se demuestra andando el mandato.
Por lo demás, La Confluencia está pendiente de fractura total, con sus dos portavoces, Kika González (Ganemos Jerez) y Raúl Ruiz-Berdejo (IU), que andan más fuera que dentro del pleno, según ellos mismos confirman en privado. A día de hoy, y pendientes de lo que pase con Sumar, IU y Podemos a escala nacional y andaluza, todo está en el aire a falta de dos años para unas nuevas municipales. Sin candidato, ni proyecto claro a la vista.
Y Vox está a lo que está Vox: pendientes de las directrices a nivel nacional (con la incoherencia, por ejemplo, de abrazar a Trump y defender al campo andaluz) y tratando de pasar un mandato plano con sus dos concejales, aplicados y afables, a la espera de una posible necesidad de sumar fuerzas en una hipotética minoría del PP en mayo de 2027. No lo parece. A menos que alguien demuestre lo contrario.
