Parece que William Shakespeare y Miguel de Cervantes están a punto de pasar la crisis del mes desde que sus bustos se colocaron en la plaza del Mercado. 

Parece que William Shakespeare y Miguel de Cervantes, con casi cinco siglos a sus espaldas, están a punto de pasar la crisis del mes desde que sus bustos se colocaron en la plaza del Mercado. Yo vivo cerca de la Alameda Vieja y ahí colocaron hace unos años un precioso cenador, con unos cristales de colores que comenzaron a caer desde el primer mes. ¿El motivo? Al parecer los cristales de colores atraen a las piedras. Las piedras no se pueden resistir. Se levantan y fiiiuuu, a volar. Lo está estudiando Cuarto Milenio. Ahí sigue el cenador con los restos de cuatro o cinco cristales que el Ayuntamiento no se ha molestado en reponer, porque la verdad, para qué… Ahora la denominada crisis del mes se cierne sobre los bustos de los dos grandes, que ya han recibido dos ataques desde que se cuentan sus cuitas en el corazón de San Mateo.

Estos dos escritores fueron dos tipos duros, que vivieron lo suyo, y que probablemente podrían aguantar a la intemperie en otras latitudes, pero en Jerez lo van a tener difícil… Aunque ellos no eran los destinatarios, desde el mismo momento en que los colocaron en la plaza del Mercado ya vieron cómo volaron unos cuantos huevos, después fueron siliconados —a ver, no es que les pusieran labios o les subieran los pómulos, el ataque fue externo, no estético— y ahora, por último, han sido atizados, que se les veía muy negros y alguien ha pensado que un punto blanco a base de tiza les vendría bien. Qué paciencia… la paciencia de los verdaderamente grandes, sin duda.

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