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Sin una buena comunicación, el debate se hubiera quedado en casa y la credibilidad de los protagonistas se hubiera ido por el sumidero mucho antes.

Si no fuera porque los argumentos, por inconstitucionales, irreales y fuera de la ley, no se sostienen en pie, habría que darle un notable alto a la comunicación por parte de los padres del desafío independentista y un suspenso a la del gobierno español. Una cosa no quita la otra.

La escasa credibilidad de los golpistas se sustenta en una exquisita comunicación, tras la cuál evidentemente no está Carles Puigdemont, que no deja de ser el actor principal de una puesta en escena ideada desde Ömniun Cultural por, entre otros, su presidente, Jordi Cuixart, un intelectual de altos vuelos e independentista. Sí, porque el independentismo catalán, por desgracia o por fortuna, no se basa en los antisistema de la CUP, inamovibles en sus posturas desde hace más de ochenta años.

Estos días atrás, el desafío ha ofrecido estrategias de comunicación muy interesantes de las que habría que tomar media nota. Desde sacar el conflicto catalán a Europa y al resto del mundo, hasta la puesta en escena en el parlamento catalán, el lenguaje no verbal, la utilización de los mensajes en los medios, las redes sociales…

A destacar, el logro del Govern de haber hecho tomar partido a los medios de comunicación de referencia de todo el mundo; el discurso del Rey Felipe VI; el de Mario Vargas-Llosa como colofón a la manifestación del domingo por la Unidad Nacional, y el emotivo de Inés Arrimada, líder de la oposición en el Parlament, apelando al sentimiento y a la familia con el pasaporte en la mano.

Sin una buena comunicación, el debate se hubiera quedado en casa y la credibilidad de los protagonistas se hubiera ido por el sumidero mucho antes. Tomen nota.

www.eugeniocamacho.es

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